Autoría de 1:45 pm Niels Rosas Valdez - Procesos del Poder

El eco y error en Afganistán – Niels Rosas Valdez

Apenas transcurrían los primeros días de enero de 2001 cuando George W. Bush juró como presidente de Estados Unidos de América (EUA), y tan pronto como octubre, bajo influencia del recientemente fallecido Donald Rumsfeld, lanzó la Operación Libertad Duradera (OLD) contra el régimen talibán en Afganistán. En febrero del año pasado, el inquilino en turno en la Casa Blanca, Donald Trump, ordenó el cese de hostilidades entre las fuerzas militares estadounidenses y los grupos talibanes. ¿Qué imagen se puede apreciar ahora?

Los casi 20 años de guerra entre Afganistán y EUA (y sus aliados) fue la más extensa que ha sostenido el país de las barras y las estrellas. Muchas decisiones de Trump como presidente fueron catastróficas, pero lo cierto es que, así como fue difícil la acción por parte de Barack Obama de retirar las tropas estadounidenses de Irak culminando en 2011, la decisión de abandonar Afganistán fue complicada, aunque obedeció a la necesidad de recuperar efectivos para el mejoramiento de la imagen presidencial.

Si bien la decisión de Trump se suscitó a finales de febrero del año pasado tras el acuerdo de paz con el representante de los talibanes, el creciente esparcimiento de la Covid-19 en el globo en ese momento retrasó el proceso de retiro de tropas y aún no ha acabado. La pandemia ha desacelerado el abandono de unidades de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), comandadas por EUA en la OLD en Afganistán, permitiéndoles a las autoridades militares decidir qué secciones del ejército deben regresar a suelo estadounidense y qué otras deben esperar en el país del sur asiático mientras les llega su turno de salir.

No obstante, esta peculiar situación, en la que la resistencia a salir de Afganistán se materializa en la mera acción de atender los protocolos sanitarios de la Covid-19, no sólo trae ecos de la Guerra Fría, sino que exhibe un escenario diferente al de hace casi dos décadas. En 1989, tras diez años de ocupación soviética en Afganistán, el gobierno de Mikhail Gorvachov ordenó dejar de sostener una presencia militar en el país asiático. La difícil decisión fue trascendental para dotar a la Unión Soviética (US) de unos meses más de vida y mejorar su imagen global ante sus rivales, con los que después entabló relaciones más significativas.

A pesar de ello, el retiro de tropas soviéticas fue considerado como un golpe al prestigio militar, político y de poder de la US, algo que no se interpreta ahora con la salida de las tropas estadounidenses y de la OTAN. El extremismo en Afganistán provocado por los talibanes se vio reducido en los casi veinte años y ese es el beneficio que EUA resalta, pero no fue eliminado. A decir verdad, es un compromiso muy difícil de completar. El extremismo talibán nace no de las armas, sino de las ideas de un sector de esa comunidad.

La intención de erradicar el extremismo es imprescindible para la seguridad internacional, la democracia, el Estado de derecho y la gobernanza global, no obstante, el enfoque que se empleó para conseguir tal cometido no fue el apropiado. Se puede eliminar a una persona extremista, quien sostiene un arma y hace la guerra, pero no se puede matar una idea. Eso, en cambio, sí es lo que se le puede criticar a EUA, que finalmente era el líder de la OLD en la que participaron decenas de países.

Por otra parte, si bien Afganistán no se dejó como un Estado fallido tras la ocupación estadounidense, el país surasiático sí ha presentado muchas dificultades para superar la situación que ha dejado la guerra. Tierras infértiles, discrepancias entre la gente por seguir o no la democracia, instituciones existentes, pero frágiles, y la existencia de grupos talibanes en regiones clave son unos de los escenarios que hoy en día se manifiestan en Afganistán.

La salida de EUA desde principios de 2020, y que aún no termina, está dejando ver un panorama muy similar al experimentado en 1989 tras la salida de una potencia mundial en Afganistán como lo fue la US. La erradicación del extremismo, principal razón de la intervención, no fue completado y al país del sur de Asia se le ha dejado ahora a su suerte sin haber reconstruido su Estado ni asistido propiamente a su sociedad.

NIELS ROSAS VALDEZ
ESCRITOR, HISTORIADOR E INTERNACIONALISTA
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Last modified: 6 septiembre, 2021
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