INTRODUCCIÓN
La imposición de ideologías y el uso de discursos para la satisfacción de intereses políticos es algo que puede generar grandes y graves repercusiones de suma importancia en la concepción del mundo, en especial en aquellas regiones como Medio Oriente que son etiquetadas como inestables o peligrosas desde una cosmovisión occidental. El reforzamiento de este tipo de acciones puede ser un arma de doble filo: puede tener cuestiones positivas o negativas, de acuerdo con los intereses de aquellas personas que poseen el poder para influir en toda una colectividad.
La concepción de oriente es distinta de acuerdo con la culturización que se tiene en el entorno, y lo mismo puede ocurrir con el concepto de seguridad, ¿la seguridad implica lo mismo en el lado occidental del mundo que en la región medio oriental? Lo más común, actualmente, es que impere la idea que se plantea en occidente, especialmente desde la visión estadounidense, que consiste en priorizar la seguridad nacional y propiciar el mantenimiento de la paz, teniendo gran repercusión en la comunidad internacional y en su manera de percibir e implementar la seguridad.
Con el final de la Segunda Guerra Mundial (SGM), la configuración del nuevo orden internacional propició que la potencia dominante, Estados Unidos de América (EUA), actuara como el proveedor de paz y seguridad internacional, siendo quien dictara los principios para mantenerla y liderando una organización de Estados para su cumplimiento. Sin embargo, la manera en que se busca imponer el modelo de seguridad no aplica en todas las regiones por la diversidad cultural que existe, lo que lleva a una imposición ideológica y al uso de la fuerza o el miedo de manera sistemática.
En el presente ensayo se realizará un análisis acerca de cómo el compromiso internacional sobre la responsabilidad de proteger (R2P), las convenciones y tratados para garantizar la seguridad humana, así como el respeto a los derechos humanos, se ven afectados por no existir una mediación efectiva en las zonas de conflicto, y las graves consecuencias que implica para la población infantil que se halla en estas.
CUIDAR DEL MUNDO
La R2P es un compromiso internacional adquirido por la mayoría de los miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que implica la asistencia humanitaria en situaciones de riesgo para la población, y únicamente si el mismo Estado en cuestión es incapaz de otorgar soluciones o proveer paz y orden social. De acuerdo con Bellamy (2021), el detectar y mitigar riesgos, así como el emitir alertas tempranas de prevención, es parte fundamental del cumplimiento de estos principios, que en muchas ocasiones pierden su objetivo central y se utilizan a conveniencia de terceros, más allá de la búsqueda del beneficio de los afectados. Se puede hallar esta clase de situaciones en la región de Medio Oriente, que para efectos de este ensayo comprende también la zona denominada como el Cuerno de África.
Medio Oriente es considerada como una región inestable que genera amenazas a la seguridad internacional por los conflictos violentos que existen en ella y por algunos grupos terroristas que han salido de ahí, como lo son Al Qaeda y el Estado Islámico, que durante las últimas dos décadas se han posicionado como los principales enemigos de EUA.
Aunque ya no se encuentra en el contexto del final de la SGM ni de la Guerra Fría, este país continúa proyectando la imagen a nivel internacional del defensor de la justicia, la seguridad y la paz, papel que le ha generado, en más de una ocasión, la oportunidad de intervenir en asuntos externos sin una razón válida o que implique una cuestión humanitaria urgente que no conlleve violentar el derecho de autodeterminación (Conde, 2017).
LA UTOPÍA DE LA PAZ Y SEGURIDAD EN MEDIO ORIENTE
Los conflictos en esta región pueden ser categorizados como conflictos étnicos y conflictos violentos, mayormente causados por la gran diversidad cultural y religiosa que caracteriza a los países que la integran. De acuerdo con datos de la ONU (2021), tres de cada cuatro conflictos en el mundo son étnicos y tienen mayor tendencia a ser terroristas, sin embargo, no es una regla que lo tengan que ser. En algunos casos específicos, este tipo de conflictos son auspiciados por diferencias históricas, como el caso de Palestina e Israel y, en otros casos, las diferencias culturales no son las principales razones por las que estalle el conflicto, como los derivados de la Primavera Árabe en 2011.
