Dicen que hay poemas para todos. Si es verdad, ¿hay un poema para los vecinos que prenden la lavadora a media noche? Si es así, mándenmelo.
En la casa, de lado derecho, han vivido cuatro familias. Todas igual de escandalosas. Pero estos últimos sí que perturban el sueño en ciertas épocas. Y eso que sólo vienen una vez al año. El señor trabaja en Estados Unidos y antes regresaba para ver a la familia. Era curioso, pero cuando la señora vivía sola con sus hijas, con frecuencia escuchaba el tirar de canicas, oía claro el recorrer de las pelotitas de vidrio por todo el piso. Después algunos pasos en tacones. Supongo que era la señora, en un extraño juego. O tal vez las hijas. No lo sé, nunca pregunté. ¿Cómo hacerlo?
¿Disculpe, se pone tacones para jugar a las canicas a media noche?
¡Jamás!
Después ella aprendió inglés y desde hace 10 años viven todos allá. Sólo vienen una vez al año, para visitar a la familia. En esta ocasión primero llegó la señora. Me di cuenta que llegó porque a media noche empezó un zumbido fuerte, las paredes y vidrios de las ventanas vibraban. Al principio pensé que era el vecino de atrás, que luego renta luces para iluminar su patio, cuando tiene fiesta. Pero no. Al acercarme a la ventana pegue mi nariz en el vidrio y noté que temblaba, al apoyarme en la pared también temblaba. Con ese ruido y sin poder dormir, me mantuve hasta las dos de la mañana.
Al otro día, en el encuentro con las vecinas, dijo la señora que llegó muy noche, no tenía sueño y se puso a lavar.
Debo confesar que no les tengo tanto aprecio. Hace como seis años mandaron a un familiar a limpiar la casa, antes de su llegada. El familiar no se percató que no servía el tinaco y se fue luego de limpiar. Cuando yo llegué a casa y subí a mi cuarto, me senté en la cama para quitarme los zapatos y al poner el pie sobre el piso noté que estaba mojado. ¿Quién tiró agua?, exclamé. Y al mirar más a detalle me percaté que la humedad venía de un pequeño hilo de agua que baja de la pared. Quizá llovió y hay una gotera, fue mi primera idea. Y no era época de lluvias. Justo a la mitad de un stand lleno de libros, vi una enorme burbuja en la pared. Apenas la toqué y se reventó, el agua cayó y mojó muchos de mis libros y revistas. En algunos casos fue pérdida total. Esa noche tampoco dormí, por estar llamando a los familiares de los vecinos, hacer separación de libros y secar todo el piso.
Hace dos días llegó el señor y volvió a pasar lo mismo. El zumbido, checar si era el vecino de atrás, la mano en la pared.
Ya tengo miedo de que se ensucie la ropa. Y les de ganas de lavar de noche. Porque necesito dormir. Lo bueno es que sólo son unas semanas.
Intento leer un poco mientras está el ruido, ayer se me ocurrió la idea de buscar en los libros que tenía a la mano algún poema dedicado a los vecinos. Fallé en mi búsqueda. Pero estoy segura de que sí los hay. Si lo encuentran, mándenmelo. Porque no quiero ser yo quien lo escriba.