En el entorno académico y científico de nuestro país ha comenzado a propalarse el rumor de que en la Secretaría de Energía federal se está considerando el transferir a su homóloga de Educación el Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares (ININ), cuyos antecedentes se remontan a 1956 y diez años después se cristalizó con la inauguración del Centro Nuclear “Nabor Carrillo Flores” ubicado en el Estado de México. Según su sitio web, el “ININ realiza investigación y desarrollo en el área de la ciencia y tecnología nucleares y proporciona servicios especializados y productos a la industria en general y a la rama médica en particular”.
Habiendo realizado mi servicio social y la investigación que me permitió sustentar mi tesis de licenciatura en el ININ, tuve amplia oportunidad de convivir con su personal durante un par de años, entre el 1992 y 1994, y así aprendí que en sus orígenes la visión con la que fue concebido este instituto fue la de dotar a nuestro país con las instalaciones que le permitieran realizar investigación con fines pacíficos en materia nuclear, concretamente la orientada a desarrollar métodos, técnicas y tecnologías que facilitaran la generación y el aprovechamiento de la energía almacenada en el núcleo atómico, una de las más eficientes y limpias.
El ININ, junto al Instituto de Investigaciones Eléctricas de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y el Instituto Mexicano del Petróleo de Petróleos Mexicanos, integra el conjunto de dependencias de investigación científico-tecnológica de la Secretaría de Energía en las que nuestro país sustenta su futuro energético en los ámbitos respectivos. Por este motivo es que la transferencia del ININ al sector educativo reflejaría una renuncia del Estado mexicano al desarrollo de la fuente nuclear de energía, y al mismo tiempo resultaría difícil de comprender qué utilidad tendría tal entidad dentro del sector educativo de México.
Otro aspecto que se debe tener en presente es que el ININ también colabora con la CFE en la vigilancia radiológica y el apoyo científico-técnico para la Central Nucleoeléctrica de Laguna Verde, que cuenta con dos reactores en funcionamiento. Al migrar el ININ hacia la Secretaría de Educación Pública la colaboración del Centro Nuclear de México con la planta de Laguna Verde podría sufrir los efectos inmediatos derivados de la complicación burocrática ocasionada por pertenecer a distintas cabezas de sector y, en este sentido habría que tener en cuenta que las posibles consecuencias serían en extremo riesgosas para México y para el mundo.
Pero lo que en el fondo evidenciaría una acción como la referida, es que en la administración federal actual existe un verdadero desconocimiento de las funciones e importancia que tienen las distintas dependencias creadas por el propio Estado mexicano durante varias décadas; las mencionadas entre ellas, pero también muchas otras como el conjunto del área tecnológica de los centros públicos de investigación (CPIs) coordinados por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), la Agencia Espacial Mexicana y el Instituto Mexicano del Transporte, dependientes de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, o el propio Centro Nacional de Metrología bajo el sector encargado a la Secretaría de Economía.
Una forma de desanudar este desorden que poco a poco ha ido acentuándose a través de los años hasta alcanzar el nivel de confusión actual, podría lograrse a partir del reordenamiento del sector de ciencia y tecnología desde el organigrama de la administración pública federal. Por ejemplo, ayudaría que se evaluara la pertinencia de las áreas científicas y tecnológicas que atienden los CPIs del Conacyt para apuntalarlos, o reorientarlos hacia disciplinas emergentes, así como fusionarlos para crear las sinergias que convengan. Redefinir los objetivos de algunas de las dependencias comentadas para dotar a las cabezas de sector con renovados Laboratorios Nacionales en los campos de la salud, energía, transporte, comunicaciones, manufactura avanzada, bioseguridad, ecología y cambio climático, ciberseguridad, defensa, y todos aquellos que demanda la actualidad del mundo moderno en el que vivimos.
Lo anterior, dicho sin aberraciones.