Me refiero a la consulta ciudadana del domingo primero de agosto, no a un encuentro de futbol ni a nada por el estilo.
México, como nación, ha perdido después de este ejercicio innecesario para preguntar a la gente algo que nadie o muy pocos entendieron, aunque sí fue de utilidad para el presidente López y sus planes políticos.
Entonces, preciso: México perdió, aunque López Obrador ganó. Me explico.
NO FUE UN EJERCICIO DEMOCRÁTICO
Discrepo totalmente de quienes consideran que a pesar de la poquísima afluencia a las urnas en la referida consulta ciudadana (apenas unas ocho millones de personas de las más de 90 millones que tenían derecho a sufragar) esta fue beneficiosa porque promueve la democracia participativa. Eso es falso.
Una consulta ciudadana en la que la pregunta no es entendible y, peor aún, es “traducida” a su conveniencia por los políticos apoyadores de dicho ejercicio, no puede ser democrática en tanto que la población no sabe a ciencia cierta qué votará.
No es un ejercicio democrático ni el “inicio de la democracia participativa” en el momento en que “la traducción” de la inentendible pregunta es interpretada políticamente por la gente de Morena, y por el presidente López Obrador, hacia una condición falsa: decidir juzgar o no a cuatro expresidentes del país.
En México, hasta donde tengo entendido, existen leyes que establecen con claridad cómo se procede para juzgar a una persona por la presunta comisión de uno o varios delitos; ninguno de los mecanismos que se contemplan hacen referencia a una consulta ciudadana.
No es democrática, en fin, porque Andrés Manuel López Obrador usó a la gente, a través de esta falsa consulta ciudadana, para posicionarse políticamente con miras al proceso electoral de 2024 y, antes, para la consulta sobre la revocación o no de su mandato, programada para febrero o marzo del año venidero.
De “pasadita”, la pseudoconsulta sirvió a modo de distractor y para reducir la crítica y las preocupaciones en torno a la gravedad de la tercera ola de Covid-19 y a la situación de violencia que se esparce por el país.
PERO SIRVIÓ A LÓPEZ
Ya decía que, independientemente de la paupérrima participación ciudadana en la consulta y lo inentendible de la pregunta, López Obrador podrá sacar raja política de ella, gracias a que al realizarse él cumple su palabra de “fomentar la democracia participativa” (aunque sea engañosa).
De igual manera, la consulta abre la puerta para que Morena y el presidente mantengan vivo el discurso de juzgar a los expresidentes a través, sin embargo, de otros mecanismos.
Hoy, por ejemplo, el senador Ricardo Monreal –morenista e incondicional del presidente de México– tiene lista una iniciativa de ley para crear una “Comisión de la Verdad” que supuestamente se encargaría de investigar los “crímenes” de los anteriores presidentes del país.
No obstante lo anterior, la historia muestra que este tipo de comisiones muy pocos avances muestran. Quizá esta no sea la excepción y probablemente no avanzará ni terminará en un juicio en contra de uno o varios expresidentes.
Sin embargo, dará discurso a Manuel López Obrador, de aquí a febrero-marzo de 2022, para hacer campaña a fin de ganar la nueva consulta sobre si la gente está de acuerdo o no en revocar su mandato presidencial.
LA DERROTA
Por eso digo que México perdió: porque la gente fue engañada, porque no hubo consulta, porque el resultado de esta conduce a nada, porque no fortalece la democracia y, por el contrario, tiene más probabilidad de decepcionar al electorado que animarlo a seguir participando; porque López Obrador y Morena usaron este ejercicio con fines eminentemente político-partidistas.
Por eso debemos de lamentar que sólo siete de cada 100 electores, en promedio, haya concurrido a las urnas. Las razones del escaso electorado en las urnas serán múltiples, pero ninguna cambiará los hechos y la realidad de la consulta.
Por eso pienso que México merece más que esto.