HISTORIA: PATRICIA LÓPEZ NÚÑEZ/LALUPA.MX
FOTOS:RICARDO ARELLANO/LALUPA.MX
Querétaro, Qro., 16 de septiembre de 2021.- Siento algo en mi pecho, como un dolor, como un golpe, dice Olivia Sánchez, quien habla con dificultad. La carne quemada alrededor de los labios le duele, su cara enrojecida no soporta mucho la luz. Recién la dieron de alta después de 11 días de estar en el hospital donde le “reconstruyeron la oreja derecha, se la cosieron”.
El sábado 4 de septiembre le echaron thinner y aceite y le prendieron fuego. Antonio, su atacante, reía mientras ella ardía. Se recuerda a sí misma gritando, sentada mientras su hijo de 10 años intentaba cubrirla con algo. Se ve después en el hospital, en un cuarto oscuro. Durante cinco días estuvo en código rojo por la gravedad de sus quemaduras, el 9 de septiembre la declararon en código amarillo y el 15 de septiembre le dieron el alta.
Olivia, madre de cuatro hijos, viuda, analfabeta y trabajadora en una tortillería y un restaurante, vive hoy escondida, pues sus hermanas y ella temen que la encuentre la familia del muchacho que la atacó la encuentre y le haga algo. Él es un adicto, dicen sin empacho. La hermana del atacante también sufrió quemaduras al tratar de detenerlo, pero son mucho menores que las de Oli.
Oli no quiere ocultar sus heridas. Por eso les pide a los reporteros de lalupa.mx que le tomen fotos, pues quiere que la vean, que vean su cara, su pecho, sus manos, su espalda. Que la familia de Antonio vea lo que le hizo, quiere que la ayuden y que la dejen vivir en paz, porque sus hermanas se quedaron ya sin dinero para atenderla y ella necesita volver a trabajar. El dolor de las quemaduras es poco frente a lo que Oli siente en el pecho.
“Yo traigo un dolor aquí, pero no sé qué es, una sensación, no sé, lo siento aquí, como un golpe aquí, en el pecho. Antes de que a mí me pasara esto me dijeron que uno de mis hermanos estaba mal, yo iba a ir ese día en la tarde a verlo y ya no fui y ahora traigo una sensación muy fea, me duele mucho”, confiesa.
También la familia de Oli quiere que se vean sus heridas, para que los familiares del agresor “se den cuenta de lo que hizo su hijo”. Oli subraya que no le da vergüenza salir a la calle así, “porque ahorita lo hizo conmigo, al rato lo hacen con alguien más y yo no quiero esto, no quiero lo mismo que me pasó a mí para alguien más”.
REGRESABA DE TRABAJAR Y QUISE AYUDAR
El sábado 4 de septiembre Olivia regresaba a su casa después de trabajar en una tortillería, donde gana mil 200 a la semana y le pagan cada domingo, pero esa semana ya no cobró.
Estaba en su casa cuando escuchó gritos. Antonio y otros muchachos peleaban y le pegaban a una señora. “Salí y les dije: cálmense, es una señora grande, ya no se puede defender. Pero en lugar de parar, Antonio me aventó el aceite caliente de un sartén”.
Oli hace una pausa, respira agitada al recordar ese día. Su hermana se acerca para consolarla, y le dice que se tranquilice. Pasan dos o tres minutos. Todos los presentes permanecen en tensión, en absoluto silencio. Olivia toma fuerzas y reanuda su relato: “A Antonio no le bastó el aceite hirviendo. Estaba muy drogado, agarró un bote con thinner y me lo aventó todo a la cara. No recuerdo con claridad si encendió algo, sólo me acuerdo que me ardía mucho el rostro, que me echaban agua y que él reía mucho. Comencé a correr. Mi niño gritaba: ‘ya quemaste a mi mamá’. También me acuerdo que estaba sentada en la calle y que mi niño me quería tapar con una sabanita blanca, pero los vecinos le decían: ‘no hijo, no la tapes’. Él decía: ‘pero está bien quemada” y ellos respondían: “déjala así, ya ahorita vienen por ella’, pero fue mucho tiempo y yo ya no aguantaba. Tardaron como dos horas, fue mucho tiempo”, cuenta.
Cuando llegaron los paramédicos, primero atendieron a la hermana de Antonio, que tenía quemaduras menos graves. A Oli la inyectaron para calmarla antes de subirla a la ambulancia, porque “estaba como loca, yo gritaba, le hablaba a uno de mis primos: Miguel, Miguel, pero ya no supe nada”.
