Autoría de 2:00 am Enrique Calderón - Vidas deportivas

Lola «Dinamita» González, cuando la lucha se trae en las venas

ENTREVISTA: ENRIQUE CALDERÓN/LALUPA.MX

A diferencia de las actrices de televisión que son sólo caras y cuerpos bonitos, Lola González no sólo es una mujer de exuberante belleza y escultural cuerpo, también fue una luchadora llena de pundonor, entrega, disciplina y que se caracterizaba por su enorme respeto a la lucha libre; carrera que ha sido su vida y que le ha dado enormes satisfacciones, algunas de ellas a costa de sangre, sudor y lágrimas.

Y es que Lola llenaba las arenas de todo México, Japón y Estados Unidos, y miles de admiradores, sobre todo varones, la miraban suspirando siquiera por un guiño de la bella juarense. Pero no sólo los aficionados la admiraban, el gremio de reporteros de lucha libre la buscábamos para solicitarle una entrevista y presumir orgullosos que habíamos entrevistado a la gran Lola “Dinamita” González.

Sin embargo, atrás de aquella estrella internacional, que con el paso del tiempo luchó más de 60 veces en Japón durante 20 años, y cuya imagen fue portada en las diferentes revistas de lucha libre, había una mujer que yacía en un asiento de avión, en las interminables giras, luchando hasta tres veces en un mismo día, demolida, agotada, hecha puré, con el único y firme objetivo de mantener a sus tres hijas, a un precio muy alto: golpes, lesiones, viajes en carretera peligrosas, en camiones sucios, en autos apretujados con varios compañeros y viajando una y otra vez en aviones, para llegar a su casa y ver a sus hijas a veces un día, a veces horas y nuevamente hacer su maleta, preparar su equipo y salir a trabajar.

“VIVÍ CASI EN EL DESIERTO”

“Nací hace 62 años en Ciudad Juárez, Chihuahua», dice Lola a LaLupa.mx y recuerda que vivía en la periferia de la ciudad, casi en el mero desierto. «Mi padre tenía una fábrica de tabiques y mi madre se dedicaba al hogar: aprendí a leer con clases en la radio, éramos dos mujeres y un hermanos que hace poco falleció y de lo cual apenas me estoy recuperando de la pena. De niña me llevaron a ver en las matinés las películas de los campeones justicieros: Tinieblas, Mil Máscaras, Blue Demon y El Santo, quienes fueron mis primeros contactos con la lucha libre».

Más tarde, recuerda Lola, una amiga de la infancia que se llamaba Loreto y que tenía un novio luchador la llevó por primera vez a una función de lucha libre. Tenía 12 años y confiesa que salió «espantada» de tanta violencia, gritos, golpes y sangre.

«Decidí no volver a las luchas, pero más pronto que tarde pegaron en las paredes de mi pueblo unos posters de una función encabezada por mujeres luchadoras, entre ellas Irma González, Toña La Tapatía, Las Viudas Negras; me impactaron verlas con sus capas, sus botas, sus trajes de baño, su feminidad, su carisma y que volvían locos a los aficionados. Justo en ese momento me vino a la mente ser como una de ellas, y que la gente me aplaudiera y me pidiera autógrafos, y el destino así lo quiso, pues unos días después en unos carteles se hacía la convocatoria para seleccionar a jovencitas que quisieran ser luchadoras profesionales, el maestro era el gran Gory Guerrero, quien fuera pareja de El Santo. Total, mi amiga Loreto me llevó, y cosas de la vida, yo fui seleccionada y ella no”.

“DE MOJADA PARA GANAR DÓLARES»

“Luego de entrenar durante un año en la Arena Internacional con Gory, a quien califica como «una gran persona, un excelente señor, buen ser humano, quien junto con su familia me apoyaron y me cuidaron de abusos», Lola ya estaba preparada para ser profesional, sin embargo surgió un imprevisto: no tenía dinero para comprar sus botas, su traje de baño, su capa, es decir, el equipo necesario para su debut en Casas Grandes, Chihuahua, en 1975.

Al no contar con dinero, y acostumbrada a vivir en la frontera y a ver como mucha gente va y viene como indocumentada, «me fui de mojada a Estados Unidos a trabajar un par de semanas en la pizca de chile y de tomate, y me gané mis buenos dólares, eso sí con mucho riesgo y miedo de que me fuera agarrar la migra”. El equipo para Lola, entonces, no tardó en llegar.

