PRIMER TIEMPO: LA OTRA COMPETENCIA ENTRE MOURINHO Y GUARDIOLA
Los clubes viven en crisis porque han gastado, gastan y seguirán gastando. Y Guardiola y Mourinho, los dos técnicos más representativos de la época, “compiten” entre ellos por ver quién es el que más ha invertido en fichajes a lo largo de sus carreras. Gana el portugués: 1.697 millones ante los 1.558 millones de Guardiola.
A pesar de tener posturas futbolísticas tan distintas se asemejan, y bastante, en cuánto pagan por tener las alineaciones que desean.
No se puede ser ingenuo, el futbol cuesta, el futbol cobra, el futbol vende; no se puede ser ingenuo. Sin embargo uno pensaría que alguien como Guardiola que en su momento supo ver en la cantera a jugadores como Busquets, Pedro y Sergi Roberto, haya perdido esa chispa, esa necesidad, para identificar e impulsar el talento en los jóvenes y tenga que pagar cifras tan altas por jugadores que ya están en la élite. Esto, pienso, lo abarata a él como entrenador, lo mismo que si alguien te dijera que te va a llevar a comer a un restaurante y te asegurara que te encantará, pero claro, al llegar descubres que cada platillo cuesta una fortuna, ¿qué gracia, sorpresa o reto implica comer o jugar exquisito pagando una elevada suma?
Un pensamiento similar podría darse con Mourinho que de conquistar la Champions con el Porto, equipo modesto, elegante y valiente, ahora va de “trotaclubes” vendiendo su marca de hostilidad y extravagancia, gastando millones, pero sin levantar títulos.
¿Dónde quedó esa apuesta por lo desconocido, por los nombres de jugadores con los que la gente se identifica poco a poco, partido a partido, y que entran en la historia gracias a la mano de sus entrenadores y no por el dinero que pueden desembolsar los clubes?
SEGUNDO TIEMPO: LA DEUDA BLAUGRANA
Griezzman y Coutinho son los dos jugadores que más cobran en el Barcelona, también son dos de los fichajes más caros de la historia del club y son de los que menos aportan en el césped. El francés quizá un poco más, pero sigue siendo poco, si no es que irrisorio, para ser alguien que en su momento autoproclamó que comía en la misma mesa que Cristiano y Messi; si se le evalúa desde ese escenario, sus tres años en el Barcelona no corresponden ni mucho menos con lo que cobra; no es congruente lo que dijo con lo que juega.
Y en cambio Piqué un jugador que, muy a su modo, ha enriquecido la identidad del club, incluso se podría decir que la ha modernizado, se rebajó el sueldo considerablemente para inscribir a los refuerzos.
Le seguirá Jordi Alba quien ha conseguido algo que en su momento solo alcanzó Dani Alves (¡el futbolista con más trofeos ganados en la historia!): ser el mejor aliado de Messi. Porque si uno ve una recopilación de jugadas del argentino, el jugador que más “aparece en la foto” es Alba. También se rebajará el sueldo Busquets, de quien podríamos decir que de no ser por él, el Barcelona hace tiempo que se habría caído de las escaleras, nadie va muy lejos sin una buena columna. Estos “héroes” se bajarán el sueldo y los “villanos” —y entiéndase por villano aquel que no ha sabido o no ha podido retribuirle al club— mantendrán la ficha, por ahora.
Lo de Piqué, Alba y Busquets es un gesto de capitanes, se entiende, son ellos los primeros que “deben” hacerlo, pero seguramente a la afición le dolerá que aunque sea por una quincena o dos, o tres, se les siga pagando a aquellos que han creado una deuda significativa con los colores de esa camiseta, porque tanto Griezmann como Coutinho vendieron ilusión y hoy cobran íntegros sus sueldos, mientras que las leyendas jugarán sus últimos años en el Camp Nou cobrando “cuatro duros” (como señaló Piqué). Duele, y más cuando la deuda del club es de 1.350 millones de euros, ¿cuánto se diría que le debe económica y deportivamente Coutinho, Dembelé y Griezmann al F.C. Barcelona?
Pero que quede claro: ellos no son culpables de la gran deuda que hunde al barcelonismo. Faltaría menos. La culpa es de quien mandó escribir los contratos y firmó los fichajes. Ellos, los de pantalón corto, solo son culpables del número de veces que la gente se ha marchado del estadio sintiendo que su escudo era un aparador y no un símbolo de entereza deportiva.
TIEMPO EXTRA: EL FUTBOL DESAPARECE
Con el mercado de transferencias aún en marcha, los directores deportivos y entrenadores comparecen ante la prensa durante una hora, los jugadores hacen publicaciones de una oración en sus redes y ambos comunicados causan el mismo revuelo en los medios deportivos.
La palabra futbol está tensa. Se habla de renovaciones, de fichajes por venir, del mal consejo de los representantes a sus representados, pero poco se dice de lo más importante: la competencia 2021/2022 ya comenzó, el balón ya está rodando… y esto parece lo menos importante.
El futbol parece haber desaparecido y lo único de lo que se habla es de la marca, de lo que ella produce y vende, pero no de lo que el acontecimiento futbolístico ilusiona y significa.
¿Llegará el día en que los empresarios consigan que otro futbol exista, uno que les retribuya sin la necesidad de que este sea jugado?
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