¿Qué es lo que más extrañan de su vida cotidiana, antes de la pandemia? Además de no usar cubrebocas, saludar y abrazar a todo mundo. Por mi parte extraño ir las multitudinarias ferias de libros y presentaciones literarias.
Cuántas cosas chuscas o asombrosas se viven en estos eventos. Recuerdo ahora una reunión de la Generación del Crack en la Galería Libertad, en donde el gran ausente fue Nacho Padilla, que en ese tiempo ya tenía algunos años residiendo en Querétaro, aunque la reunión no era propiamente para hablar de la generación, fue interesante verlos a casi todos juntos, y al público llevando libros de uno y otro escritor para firmarlos.
También recuerdo una charla de Juan Villoro en el Museo de Arte de Querétaro, sobre todo el momento de las preguntas, cuando un jovencito pidió el micrófono para decirle a Juan que él también quería ser escritor, pero que sabía que tenía que estudiar una carrera para poder dar clases y conferencias porque los escritores ganan muy poquito. Sí que estaba bien informado.
En las presentaciones no faltan las personas que van para refutar algo a los presentadores y se vuelven el “espectáculo”, no voy a contar aquí nada de eso, aunque sí tengo algunas anécdotas al respecto.
O cuando uno de los escritores revela algo realmente extraordinario que si no hay por ahí un periodista que lo comunique al mundo, y los espectadores son muy silenciosos, aquella revelación quedará como un secreto entre los que estuvieron presentes.
Esas cosas que sólo se pueden apreciar si uno está ahí, es lo que realmente extraño. Porque aunque alguien más tenga la habilidad de contarlo a detalle no será lo mismo. Se tiene que vivir para apreciarlo.
Con el distanciamiento social todo aquello se limitó y comenzaron los eventos en línea, de los cuales francamente ya muchos estamos cansados para este momento de la pandemia. Aunque el internet permitió compartir el conocimiento de creadores de distintos países, la experiencia de ver a los escritores frente a frente, escuchar su voz sin interferencias y compartir el momento con otros asistentes es lo más significante.
Algo que aprecio de todo la actividad en línea, es el archivo digital que se ha quedado en las redes sociales y plataformas como YouTube. Hay días en que por más interés que tenga del tema, no quiero tener contacto con las pantallas y dejo pasar la transmisión en vivo. Pero en cuando puedo me voy a buscar el archivo grabado, con la ventaja de ponerle pausa y volver tiempo después. Clases, charlas, presentaciones, conferencias con especialistas, y no sólo en el tema de la literatura, en todas las disciplinas, se han quedado guardadas en la red.
Ahora que pase esto, porque al final todo pasa, ¿qué extrañarán? Yo, ahora que lo reflexiono, extrañaré ese momento de darle pausa a la vida, para volver cuando tenga más interés y ganas.