Recuerda que se despertó el domingo en un cuarto muy oscuro en el hospital y después un médico le preguntó: “¿ya se va a calmar, doña Olivia? ¿ya se está quieta? Me puso unas inyecciones y se salió”.
Oli no quiere venganzas, pero sí quiere que encierren a Antonio. Cada ocho días alguien le hablaba a la patrulla para reportarlo, “pero yo siempre lo defendía, yo decía a mí no me hacen nada. Mi esposo tiene dos años de muerto y ahí me dejó, en la casa, y ellos, esos muchachos, siempre molestaban a todos, pero yo decía a mí no me hacen nada”.
Su hijo de 10 años no la ve desde ese día. Está con una de sus hermanas. Su hija está embarazada, es de alto riesgo “y no puede estar conmigo”. Sus otros dos hijos van a ir a verla apenas, porque no podía recibir visitas en el hospital. Hasta ahora tampoco ha recibido acompañamiento emocional.
Cuando una familiar de Oli denunció el ataque en La Cañada, en el municipio de El Marqués, la Fiscalía General de Querétaro informó, el pasado 9 de septiembre, que se inició la investigación para esclarecer los hechos donde dos mujeres resultaron con quemaduras derivado de una riña. Además, señaló que el imputado estaba plenamente identificado y peleaba con un familiar.
“Las dos mujeres y más integrantes de la familia intentaron disuadir el enfrentamiento, cuando el agresor utilizó aceite caliente y una botella de solvente, provocando las quemaduras”. De acuerdo con la Fiscalía, se informó a la Comisión Estatal de Atención a Víctimas para su atención integral, así como asesoría jurídica a ellas y a sus familiares.
La hija embarazada de Oli fue quien puso la denuncia, en ese momento se ingresó como intento de homicidio, ahora una abogada les recomendó que pidan que se reclasifique como feminicidio en grado de tentativa.
“NO QUIERO DINERO, NECESITO AYUDA”
Oli y su familia no quieren dinero, sin embargo no pueden solventar los gastos del tratamiento. Hay que limpiarle las heridas, poner pomadas, vendarla. El último día del hospital gastaron más de 800 pesos en el material que les pidieron antes de darla de alta y ya pasaron muchos días con gastos así. Cada pomada cuesta alrededor de 650 pesos y se acaban pronto. El dinero no les alcanza.
Urgen gasas, jabón quirúrgico, vendas del número 20, Tramadol para el dolor, pero la lista es mucho más larga. Para Oli todo se resume en mejorarse lo más rápido que se pueda para volver a trabajar.
“Le tengo que echar ganas, salir adelante, por mi hijo chico, los demás ya están grandes, pero tengo uno por sacar adelante y quiero un buen camino para él. Estoy dispuesta a luchar y reponerme pronto. Los médicos no me dijeron nada, cuándo estaré bien, sólo me dieron de alta, me dijeron ya se va y me retiraron todos los aparatos. Mi familia, que me va a apoyar, me trajo aquí”, agrega.
Isaura cuida a su hermana. No quiere que sepan dónde está, pero sí quiere que detengan a quien la lastimó. “Nadie en nuestra familia había pasado por algo así, quisiera que la familia reconozca lo que hizo su hijo, que no sea cómplice, quiero justicia y ayuda para las medicinas de mi hermana. Yo también tengo un hijo de 20 años, también se hizo adicto a las drogas y ahora está en un anexo, porque es mi hijo y no quiero que se lastime, ¿por qué ellos no lo hicieron también?”.
Para Isaura, Oli es una mujer muy alegre, de lucha, a la que no se le dificulta nada para salir adelante, pero “me la dieron de alta en el hospital y sigue delicada de las quemaduras, son muy profundas y debo cuidarla más”.
“Necesitamos apoyo, no pedimos dinero, cuando mucho una despensa para darle de comer a ella, pero necesitamos el material, los medicamentos y necesitamos justicia, que agarren al muchacho porque se reía de mi hermana mientras se quemaba”, insiste.
Oli escucha desde su cama, no puede moverse todavía. Una de las heridas más grandes está en su espalda y debe aguantar. La familia quiere una orden de restricción hacia Oli y sus hijos, “que tomen su distancia, que no se acerquen a ella y a ellos. La familia del muchacho dice que las cosas no fueron así y exige que retiremos la demanda, pero no lo vamos a hacer, seguimos en esto y queremos justicia”.
Las mujeres se quedan en silencio. Se sienten mal por lo que pasó, porque Oli sufre con las quemaduras y con el dolor que tiene adentro, el que siente en el pecho y que no la deja en paz.