Durante el gran confinamiento, producto de la pandemia por Covid-19, se ha visto una nueva revolución en las relaciones humanas, entre ellas las amorosas. Tradicionalmente las personas han podido conocer a sus potenciales parejas gracias al contacto social en la escuela, en el trabajo o en algún festejo, por mencionar algunos ejemplos. Las medidas para evitar la propagación del virus han obligado a que la comunicación con otras personas se dé a través de los dispositivos electrónicos, cuya evolución parece obvia para quienes les tocó vivir su niñez o juventud al mismo tiempo que empezó a popularizarse el Internet y las salas de chat que permitían, por primera vez, la posibilidad de interactuar con personas de cualquier rincón del mundo.
A partir de ahí, más y más gente ha usado los medios electrónicos para comunicarse y, por qué no, también para conectar sentimentalmente. En la actualidad, cada vez con mayor frecuencia el romance también se puede experimentar a través de las redes sociales, dando lugar a fenómenos sociales que resultan interesantes de analizar.
El “ghosting”, derivado de fantasma en inglés (ghost), es un comportamiento que consiste en terminar una interacción repentinamente, cortando de tajo todo contacto con la otra persona sin dar explicaciones. Puede ser confuso y frustrante, incluso aún más en los casos que existía la percepción de que todo iba bien, pero esa persona de un momento a otro desaparece del mapa y llega la pregunta: ¿pero qué caramba pasó?
Si bien esta situación no es exclusiva de una relación platónica, lo cierto es que puede darse en prácticamente cualquier contexto y puede originarse por distintos factores.
Como punto de partida, el ghosting no debe confundirse con los casos en los que una persona intenta iniciar una comunicación por primera vez y la otra simplemente no está interesada, por lo que ni siquiera devolverá un saludo. Esto suele darse en la mensajería privada de distintas redes sociales, en las que es muy sencillo escribirle a otras personas desconocidas, salvo excepciones, cuando el nivel de privacidad de las cuentas lo impide.
El verdadero ghosting es mucho más común y se da entre dos personas que ya tienen una presentación previa. Pueden haberse conocido tanto física como digitalmente hace años o apenas hace algunos días, el requisito es que se tenga comunicación frecuente y disposición mutua.
Las conversaciones fluyen por medio de saludos, quizá algún asunto a tratar, deseos positivos para el día, algún meme divertido o cualquier tema que genere más plática y que el contacto se mantenga durante varias veces a lo largo de los días; algo así como un juego recíproco de “recibir, leer y responder”.
¡Sorpresa!
Un día, repentinamente, uno de los dos participantes deja de interactuar.
Aplicaciones como WhatsApp, Messenger de Facebook o Instagram tienen un sistema sencillo, que puede ser configurable con distintos niveles de privacidad, para saber si la otra persona se encuentra en ese momento en línea o a qué hora fue su última conexión, saber si ha recibido o abierto el mensaje enviado, incluso puede verse si en ese momento se está escribiendo una posible respuesta. Gracias a estas herramientas puedes darte cuenta, en cierta medida, si te están ignorando. Además, existe la posibilidad de que una de las dos personas simplemente bloquee o elimine a la otra.
Lo cierto es que cuando pasan algunos días de inactividad sin una razón aparente entonces se puede afirmar que ha llegado el “ghosting”.
Si bien este comportamiento no es un pecado ni un crimen, algunas veces se toma como una falta de respeto, tal como se haría en una situación cara a cara donde alguien repentinamente ignora a quien sigue teniendo en frente.
Las normas sociales vigentes marcan un cierto patrón de cordialidad en lo que a las relaciones se refiere y lo que la tradición recomienda es dar por terminado el contacto por medio de una despedida, o al menos con una excusa medianamente válida, de manera que el primer interlocutor sepa que no habrá más diálogo. En cambio, si simplemente se deja de responder, se da lugar a la incertidumbre para seguir con la interacción, surgiendo inevitablemente preguntas como: ¿por qué desapareció de repente sin explicación alguna?, ¿responderá en algún momento?, ¿debería enviar otro texto para evitar que se pierda la conversación?, ¿habrá tenido algún asunto relevante en la vida “offline” que prioriza su atención sobre el chat?, ¿le ofendí involuntariamente?, ¿encontró a otra persona y no sabe cómo decirlo?
No se podría considerar ghosting si los motivos son razonables. Se da el caso que por claras ocupaciones del día a día, tales como trabajo, escuela, quehaceres domésticos, actividades deportivas, entre otras, se debe dejar el dispositivo electrónico de lado por tiempo indefinido, hasta que se cuente nuevamente con tiempo libre para volver a abrir los chats. Otras veces, las personas han confesado que lo hacen por descuido, pues en las aplicaciones siempre se muestran primero los mensajes más recientes, de manera que si alguien tiene varias conversaciones simultáneas, una o más de estas pueden “irse abajo”, quedando así mensajes que no han sido leídos ni respondidos.
El ghosting llega cuando sucede de manera intencional. Entre los seres humanos existen tantos tipos de personalidad, y se reacciona de forma tan diversa ante las distintas situaciones de la vida, que no debería sorprender que haya personas que ya no quieren seguir en contacto con alguien y deciden hacerlo sin dar explicaciones o sin despedirse.
