Autoría de 3:45 pm Víctor Roura - Oficio bonito

No hay de otra, ni modo, qué se le va a hacer, qué pena – Víctor Roura

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La empresa televisora Dish, para ufanarse de su gentileza económica con sus suscriptores, transmite un promocional tratando de atraer a su espectador animándolo a sustraerse de su dignidad: «Por cada persona que le recomiendes y se suscriba a Dish, te vamos a bonificar 224 pesos… vas a querer llamarle hasta a…”

En fin, dicen los ejecutivos de Dish, todo con tal de ganarse unos pesillos se habla hasta con el enemigo o el corrupto más exacerbado. Así es la vida. No hay de otra. Ni modo, qué se le va a hacer, qué pena.

Dish, al proyectar este anuncio, tiene la seguridad de que —o sabe que— la gente es capaz de disminuirse por un poco más de doscientos pesos, acostumbrada —por lo menos ese, y no otro, es el mensaje subliminal— a la corrupción cotidiana que de tan aireada pasa ya de actividad normal, tan normal que delante de todos los legisladores huye un diputado, acusado de riqueza inexplicable, a Chile como si estuviera yéndose tranquilamente de vacaciones a Sudamérica con la aquiescencia de sus colegas políticos.

Mauricio Toledo.
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A principios de agosto se dio la noticia de que el gobernador de Colima, el priista Ignacio Peralta, dejó de pagarle a doce mil trabajadores al servicio del estado porque, sencillamente, su presupuesto se le acabó. Y lo declara preocupado: su gobierno está en crisis. Y no hay de otra. Ni modo, qué se le va a hacer, qué pena. Y el 9 de este mismo mes, en Canal Once, es entrevistado el líder de los empleados de las instituciones colimenses para saber su opinión sobre este desfalco impensable. Y el hombre no dice nada del gobierno de Peralta, sino exige al presidente de la República que se les pague lo adeudado. No dice nada sobre el gobierno de su localidad, pero exige, diríamos casi molesto, que López Obrador se haga responsable de este dispendio oneroso, como ahora lo culpan de exacerbar la libertad de expresión de los diplomáticos en el mundo, sobre todo por un caso específico de un honrado poeta que se hizo a la mar para conocer las castañuelas españolas, porque se sabe, básicamente en el orbe literario, que estas agregadurías se consiguen por amistades, no por los altos grados de estudio en relaciones exteriores. Y aunque siempre ha habido casos de estas, digamos, vueltas a casa intempestivas de diplomáticos en todos los tiempos políticos no es sino hasta ahora que el clan intelectual salta, iracundo, para reclamar estos affaires imprevistos. Todos recuerdan, por ejemplo, el caso de Octavio Paz al renunciar, el poeta, a la embajada de la India por aquella matanza del 2 de octubre de 1968, acto que se tomara como digna actuación diplomática por la intelectualidad mexicana… sin que a nadie le importara que Octavio Paz renunciara al país, no a su salario quincenal porque el poeta podía pasar de digno desertor de un gobierno asesino pero nunca de un diplomático desempleado, pues jamás renunció al Servicio Exterior y tampoco, nunca, dejó de percibir su indispensable peculio. ¿Cuántos escritores han viajado por el mundo por cuenta del erario en busca de expandir su mercado literario?

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El pasado 9 de agosto Messi se despidió del club Barcelona, que lo viera crecer tanto futbolística como monetariamente. Los medios, por supuesto, le dieron vuelo a la hilacha por considerar que el “astro” argentino se distanciaba de los colores azulgrana que realmente amaba el sagaz futbolero, que hasta lágrimas vertió para la complacencia de la prensa convencional. Y se va ahora a Francia con bombo y platillos para continuar su racha millonaria, porque el dinero, al final de cuentas, es el que mueve el amor por las camisetas, no las satisfacciones personales. Finalmente, a Messi nadie lo corrió del Barcelona, él se fue por su propio pie… a pesar de su demasiado amor por dicho club español. Como cuando Brozo se fue del Canal 40 a Televisa: los millones de la nueva contratación superaron la infinita tristeza que le causaba a Víctor Trujillo abandonar la televisora que le dio la oportunidad de sacar al aire sus humoradas. Pero tenía que irse de allí para poder desarrollar sus talentos, no había de otra, ni modo, qué se le va a hacer, qué pena.

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En este confinamiento se habla mucho de la solidaridad económica, pero en mi recibo telefónico cada mes se agrega un peso más a la cuenta sin saber yo el motivo de tal aumento porque cuando lo quiero averiguar nunca hay un ejecutivo disponible para atender mis requerimientos. Y alguien, acostumbrado a estos gestos empresariales, me comenta diría yo incluso que con sorna:

—Es un méndigo peso, Roura, ¿no me digas que te duele el bolsillo darle un peso a Slim, ese hombre preocupado por la sociedad mexicana?

Y en mi cabeza las multiplicaciones se disparan, porque si aumenta un peso a cada suscriptor entonces cada mes su empresa se está llevando mucho más de un millón de pesos sin deberla ni temerla. No sólo eso, su emporio inventó esa especie de triquiñuela denominada “garantía” que anualmente cobra varios cientos de pesos extra al servicio contratado en la telefonía dizque para asegurar el cumplimiento de la prestación rentada.

