Así lo advertimos con oportunidad. Mesas receptoras vacías para recibir la opinión ciudadana sobre la farsa montada por AMLO y Morena para desahogar la “consulta popular”, que no tenía ni pies ni cabeza. Apenas acudió entre el 7.07 al 7.74% del electorado, dejando muy lejos el requisito del 40% que exige la Constitución.
Fallido fraude de supuesta democracia de participación directa para la toma de decisiones del “pueblo”. El resultado confirmó los fraudes para cancelar la obra del aeropuerto de Texcoco, así como la obra de la cervecera Constellation Brands, en Mexicali.
Con menos del 1% de inscritos en el padrón electoral, en octubre de 2018, cuando aún no era presidente López Obrador, organizó su propia consulta para destruir la obra del aeropuerto de Texcoco. Un millón 67 mil 859 participaron en esa aberrante “consulta”. Suficiente para cancelar una obra que traería millonarios beneficios a México y crearía miles de empleos. La “consulta” de AMLO destruyó el principio de la economía de los mexicanos. Para 2019 el PIB cayó bajo 0.
En marzo de 2020, llevaría a cabo otra farsa de “consulta” para destruir la obra de la cervecera Constellation Brantds en Mexicali, una inversión de un millón 500 mil dólares, que también crearía miles de empleos directos e indirectos. 27 mil 937 personas acudieron a votar la no construcción de la fábrica, amloistas de aquel municipio. 3.51% del padrón electoral del municipio bastó para cancelar aquella obra.
Después diría Diana Álvarez, subsecretaria de Desarrollo Democrático y Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación, que ya verían opciones para subsanar los daños causados a la empresa. Volver a pagar con dinero público los caprichos de AMLO, todo por manipular sus “consultas” populistas.
Sin reglas legales, Andrés Manuel López organizó sus “consultas” y decidió tomar acciones atroces en nombre de la sociedad. Así de tramposas e ilegales han sido sus “consultas” ciudadanas.
Esta vez los mexicanos no cayeron en la trampa. Por primera vez, bajo reglas constitucionales y legales, AMLO probó que no puede manipular a la sociedad madura. Esta vez tenía que alcanzar la meta del 40% de la lista nominal de electores, rebasar los 37 millones de ciudadanos que acudieran a las mesas receptoras que instaló el INE.
Decepción del “demócrata”, no tiene el respaldo del pueblo, no alcanzaron ni el 8% de la lista nominal de electores. Él y su partido Morena pensaron que fácilmente alcanzarían el objetivo: lograr que acudieran millones de empadronados para emitir su opinión.
No importaba si era a favor o en contra la voluntad del opinante ciudadano, bastaba con que acudieran más de 37 millones. La trampa de AMLO para confundir a los electores cuando mañosamente dijo: “voy a votar (sic), pero en contra”, a fin de convencer a los indecisos de acudir y votar en contra. La inmensa mayoría no cayó en el engaño de “la democracia dirigida”.
La razón del fracaso hizo que Ricardo Monreal Ávila, sacara otra “carta de la democracia”. Van por la revocación de mandato. Inician por calentar el terreno político y legal. La idea del morenista, que ha sido despreciado por AMLO para sucederlo en el poder: crear una nueva ley, aún innominada, que regularía el procedimiento para que el INE conduzca el proceso revocatorio. Han incumplido con su propio mandato de 180 días para crearla; ahora empezarán.
Otra trampa de la “democracia dirigida” morenista. El acto se tendrá que llevar a cabo el año venidero, acorde con la Constitución. Van por la regulación secundaria a modo para que no vuelvan a perder vergonzosamente. Inamovible el porcentaje del 40% de los electores del padrón electoral, por ello acomodarán a placer la norma secundaria. En ambas Cámaras tienen la mayoría simple que les permite crear, reformar, derogar o abrogar cualquier norma secundaria, no necesitan de la oposición.
Si bien podrán adecuar a su antojo el procedimiento, el 40% de participación no podrán alterarlo, primer obstáculo. La idea va en dos sentidos: una, que no deje el cargo AMLO a los 3 años que estará cumpliendo el primero de diciembre próximo.
Y dos, abrir la posibilidad de prorrogar su mandato bajo el argumento de “el pueblo quiere que siga gobernando”, torcer el sentido de la Constitución, como lo hizo con la intentona de dejar más allá del periodo que se concede al presidente de la SCJN, por medio de una norma secundaria. El peligro acecha. Por lo pronto, continuarán los lamentos, quejas y argumentos de la gran derrota en las mesas receptoras. ¿Dónde quedaron los 40 millones de electores que llevaron a la presidencia a López?