PRIMER TIEMPO: “FUTBOLISTA”
Bella palabra para quien soñó con serlo en algún momento.
Su belleza, además, nos incluye a todas.
Futbolistas somos todas las que anotamos un gol en una pequeña y endeble portería antes de volver a casa y cenar con la familia; las que perdimos un balón por hacer un drible de más y aprendimos la lección cuando otra compañera se obstinó en demostrar talento antes que humildad.
Futbolistas somos todas las que nos ilusionamos con filtrar un pase con el que franquear una muralla conformada por una línea de cinco. Futbolistas somos las que nos esforzamos por alcanzar el balón antes de que salga del terreno de juego y una vez con él en nuestro poder, nos mentalizamos para para soportar la arremetida de un rival. Porque futbolistas somos las que sabemos que un partido es, al mismo tiempo, una carrera de resistencia y una partida de ajedrez.
Futbolistas somos todas las que vemos una portería e inevitablemente imaginamos la jugada que precede a un gol. Porque no nos basta con imaginarnos un balón cruzando la línea definitiva. No. Necesitamos imaginarnos los segundos previos. Necesitamos recrear la situación; disfrutamos esa capacidad de fantasear en campos desiertos donde las porterías son el caballete y lienzo donde trazamos el dibujo de un gol.
Ser futbolista o haber soñado con serlo es sentir emoción y nostalgia frente a todas las canchas que se cruzan por nuestro camino.
VAR: Me pregunto: ¿Cuándo comenzaremos a sentir nostalgia por jugadoras, equipos y campeonatos femeninos?
Para contribuir a que eso dentro de muy poco sea posible, escribo sobre una de las (bellas) nostalgias del futbol femenino. El primer gran campeonato que consiguieron las futbolistas: la conformación del primer equipo femenino de la historia.
SEGUNDO TIEMPO: BRITISH LADIES FOOTBALL CLUB
Ese es el nombre del primer equipo femenino de la historia. Repitámoslo: Britsh Ladies Football Club.
Dos nombres más son importantes en torno a la creación de este club fundado en 1893.
El primero es un seudónimo, como dirían por ahí, una elegante mentira: Nettie Honeyball. Ella fue la fundadora del equipo que, como otras feminista de la época, empleaba un sobrenombre con el que firmar y llevar a cabo sus acciones. Para la creación del club puso un anuncio en el periódico convocando a todas las mujeres que quisieran integrarse en el equipo. A la cita se presentaron treinta jugadoras. Maravilloso e intrigante es imaginar qué llevaban consigo las jugadoras o qué tipo de prendas alistaron la noche anterior del encuentro; qué les dijeron sus familiares, sus amistades o parejas. Quisiera, en especial, imaginarme la historia de una de esas treinta mujeres que se presentó sola, que anotó un gol y que cuando volvió a casa era otra persona y nadie, más que ella, podía saberlo. También dedico unos segundos a evocar a las mujeres que leyeron el anuncio y, temerosas, no acudieron a la cita y esperaron, día con día, la publicación de una nueva convocatoria en busca de jugadoras.
El segundo nombre propio es el de la Primera Guerra Mundial. Al irse los hombres a la guerra, las fábricas se vaciaron y las mujeres trabajaron en ellas. Pero no solo se pusieron el overol, también los botines de juego. Cada fábrica tenía su equipo que, a falta de hombres, fue representado por mujeres. El equipo más célebre de aquella época fue el Dick, Kerr’s Ladies de Preston, que de sus 828 partidos disputados ganó 758 y solo perdió 24.
Durante la Gran Guerra, en Inglaterra las mujeres trabajaban con las manos y se divertían con los pies. Cuando el conflicto bélico terminó y los hombres, no todos, volvieron a las fábricas y a los campos de juego, las mujeres querían seguir jugando pero la FA (Football Association) no lo permitió y, entre otras medidas, les restringió la entrada en los campos oficiales. Las jugadoras, por respuesta, se organizaron y conformaron la Ladies Football Association.
Ingenuos aquellos que quisieron prohibir la ilusión de jugar cuando lo único que necesitan las futbolistas es un balón y una portería, real o imaginaria, donde llevar a cabo las gestas más heroicas, tal y como lo hicieron aquellas mujeres jugando futbol en los descuidados campos de rugby.
TIEMPO EXTRA: LAS FUTBOLISTAS NO SE VEN EN HIGH DEFINITION
Busco en Youtube jugadoras icónicas: Marta, Maribel Domínguez, Conchita Sánchez, y los videos con la compilación de sus jugadas se ven borrosos, no tienen un buen encuadre y repiten, una y otra vez, una jugada a falta de más material.
¿Cuántos goles y jugadas se perdieron porque nadie puso una cámara delante de estas deportistas excepcionales?
Qué bueno que existan esos registros, sí, pero son solo un demostración más de la sombra en la que aún se encuentran las proezas ejecutadas por los pies femeninos.
Rastreo a una jugadora más contemporánea: Charlyn Corral, mexicana de veintinueve años que actualmente milita en el Atlético Madrid. Es una millenial, una profesional que trabaja en una de las capitales más importantes de Europa. Sin embargo los videos con sus jugadas más representativas parece que fueran rescatados de la cámara de video de un familiar, como si más que un documento público, pertenecieran a un diario, y no al registro que se hace de una deportista de élite.
Ojalá pronto, pero que muy muy pronto, los partidos de futbol femenino dejen de ser percibidos y documentados como actos íntimos para ser divulgados y vividos como eventos y espectáculos con los que convivimos en nuestro día a día. Ojalá pronto, como bien cultural y emotivo, rememoremos a las grandes jugadoras y sintamos nostalgia por esos equipos que marcaron época tanto por lo que consiguieron en el césped como fuera de él: que el futbol sea una fiesta para quien añoró convertirse en “Futbolista”, palabra que une la ilusión de todas.
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