Sumado a las diferencias de pensamiento entre los involucrados, se encuentran los intereses que hay de por medio y que vienen de parte de particulares o externos, que en muchas ocasiones son los que mayor peso tienen por su influencia a nivel internacional o regional. Un ejemplo de ello son las intervenciones militares realizadas por parte de EUA a inicios del milenio, que tenían como principal objetivo el derrocamiento del “régimen del terror” en Irak y la salvaguarda de la población civil, no olvidando también la cuestión petrolera y de “disuasión” para el uso y producción de armas de destrucción masiva que aseguraban tenía este país y que las podía utilizar en contra de la seguridad regional y nacional.
Fue por estas razones que la creación de un falso enemigo común y emprender una Guerra contra el Terror ha generado una serie de conflictos que podrían considerarse más violentos y catastróficos que incluso la SGM por el número de muertos, los afectados y la duración, pero que no son vistos de tal manera por los actores que se ven involucrados (principalmente los que lideran) y los afectados (Conde, 2017).
Una de las graves consecuencias que se tienen a causa de los discursos de las potencias militares, como lo es EUA, en contra de países que pueden resultar una amenaza a su seguridad en cuestión tecnológica o ideológica, es que se realizan intervenciones en otros territorios y sobre todo de manera militar para “restablecer la paz” en contextos diferentes al suyo, y que sólo generan más conflictos que con el tiempo se vuelven prácticamente imposibles de mediar.
La intervención militar es interpretada desde el enfoque tradicional de la seguridad como la respuesta del Estado ante la amenaza a su seguridad, la estabilidad de su sistema y el orden público (Sheenan, 2013). Tomando en cuenta el ejemplo antes mencionado de la intervención militar en Irak en el 2003 y basándonos en el compromiso de R2P, la oportunidad que pidió EUA para defender los derechos humanos de la población era sólo la fachada para el cumplimiento de sus intereses, lejos de querer proveer realmente de libertad y paz al pueblo en riesgo.
Es importante tomar en cuenta que la población afectada vive en constante situación de vulnerabilidad, ya sea porque decida partir del lugar y convertirse en refugiada o mantenerse en él y ser víctima potencial de las partes involucradas en el conflicto. En cualquiera de los dos casos, dentro de estos grupos vulnerables existen otros aún más vulnerables, como las mujeres, las personas de la tercera edad, los que padecen alguna discapacidad o los infantes. En el caso del último grupo, se tiene el ejemplo de los niños soldados, que pueden ser reclutados de manera voluntaria o forzosa.
SEGURIDAD HUMANA Y NIÑOS SOLDADO
La seguridad humana es la encargada de dar la importancia necesaria a la población que se ve envuelta en los conflictos, sean violentos o no, procurando su bienestar y sus derechos (PNUD, 1994). Esta ha funcionado como una herramienta de la ONU y de algunos actores en específico para darle una deliberada interpretación y actuar conforme a “lo que se cree mejor”, pero ¿para quiénes es mejor? ¿En quiénes radica el beneficio?
Muchas de las acciones encabezadas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas han estado disfrazadas de intereses humanitarios y, al obtener el apoyo del resto de la comunidad internacional por tan loable labor, se declaran otros intereses que pueden ser completamente diferentes y que no tienen ni una pizca de humanismo o empatía.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos establece que todos los seres humanos tienen derecho a vivir con libertad, igualdad en dignidad y derechos ante la ley (CNDH, 2021), sobre todo en el derecho a la seguridad de su persona; en el contexto de conflictos violentos, los derechos humanos se hacen a un lado y se priorizan los intereses estatales o de los grupos con mayor poder involucrados en él. El tema de los niños soldados involucra cuestiones como ética y moralidad, que es determinada completamente por el contexto y que depende en su gran mayoría de los discursos oficiales y su utilización para el alcance de objetivos políticos (Brocklehurst, 2013).
De acuerdo con cifras oficiales del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef por sus siglas en inglés), actualmente se estima que existen alrededor de 300 mil niñas y niños soldados, quienes realizan distintas labores que en su mayoría son impuestas: van desde estar en la primera línea de combate a ser cocineros, mensajeros, distracciones para el enemigo y, peor aún, esclavos sexuales (Unicef, 2020a).
