Por lo general al momento de comenzar un proceso terapéutico, el primer pensamiento y deseo suele ser: Quiero salvar mi relación, quiero que mi hijo deje ser tan rebelde, quiero dejar de ser un problema para los demás, quiero que mi pareja cambie, le voy a demostrar que no soy yo quien está mal, espero me digan cómo solucionarlo…
Siguiendo esta línea de pensamiento les puedo compartir, desde mi experiencia, que hubo un cambio radical conforme avancé en mi proceso. Pasé de desear salvar desesperadamente una relación tóxica y de culparme por mi separación, a enfocarme en mí misma para salir del ciclo abusivo donde me había metido inconscientemente.
Todos tenemos patrones tóxicos, conductas autodestructivas y cicatrices que nos generan conflictos intrapersonales y en nuestras relaciones interpersonales (con amistades, familia, pareja, etc.), todos. El problema es que muchas veces nos rehusamos a confrontar esas partes “rotas” de nosotros mismos y preferimos evadirlas o continuar con patrones de conducta que no nos dejan nada bueno en nuestras vidas.
Es común que las personas con la disposición de trabajar en sí mismas comiencen un tratamiento psicológico con el enfoque incorrecto. Erróneamente buscamos cambiar por complacer al otro, por estar bien con el otro, por salvar o ayudar al otro, cuando en realidad el enfoque debe ser siempre nosotros mismos.
La terapia no debe ser un instrumento de coerción, al contrario, debe ser una herramienta que autoconocimiento y sanación. Desde mi vivencia, una vez que comienzas a avanzar en esa introyección, acompañada por tu terapeuta, logras desarrollar una habilidad de autoanálisis, la cual te permite identificar tus trastornos emocionales y situaciones problemáticas, de esta manera prestas más atención a tus emociones, pensamientos negativos, conductas autodestructivas, etc. Este proceso suena más sencillo de lo que en realidad es.
Despojarnos de conductas con las cuales hemos crecido y aprendido a lo largo de nuestras vidas, es un proceso prolongado, fuerte y en muchas ocasiones, doloroso.
La terapia te conlleva a una metacognición para lograr un mejor autoconocimiento; concientizar tus pensamientos nocivos o imprecisos, así como controlar y aprender a visualizar señales rojas con mayor claridad, para responder de forma más efectiva. Es precisamente la abstracción y la confrontación, lo que te permite romper esas cadenas de conductas nocivas y generar nuevos patrones más sanos.
Mi psicóloga no pudo decirlo mejor:
“Yo no te voy a decidir qué tienes que hacer, mi trabajo es guiarte y darte las herramientas para que aprendas a trabajar en ti y tomes las mejores decisiones que te beneficien para tener una vida más plena”.