Suelen darse casos en los que la interacción entre dos personas es de amistad o de una relación informal y, de un momento a otro, una de las dos se da cuenta que hay atracción o amor; al notarlo, la otra parte sabe muy bien que no es recíproco y prefiere no seguir.
¿Se puede evitar el ghosting o es simplemente un efecto colateral irremediable en la vida digital?
Lo primero será poner a prueba la paciencia, ya que pueden estar pasando muchas cosas del otro lado de la pantalla que obliguen a esa persona a enfocar su atención en otros asuntos.
Establecer y respetar horarios para socializar es una vía que puede funcionar. Hay quienes prefieren tener una conversación antes de ir a dormir, hay quienes les gusta hacerlo mientras comen en su trabajo, hay quienes pueden hacerlo a cualquier hora del día, en fin, es cuestión de ponerse de acuerdo.
Otra forma sería enviar un mensaje corto (haciendo a un lado al ego). Si se ha dado el caso que no ha respondido tras un tiempo considerable, se puede tener la cordialidad de escribirle deseándole que pase un buen día o noche y mencionar que se le volverá a saludar en otra ocasión, de esa manera se da la posibilidad de reactivar la interacción.
Ponerse en los zapatos de la otra persona será fundamental. Probablemente esa persona no buscaba algo serio y se apartó para no causar complicaciones, posiblemente fue lastimada y no quiere que le vuelva a suceder, a lo mejor no está lista en este momento porque no ha resuelto problemas internos o no ha superado una relación pasada, quizá conoció a alguien más o tal vez se encuentra en una etapa en la que simplemente prefiere estar soltera.
En contraste, si se es la persona que hace el ghosting, existen también maneras para terminar la interacción sin tener que desaparecer como un fantasma. Se recomienda una despedida clara y directa, así se evitará cualquier confusión en la otra persona. En caso de que se desee dar una explicación, bastaría con hacerle entender brevemente que el rumbo que se está tomando no agrada y que mantener el contacto sería posible si no sobrepasan ciertas fronteras.
Las interacciones humanas siempre tendrán sus desafíos, no importa si es en la vida real o en la virtual. Dos personas pueden tener la misma intención de conocerse más y hasta las mismas ganas de tener una relación sentimental, pero encontrar una verdadera conexión no pasa con cualquiera y la famosa química no siempre la sentirán ambas partes, así que mientras una persona puede seguir ilusionada la otra puede ser que ya no, llegando así la desazón y el desconcierto.
El miedo a no ser dejado en visto lamentablemente empieza a ocupar un lugar que no debería tener en estos tiempos, por ello la comunicación clara y la confianza se deben construir desde el principio en todo tipo de relación humana. También es oportuno agregarle una buena dosis de empatía para ponerse en el lugar de la otra persona, para tratar de comprender qué pasa por su mente y para intentar entender cómo y por qué se siente de determinada manera.
Filosofías de vida como la de “no esperar nada de nadie” y “sentirse bien en soledad” permiten evitar la codependencia emocional y así disfrutar cada experiencia con o sin alguien al lado.
Lo más conveniente es poner las cartas sobre la mesa para que las dos personas conozcan cuáles son sus intenciones y qué están buscando, de esta manera se podrán dar cuenta si tiene sentido avanzar en la relación.
Que la otra persona no responda tus mensajes también es un mensaje. Es doloroso aceptar un rechazo, pero duele mucho más quedarte en un lugar donde constantemente puedes sentirte insuficiente. Si no te busca, si no te llama, si no te escribe, es casi obvio que no te quiere en su vida, así que dale su espacio. Si de verdad quieres seguir intentando y tu lema de vida es “si no arriesgo no gano”, entonces dale con todo, pero hazlo sabiendo que puedes salir lastimada(o).
En caso de que sea mutua la conexión, la química, la atracción, la diversión, el amor o lo que sea que esté uniendo a ambas personas, recomiendo que se tome la filosofía del taoísmo: dejar que todo fluya.
Esta época en la que nos tocó vivir nos alienta a construir y mantener una realidad virtual en todos los aspectos de nuestras vidas y, por si fuera poco, la presencia de una pandemia como la actual lo intensifica. A pesar de todas las herramientas que hacen nuestra vida aparentemente más fácil, creo que el contacto real no puede compararse con ninguna tecnología.
Si vamos a recorrer el emocionante camino de conocer a una persona, digamos sí a cada oportunidad de interactuar en el mundo real, sustituyamos los mensajes de texto y las llamadas por encuentros cara a cara, sin olvidar la importancia de seguir todas las medidas de higiene y seguridad vigentes.
Tenemos la posibilidad de elegir lo que nos hace bien por encima de lo que tenemos ganas; una decisión que no siempre es fácil tomar. Dejemos a un lado el miedo, que la vida vivida es la que deja más aprendizajes y la que nos da más oportunidades de crecimiento.
“En el amor y la guerra todo se vale, menos arrastrarse. En la guerra se muere de pie y en el amor se dice adiós con dignidad”.
Charles Bukowski