El término de “niño soldado” aplica para todas las actividades que realizan los infantes al ser reclutados, no es exclusivo para aquellos que se encuentran en el campo de batalla; esto permite que, tanto aquellos que están en el frente como aquellos que son esclavizados o utilizados para trabajos sexuales, independientemente de su género, están protegidos por el Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la Participación de Niños en los Conflictos Armados (2000). Este documento insta a los Estados miembros de la ONU a realizar esfuerzos para que la seguridad y bienestar de los menores de 18 años estén garantizados, sin importar etnia, religión, sexo, nivel socioeconómico y otros factores que puedan ser causa de algún tipo de discriminación.
CONTEXTO VIOLENTO DE LAS INFANCIAS: SIRIA, YEMEN Y SUDÁN DEL SUR
A pesar de la multiculturalidad que existe en la región de Medio Oriente, los países de Siria, Yemen y Sudán del Sur poseen ciertos rasgos que los han convertido en cunas de contextos violentos para la formación de los niños: gobiernos autoritarios, presencia de grupos terroristas, inestabilidad social, pobreza, hambruna y las disputas por territorios y recursos, impulsadas en ocasiones por ideales extremistas de algunos grupos o individuos que poseen legitimidad en estos lugares.
Estos factores han llevado a guerras ininterrumpidas por al menos siete años, que con el paso del tiempo se han vuelto más complejas. Otra característica de estos países es que, por la naturaleza de sus gobiernos autoritarios, sus acciones pueden ser interpretadas como tendientes hacia el terrorismo de Estado, monopolizando la violencia, utilizando el miedo como arma y ejerciéndolo de manera sistemática, evadiendo por completo la cuestión de la seguridad humana e incumpliendo los tratados y acuerdos internacionales en favor de ella.
El primer ejemplo de este tipo de acciones es el gobierno sirio, que desde el año 2011 ha generado violaciones a las libertades y derechos de su población, reprimiendo las manifestaciones, monopolizando el uso de la fuerza y utilizando grupos paramilitares para operaciones de desaparición forzosa y opresión tanto a civiles como a miembros del Ejército Libre Sirio y el Ejército de Rojava (Conde, 2017), teniendo al menos 400 mil muertes en los últimos 10 años (Unicef, 2021).
Este tipo de maltrato no está dirigido únicamente hacia adultos, sino que los niños también han sido víctimas del régimen al ser detenidos y torturados. La mayoría de los casos de niñas y niños soldados en Siria son a causa de involucrarlos de manera forzosa al raptarlos en emboscadas por los bandos rebeldes, del Estado y de grupos terroristas, aunque también se dan los casos en que se unen voluntariamente para tener participación dentro del conflicto, ya sea para ayudar a sus familias económicamente, porque quedaron huérfanos o porque creen realmente que, por lo que han visto y vivido, la guerra es la única opción (Moreno, 2018).
La situación se vuelve similar para los niños soldados en Yemen, país donde se ha decretado una catástrofe humanitaria por las condiciones en las que se encuentra su población; más allá del conflicto violento, enfrentan una crisis alimentaria no antes vista, sumada a la inestabilidad política y económica que ha propiciado el enfrentamiento entre huzíes (o hutíes según otros textos) y el resto del pueblo yemení.
De acuerdo con datos de la organización no gubernamental “Mwatana for Human Rigthts”, más de mil 100 niños han sido reclutados por la milicia, y al menos el 72% de ellos por los hutíes, que son una facción chiíta (y principal causante del conflicto), apoyada por Irán (La Vanguardia, 2019).
Como último ejemplo, los niños soldados en Sudán del Sur corren la misma suerte que la de aquellos en los países anteriores. Incluso después de la formación de uno de los países más jóvenes del mundo, los niños continúan siendo reclutados para ser soporte del ejército, como mensajeros, cocineros y se considera que, en menor medida, para participar en el campo de batalla (Unicef, 2020b).
A las infancias de estos países, además de que se les obliga a ser participes de la guerra, se les excluye del derecho a una vida digna, a la educación, a la salud, a una libre recreación y en ocasiones se vuelven víctimas de la discriminación, cuando logran escapar de los sitios de guerra y adquieren un estatus de refugiados o perseguidos de alguna de las partes del conflicto (Moreno, 2018). Las situaciones de Sudán del Sur y Yemen son las más parecidas, ya que ambos países atraviesan hambruna, guerra y otros tantos conflictos internos, sin embargo, la situación en Siria pareciese más atendida. ¿Por qué se puede percibir de tal manera?