En 1975 fue su primera lucha «y ni cómo olvidarla, pues la noche anterior no pude dormir de la emoción de verme arriba de un ring y que el réferi me levantara la mano como ganadora, pero pues qué desilusión, pues me enfrenté en duelo de parejas a dos grandes luchadoras: Marina Rey y Estela Molina, un par con mucha experiencia. Yo, muy inocente, pensé que lo que había aprendido en los entrenamientos pues lo iba aplicar arriba del ring y santa sorpresa, me dieron la paliza de mi vida, una arrastrada salvaje, no me dejaron hacer nada, no pude lanzar ni unas patadas voladoras, me agarraban del cabello como muñeca de trapo, me cachetearon, me rompieron mi traje de baño nuevo, me patearon hasta que se cansaron, terminé con la lengua rota y llena de sangre; luego con el tiempo entendí que como novata esa fue mi prueba, y pues creo que aunque perdí, la prueba la pasé, fue así que comencé a conocer los sinsabores, los encantos y los misterios de la lucha libre”.

«QUEDÉ ENCANTADA CON EL FISHMAN»

A partir de ese día, Lola comenzó a luchar en diversas arenitas de Ciudad Juárez, así como en las reservaciones de los indios navajos en donde luchaba cada 15 días, ésa era su área de trabajo. «Sin embargo, estaba ansiosa de conocer nuevos horizontes, sabía de la lucha libre en la ciudad de México y tenía la gran ilusión de conocer la capital; fue así que una amiga me comentó que iba a venir a luchar Fishman, un gran luchador que tenía muy buen cartel no sólo en Ciudad Juárez sino en todo el norte de la República y le supliqué que me lo presentara y así fue, me lo presentó y quedé encantada, yo ya tenía 17 años y él me llevaba 10 años; yo le preguntaba todo, pero él era muy serio, nada más se reía, y pues nos dimos un beso en un driving un lugar donde te sirven una cerveza en tu coche, y por la inocencia del primer amor, yo pensé que ya estábamos comprometidos”.

Lola recuerda que en Ciudad Juárez comenzaron a surgir las maquiladoras de ropa, y las mujeres sólo tenían un destino, trabajar en las fábricas de sol a sol en donde eran explotadas con salarios de miseria y despedidas sin liquidación. «Mi madre quería que dejara la lucha libre y que me pusiera a trabajar, pero para fortuna mía nunca tuve la precisión en los ejercicios y no pasé las pruebas que hice en dos fábricas, así que de plano dije esto no es lo mío y me hice el propósito de convertirme en una verdadera luchadora profesional.

“Fue así que conocí a dos grandes estrellas de la lucha libre exótica: Sergio El Hermoso y el Bello Greco, ellos me llevaron, junto con una amiga, con Marina Rey, sí la misma que me había dado una zarandeada en mi primera lucha. Platicamos con ella de nuestra ilusión de conocer México y ser luchadoras profesionales, y Marina como para salir del compromiso nos dio su dirección en México y nos dijo que cuando quisiéramos podríamos ir a visitarla y que nos ayudaría a conseguir trabajo en las arenas de la capital».

Lola recuerda divertida que le tomaron la palabra y llegaron hasta su casa en la colonia Tepalcates. Por supuesto, dice nuestra entrevistada, Marina estaba entre sorprendida y enojada y nos reclamó que no le hubiéramos avisado antes. «Le dije es que ella misma nos había dado la dirección y que  nos dijo que nos iba a presentar unos promotores. Pese a su enojo nos ofreció un cuartito en la azotea y nos presentó a Francisco Flores, que con el tiempo se convertiría en uno los promotores más poderosos de México.

“El promotor nos llevó a un gimnasio y de inmediato se dio cuenta de mi capacidad, las mismas compañeras me comentaban que venía yo muy bien preparada, así que comencé a luchar dos veces a la semana en Toluca y Pachuca y con ese dinerito nos alcanzaba para pagar el cuarto y medio comer porque a veces pedíamos fiado a la señora de una fondita donde comíamos casi diario. Sin embargo tuve que mentirle a mi papá pues le dije que estaba muy bien en la Ciudad de México, que no me faltaba nada, que ya había firmado contrato y que no se preocupara, en fin mentiras piadosas”.

