Andrés Garrido del Toral
No es fácil ser alpinista, senderista, cañonista o montañista, es un deporte que requiere de mucha preparación física y mental pero sobre todo espiritual, además de conocimiento de la orografía y del clima cambiante, sumándole que a más de cuatro mil metros sobre el nivel del mar el oxígeno se encapsula y no es fácil respirarlo.
Agréguele usted que a todo esto debe hacer trámites burocráticos que van desde un simple pago de derechos como en los volcanes mexicanos pero sin contar con agua potable ni tratada en los campamentos —cuando los hay— y que se traduce en un calvario todo esto en el caso de montañas con fama internacional como el Aconcagua, Los Andes y Los Himalaya en que el trámite dura mucho y cuesta ídem en dinero. En Nepal y Pakistán tardan mucho en otorgar el permiso y en lo que contratas a los guías y bestias de carga pues ya se te fue todo tu recurso si eres millonario, pero si eres de medio o poco pelo no te queda más que buscar patrocinadores privados porque de los gobiernos no obtienes nada al considerar éstos que el montañismo no deja votos a diferencia de los ratones verdes. Subir el Everest te cuesta un millón de pesos.
Ya estás al pie de la montaña, con tu mejor amigo que es el silencio, rogándole a Dios que no vaya a tocarte una avalancha o el peligrosísimo hielo negro, lo más resbaladizo que hay, peor que la política, o que el cambio climático te cobre la estupidez del mundo industrializado y se te deshiele un glaciar como a menudo está sucediendo. ¡Muerte segura! Hasta una pequeña torcedura de tobillo te puede costar la vida si no vas acompañado, equipado y con radio comunicador. No calcular la neblina te puede jugar una mala pasada y tener que dormir a la intemperie con el peligro de congelarte si no eres perito.
La cuestión del servicio sanitario y alivio corporal es otro martirio: las heces fecales no se degradan a esas alturas, así que hay que cavar un hoyo para arrojar tus desechos mediante un tubo de plástico que si puedes debes lavar; en el caso de las mujeres deben llevar un tubito a manera de extensión de la uretra para desaguar la orina. Si en los campamentos no hay agua potable ni agua corriente menos en las faldas de la montaña, así que otro sacrificio más es llevar tu propia agua que pesa un kilo cada litro. Tu alimentación debe ser muy magra y nada pesada, así que debes proveerte de chocolates, pasas, cacahuates, emparedados de jamón y/o de jalea etcétera. Si te ven fumando los alpinistas profesionales se encabronan y te exigen apagues tu pitillo.
La gloria en caso de alcanzar la cima es solamente vencerte a ti mismo y no esperes que te aplaudan un estadio lleno de ochenta mil fanáticos. Si bien te va se entera una televisora y te entrevistan y transmiten la llegada a la cima.
Por cierto que casi todas esas modelitos y hombrecitos que salen en Televisa y TV Azteca dizque llegando a las cumbres no son montañistas profesionales, son turistas de montaña a los que suben pero que no trepan por sí mismos.
La única evidencia de tu triunfo personal como alpinista profesional es una foto o un video, o también dejar una reliquia que encuentre el próximo en subir. Esta es la forma que tienen los alpinistas con carnet internacional de demostrar que no se hace trampa o foto shop, los videos y fotografías son examinados escrupulosamente por jueces de las asociaciones internacionales de alpinismo que conocen las cumbres como la palma de su mano un onanista. ¡No hay posibilidades de chapucear como Roberto Madrazo Pintado en los maratones!
¿A dónde quiero llegar con todo esto? Pues a que en Santiago de Querétaro tenemos desde 1992 a la mejor montañista femenina de México: María Soledad Castro Serrano, conocida simplemente en el alpinismo mundial como Sol Castro, mujer fuerte de 47 años de edad, nacida en 1973 en Acámbaro, Guanajuato, cuna de la fundación de Querétaro, pero radicada en este Queretarín desde sus escasos 19 años de edad, en que se vino a estudiar la carrera de ingeniero industrial en el Instituto Tecnológico de Querétaro, siendo además una empresaria de éxito, madre ejemplar de dos mujercitas y un niño, líder católica y excelente chef.
La puso en la ruta del alpinismo una decepción amorosa y buscó en la montaña un escape positivo a su pena, conjugando cuerpo, mente y espíritu, hablando con Dios, haciendo sus pininos en el Iztaccíhuatl y luego en el Popocatépetl, para alcanzar más tarde las cumbres de esos volcanes enamorados y luego llegar a todas las alturas mexicanas como el Nevado de Toluca, La Malinche y su majestad Citlaltépetl, mejor conocido por la naquiza como El Pico de Orizaba. Se llenó de amor, sacó la basura de su mente y cuerpo y todo aquello que no es bueno para uno. Es jesuita de espíritu. Sus cuatro líneas de vida son belleza, bondad, divinidad y amor. La inspiran en su trabajo diario Eva Perón y Nelson Mandela.
La depresión sentimental la superó enfrentando a placas volcánicas que constantemente se mueven y rocas vivas apagadas o ígneas que te pueden quitar la vida en cualquier momento. Valió la pena para perdonarse a sí misma y tomar el liderazgo de su vida, poner límites a las personas que fueran injustas con ella. Su entrenamiento diario es correr dos kilómetros diarios, escalar ochocientos escalones en noventa minutos deteniéndose cada quince minutos un minuto, con resistencia de tres a cuatro grados.
Sol Castro Serrano es Comisionada Nacional de Montaña en la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada y miembro de la Asociación de Montañismo de la UNAM, que es la agrupación más prestigiada en el país en este tema. Soledad (su nombre verdadero) está en el lugar número 1 del top ten de montañistas mexicanas por sus logros en escalada en roca, cañonismo, espelilismo y senderismo. Ya alcanzó las cumbres del Aconcagua dos veces y única mujer mexicana en hacerlo (6956 msnm), la montaña más alta de América, pero también la del Kilimanjaro (5800 msnm) que es la cumbre más alta de África. En Los Andes ya hizo cumbre en la Cordillera Blanca de las montañas Yannapacha y Pisco. En Pakistán logró llegar a la cumbre del BroadPeak a 8000 mil metros de altura.
Pero su principal logro fue ser la primera y única mexicana que hasta hoy ha subido una montaña virgen en El Himalaya, en el techo del mundo. Fue su ascenso al LinkunChuli 2 de Nepal-Himalayas en 2019, siendo reconocida como la primera alpinista mexicana que abre ruta a una cumbre virgen, a donde nadie había llegado, situada a 6659 msnm. Lo hizo acompañada de seis alpinistas de diversos países, tocándole a Sol ondear la bandera mexicana en la difícil cumbre ese 28 de octubre.
Cuarenta veces ha escalado los volcanes mexicanos, pero su sueño es hacer catorce cumbres de más de ocho mil metros sobre el nivel del mar en cuatro años. Lamenta que no haya en México una escuela de montaña, pero su misión es difundir este difícil y apasionante deporte entre la juventud, a la que en múltiples conferencias internacionales ha llevado el mensaje de desarrollo humano integral. Su súplica diaria a Dios es regresar salva y sana con sus tres hijos. Ahora espera recibir la Presea Municipal al Deporte “Pedro “Mago” Septién”, este 25 de julio de manos del presidente municipal de Querétaro, Luis Nava Guerrero, en sesión solemne de Cabildo.