¿REALMENTE SE APLICA LA R2P EN MEDIO ORIENTE?
Si bien todos los actos violentos que se suscitan en estos territorios pueden ser considerados como crímenes de lesa humanidad o de guerra, no son castigados o mediados de la misma manera, y no necesariamente por la capacidad política, económica y de seguridad que posean los actores involucrados, sino por la importancia que puede cobrar su papel e intervención en ellos. Además, los recursos que estén de por medio determinan mucho la inmediatez con la que se medie: entre más recursos haya y la guerra beneficie su aprovechamiento para terceros, la mediación será menos efectiva. En cambio, si los recursos son menores y no genera beneficio alguno a los involucrados, se buscará una solución si resultase una amenaza.
En el primer escenario, la descripción es más similar a la situación de Siria, un país petrolero que lleva tantos años en conflicto y no logra obtener una mediación efectiva por los intereses de los países que continúan financiando la guerra en pro de los recursos y no de la población. El segundo escenario pertenece al contexto de Yemen y Sudán del Sur, países que de igual manera poseen el valioso recurso del petróleo, pero en menor medida que Siria. De esta manera, pareciera que unas vidas valen más que otras por el territorio en el que nacen, lo que puede llegar a generar una idea u opinión tendiente hacia otros intereses, los cuales no están totalmente encaminados a la seguridad humana, la paz y la protección.
CONCLUSIONES
A pesar de que se han realizado esfuerzos internacionales por combatir el reclutamiento de niños soldados, no son suficientes mientras no existan actores capaces de mediar en el conflicto; se requiere de una mediación que sea efectiva y que sólo se conseguirá siendo completamente neutral, sin intereses de por medio o algún tipo de preferencia o tendencia hacia alguna parte, que impida el debido cumplimiento del derecho internacional.
Así mismo, de acuerdo con Kaufman (2006), algunas de las soluciones para los conflictos violentos y étnicos son: proponer un cambio de líderes, para evitar aún más la radicalización del pensamiento o la perpetuación en el poder; un cambio en las políticas que equilibren a las élites y al resto de la población en relación a sus intereses e injerencia; y por último, la mediación como factor clave para la pacificación.
Desafortunadamente, en el mundo existen millones de niños creciendo y conviviendo en sitios violentos, con personas violentas, y así se vuelve su modo de vida, cuando tienen todo el derecho de vivir libres de violencia en todos los sentidos. La importancia de la seguridad humana y la relevancia que debe de cobrar para todos los actores internacionales define la manera en que se percibe y maneja el mundo, tanto para los adultos como para los niños.
Mientras no exista un enfoque con una mejor perspectiva acerca de la seguridad humana y la importancia de los tratados y compromisos internacionales que se han realizado en su favor, no habrá esfuerzo que valga y se tendrá un catastrófico resultado, dejándolo como legado para las siguientes generaciones que crecerán con el ideal de alcanzar una paz prometida por muchos, pero realmente buscada por pocos.
REFERENCIAS
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• Brocklehurst, H. (2013). Child Soldiers. En: A. Collins (ed). Contemporary Security Studies. Londres: Oxford University Press. Págs. 379- 392.
• Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH). (2021). Día Mundial contra el Uso de Niños Soldado. [en línea]. [Consultado el 31 de mayo de 2021]. Disponible en: https://www.cndh.org.mx/noticia/dia-mundial-contra-el-uso-de-ninos-soldado
• Conde, G. (2017). Siria en el torbellino: insurrección, guerras y geopolítica. 1ª Ed. México: El Colegio de México
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• Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). (2020a). Niños soldado. [en línea]. [Consultado el 30 de mayo de 2021]. Disponible en: https://www.unicef.es/ninos-soldado
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• Fondo Fiduciario de las Naciones Unidas para la Seguridad Humana (PNUD). (1994). ¿Qué es la Seguridad Humana? [en línea]. [Consultado el 21 de julio de 2021]. Disponible en: https://www.un.org/humansecurity/es/what-is-human-security/
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• Sheenan, M. (2013). Military Security. En: A. Collins (ed). Contemporary Security Studies. Reino Unido: Oxford University Press. Págs. 147-160.
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