LAS GIRAS INTERNACIONALES

Lola González participó en diversas asociaciones de lucha libre internacional como la Universal Wrestling Association y la World Wrestling Association; fue campeona mundial femenina de la UWA en los años 80s por cuatro ocasiones. En Estados Unidos la gladiadora mexicana tuvo una carrera más que exitosa pues logró el campeonato de NWA en California y en el Mundial Championship Wrestling derrotando a la que fuera su maestra Irma González en el mismísimo Texas Stadium en 1982, y poco más tarde en el Wrestling StarWars, donde derrotó a Vicky Carranza y a la Pantera Sureña.

En la Ciudad de México protagonizó sensacionales batallas contra las “Irmas” Gonzáles y Aguilar, Pantera Sureña, al lado de Xóchitl Hamada y Lady Apache en contra de la rudísima Martha Villalobos y Wendy. Fue en los 90 cuando la hermosa Lola, quien ya había alcanzado el éxito y gozaba de fama internacional, apareció en la prestigiada revista Arena de Lucha Libre al lado del jovencito Alejandro Ibarra que iniciaba su carrera como actor profesional.

LA AVENTURA EN JAPÓN

La mexicana se convirtió en un verdadero ídolo en la tierra del sol naciente y participó en el gran evento de mujeres “Japan Womens Pro Wrestling”. En aquel país acumuló una serie de victorias ante rivales no sólo japonesas como Bull Nakano, sino con luchadoras de todo el mundo, lo que le sirvió para ganarse el reconocimiento y la admiración del exigente público japonés.

“En Japón tuve una gran época, cuando las vacas estaban más que flacas me sostenía con lo ganado en tierras orientales. Y pensar que yo no quería ir a Japón, lo que quería era casarme con Fishman. Cuando me hablaron de la empresa para decirme que me proponían ir a Japón, rechacé la propuesta, pues como estaba muy enamorada yo no quería ir porque pensaba que me iban a robar a mi enmascarado. Sin embargo, después lo pensé bien, y finalmente tomé la decisión y viajé a Japón, firmé el contrato y nunca en toda mi carrera había ganado tantos dólares.

«Al regresó me casé con Fishman y trajo a sus hijas desde Ciudad Juárez donde las tenía con su madre pues su ex esposa había fallecido. Pensé que íbamos a tener una vida familiar pero desafortunadamente no fue así. Inclusive nos tocó luchar juntos en muchas giras, sinceramente no creo que haya habido en México una pareja de luchadores tan exitosa como nosotros, y eso también perjudicó la relación, hubo logros profesionales, económicos, pero nuestra vida familiar se fue derrumbando hasta que se terminó”, comenta con nostalgia Lola.

Lola González continuó luchando en el extranjero en los años 90 con sus espectaculares encuentros contra La Monster. Ambas tuvieron mucho éxito, tanto que causó malestar y la situación fue mal vista por los promotores mexicanos, a tal grado que Lola fue vetada casi un año en las arenas nacionales, y prácticamente todo el dinero que ganó en sus giras internacionales poco a poco se fue terminando.

Debido al nulo trabajo en México, Lola y La Monster deciden abrir mercado en Europa, continente donde se presentaron en Bélgica, Holanda, Irlanda y Hungría. Con el dinero ganado pudo sostener a sus tres hijas al costo muy alto de no verlas durante casi tres meses.

“En Holanda volví a encontrar el amor con un empresario holandés aficionado a la lucha libre, se llamaba Ernest, fue una relación muy bonita que duró más de 25 años, yendo y viniendo cada año. Era de Rotterdam, era muy amable y cariñoso, pero me llevaba 20 años, y con el paso de los años la relación se enfrío, pues a veces vivir tres o cuatro meses en Holanda, me daba nostalgia y tristeza, sobre todo en temporadas de mucho frío, extrañaba mucho a mi México y a mis hijas, así que, de plano, la relación se terminó”, recuerda.

La fama y la gloria quedaron atrás. Ahora, la ex luchadora Lola González vive retirada en una casa al sur de la Ciudad de México, aunque sigue ligada a la lucha libre, pues imparte cursos de defensa personal a grupos de mujeres,  y también hace labor social con eventos que organiza, como el de abril donde llevó a cabo una kermesse para el día del niño en el Museo del Juguete en la colonia de los Doctores.

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Last modified: 20 septiembre, 2021
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