Autoría de 12:50 pm Niels Rosas Valdez - Procesos del Poder

Ironía del terrorismo – Niels Rosas Valdez

En medio de un caos, de la desesperación, de la traición sentida por los afganos y de la frustración de muchos países, ayer se completó el periodo establecido por los talibanes para que la coalición internacional liderada por Estados Unidos de América (EUA) abandonase Afganistán. No obstante, la salida se empapa nuevamente con tintes del terrorismo. ¿Qué lectura se le puede dar a la situación? ¿Cuál es el impacto internacional?

Tras decenas de movilizaciones de un puñado de naciones, se logró sacar del país surasiático a miles de personas extranjeras y nacionales que colaboraron en un periodo de 20 años con la coalición internacional desde la instauración del anterior gobierno talibán en 2001. Mujeres y hombres reporteros, traductores, activistas, académicos, miembros de la sociedad civil, diplomáticos, etc., fueron auxiliados por sus respectivos países para abandonar Afganistán tras el triunfo de los talibanes.

Durante los días siguientes a la instauración del nuevo régimen talibán, varios gobiernos del globo habían expresado su preocupación, espacialmente a Washington, del reducido tiempo para sacar a sus ciudadanos de Afganistán. No obstante, a pesar de que Joe Biden, presidente de EUA, buscara interceder para ampliar el periodo de extracción, el acuerdo con los talibanes era uno muy endeble y sostenido apenas con alfileres. La salida por parte de EUA –y la comunidad internacional– de Afganistán marca un parteaguas en la política exterior de la Casa Blanca y de su historia de intervencionismo.

Pero a pesar de la brusquedad con la que personas estadounidenses y de otras nacionalidades abandonaron apresuradamente el país surasiático (terminando con una política fallida de dos décadas y la guerra más longeva del país de las barras y las estrellas), la extracción fue marcada no sólo por la desesperación e incertidumbre, sino por un ejemplo de la actividad ilícita por la que Washington se involucró en primera instancia.

Hace escasos días se suscitó un atentado terrorista en el aeropuerto de Kabul, capital del país surasiático. El ataque, que cobró la vida de decenas de personas, entre ellas estadounidenses, fue reclamado por el Estado Islámico (EI). Una rama local del grupo terrorista fue la encargada de perpetrar la explosión afuera del complejo desde donde miles de personas evacuaban el país.

Este contexto nos muestra dos realidades. Una es la gran ironía de que, a pesar del aparato intervencionista estadounidense que se aplicó en Afganistán durante dos décadas, el problema por el que se invadió el país surasiático aún persiste y es más sólido. Según la literatura de estudios de seguridad, uno de los enfoques para atender al terrorismo es el militar, que fue el empleado por EUA; no obstante, a través de esta operación, el terrorismo puede volverse más agresivo, que ha sido el caso.

La segunda es la confirmación del vacío, que se ensancha, del liderazgo estadounidense para atender el problema del terrorismo internacional. Si bien el Pentágono respondió con un ataque a través de un dron que causó la muerte de dos figuras importantes del EI en Kabul, en medio de la retirada monumental en el aeropuerto de la capital afgana poco se podía realizar para evitar represalias mayores que pusieran en riesgo a una amplia cantidad de civiles.

En este esquema existen dos moralejas, reflexiones que vale mucho la pena comprender. Una es lo complicado e inútil de estos esfuerzos por intentar cambiar la cultura, identidad, valores, normas, ideas, etc., de una sociedad, más allá del poderío del país que lo intenta. La segunda es justamente cómo lidiar con el terrorismo. Otro enfoque, de acuerdo con la literatura de los estudios de seguridad, es atender esta actividad ilícita a través de mecanismos policiacos, es decir, reaccionar una vez que el crimen se presenta.

No obstante, el tercer enfoque, uno que tarda más tiempo y requiere mayores esfuerzos y recursos de diversa índole, es el de la educación. En vez de usar armas, bombas y balas, Washington y la comunidad internacional deberían invertir en serio en fortalecer la educación en las diferentes partes del globo para reducir el terrorismo religioso que tanto ha afectado a todo el mundo.

NIELS ROSAS VALDEZ
ESCRITOR, HISTORIADOR E INTERNACIONALISTA
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Last modified: 6 septiembre, 2021
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