Hace unas semanas dábamos a conocer la publicación de la Ley para la Atención de las Migraciones en el Estado de Querétaro; señalamos que, más allá de ser un nuevo ordenamiento jurídico que establece las bases para generar beneficios concretos hacia todos los implicados en el tema migratorio, era un reconocimiento mínimo para los migrantes, su trabajo y aportación a Querétaro y al país.
En medio de tiempos complejos en cuestión sanitaria, económica y social, el Banco de México nos da a conocer que en el primer semestre del presente año las remesas crecieron un 22.4 por ciento con referencia al mismo periodo del 2020; pasando de 19 mil 290 millones de dólares en el primer semestre del 2020, a 23 mil 618 millones de dólares en el primer semestre del 2021.
Detrás de números fríos y que podrían parecer optimistas, tenemos que reconocer que existe el rostro de mujeres y hombres solidarios, que tuvieron que dejar sus lugares de origen para trabajar en otros países, Estados Unidos principalmente, y lograr así mejores condiciones de vida para ellos, sus familias y comunidades.
Si bien el ingreso económico que percibe un país por el concepto de remesas es benéfico para la nación receptora, de ninguna manera debe celebrarse, por el contexto que existe alrededor, mucho menos debe presumirse como un logro gubernamental, cuando deberíamos estar enfocados en generar condiciones para que las familias puedan encontrar oportunidades de desarrollo en sus lugares de origen, sin verse obligadas a emprender un viaje complejo y con cierta peligrosidad.
Algunos análisis económicos indican que el aumento en la remesas está teniendo un efecto compensador ante la caída del turismo en el país; si bien el incremento podría atribuirse a la recuperación económica de Estados Unidos, es importante señalar que, en el 2020, a pesar de la contracción económica, también crecieron con respecto al año anterior. Las remesas, producto de la solidaridad y el trabajo de los migrantes, han sido “inmunes” ante la crisis económica global.
Para dimensionar la importancia de este ingreso para el país, es importante recordar que México es el tercer receptor de remesas en el mundo, sólo por detrás de China e India; además se estima que entre nacidos en el país, de segunda, o de tercera generación, en Estados Unidos hay alrededor de 38 millones de mexicanos.
México se ha vuelto un país cada vez más, económicamente, dependiente de las remesas, lo que debería ser un aliciente extra, se ha convertido en parte crucial de la economía nacional en los últimos años.
Las cifras que reflejan el impacto del trabajo de nuestros migrantes en las finanzas de México nos sirven para reconocer el enorme esfuerzo que hacen nuestros connacionales; reconocimiento insuficiente si no está acompañado por un trabajo en conjunto que genere mayores oportunidades para ellos y sus familias. Sin duda, existen muchas asignaturas pendientes en materia migratoria.