Y uno tiene que cumplir con las exigencias so pena de ser excluido de los servicios utilizados. Y no hay de otra. Ni modo, qué se le va a hacer, qué pena.

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Y hay tanta solidaridad en estos tiempos de la pandemia que vaya uno a saber cómo, por medio de qué arte engañosa, la leche sigue subiendo de costo no se sabe si cada semana o cada mes o cada cuando el empresariado lo requiera con la seguridad de que la gente, esa pobre gente apretándose los dientes, va a continuar comprando los productos básicos de la casa. Y no se diga nada de los artículos que no pertenecen a la canasta elemental de las familias, como, digamos, los libros —que yo creo que si estuvieran en la canasta básica otro gallo le cantaría a la ciudadanía—, como el magnífico de las Historias de las tierras y los lugares legendarios, de don Umberto Eco, que se cotiza ahora en las librerías arriba de los mil pesos.

Y es un libro que hay que leer, sin duda. Y no hay de otra. Ni modo, qué se le va a hacer, qué pena.

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El pasado miércoles 4 de agosto el periodista Luis Guillermo Hernández, siempre con letal cordura, cuestionó en la mañanera:

—He podido documentar el conflicto en Notimex. En algún momento di voz al sindicato y di voz a la directora. Encontré información sobre el financiamiento que el sindicato de Notimex ha obtenido de organismos diferentes, entre ellos el de los Telefonistas, de Francisco Hernández Juárez, para sostener esta huelga que mantiene ya más de 500 días; también he encontrado resistencia por parte del sindicato para informar sobre estos recursos que, desde mi perspectiva, son millonarios para mantener la huelga. Identifiqué algunos elementos de motivaciones políticas por parte de organizaciones y sindicatos que apoyan al sindicato de Notimex para extender la huelga y, de alguna manera, afectar a su gobierno, señor presidente. También identifiqué que hay una especie de pugna en su gobierno entre las diferentes instituciones que analizan el caso… parecen no ponerse de acuerdo en qué es lo que se debe hacer en el caso de la huelga de Notimex. ¿Qué va a pasar en este asunto, señor presidente? La Secretaría del Trabajo va por un lado, la Secretaría de Gobernación va por otro, la Fiscalía General de la República va por otro… la Agencia va por otro… y Notimex sigue detenida después de 500 días.

Andrés Manuel López Obrador lo escucha atento. Y responde:

—Para empezar, debo reconocer que es exacto tu diagnóstico… ¡todo lo que acabas de decir es cierto!: hay falta de transparencia, hay quienes están interviniendo y tienen el propósito de que no se resuelva el conflicto… y también lo que dijiste acerca de que en el interior del gobierno hay posturas distintas: unos están a favor y otros en contra… yo me doy cuenta… los fildeo a todos, estoy enterado bien de lo que estás planteando.

“Hay que buscar el arreglo, el acuerdo y la conciliación. No se resuelve nada con mantener las posturas irreductibles; hay que flexibilizarse y llegar a un acuerdo, ojalá lo logremos pronto”.

El periodista, luego, dice algo que nadie se atreve a escribir ni a decir a los cuatro vientos porque, finalmente, la palabra sindicato sigue produciendo escozor en la clase política:

—Es muy importante respetar los derechos de los trabajadores; pero también es muy importante saber que algunos de esos trabajadores cometieron ilícitos… ¡saquearon a la agencia!

Entonces López Obrador contesta de manera políticamente correcta:

—… Y no hay que confundir a los trabajadores con los directivos de antes, que no actuaron bien. ¡Imagínense en esa agencia que llegó a ser director Raymundo Riva Palacio! Eran premios que otorgaban a gentes cercanas al régimen con libertad para hacer y deshacer. Hay que buscar un acuerdo, ojalá esto se logre pronto. Estás muy bien informado. Esperaremos a ver si se consigue el acuerdo.

Es cierto: una cosa son los directivos y otra cosa son los trabajadores, aunque luego hay trabajadores peores que los directivos e incluso trabajadores cuya postura, para quedar bien con los directivos, es estar en contra de sus propios compañeros.

Porque trabajadores vemos, corazones no sabemos.

Como estos trabajadores del sindicato de Notimex en huelga que detestan e insultan, denigran y ofenden, sobajan y denostan a los trabajadores de la propia agencia informativa que no compartieron la huelga con ellos, que nada les han hecho sino simplemente no coincidir en sus puntos de vista, y vaya que les atizan con severidad, porque sólo los chicharrones huelguísticos son los que deben de tronar, ningunos otros, dándose el complejo y singular caso de trabajadores contra trabajadores en un plano desigual y montaraz donde unos se quieren imponer sobre los otros aduciendo un sin fin de razones únicamente avaladas por los descontentos e indignados que quieren que sus otros colegas estén también igual de descontentos e indignados tal como están ellos. Y si no están así, entonces son unos canallas y unos esquiroles ingratos que no comparten, ¡ay!, sus pesares laborales.

Porque el que no está a favor de un huelguista es, por lo tanto, un autoritario emprendedor de irregularidades inhumanas, y no hay de otra. Ni modo, qué se le va a hacer, qué pena.

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Last modified: 13 septiembre, 2021
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