Un cambio en el gabinete federal sobre el que se especuló constantemente fue el de la titularidad en Gobernación, encabezada en el arranque de la administración por la exministra Olga Sánchez Cordero. Es una realidad que a la dependencia le restaron facultades, algunas jurídicamente, como la de seguridad, y otras de facto como la migración y el enlace político con el Congreso. Sin duda no es que la exsecretaria no tuviera las capacidades, fueron decisiones de fondo sobre a quiénes se les depositaría confianza y para qué actividades, como sucede en todo gobierno. Pero el entorno político en el que tomó posesión la exministra y el que le toca ahora al nuevo secretario Adán Augusto López son muy diferentes.
Cuando el actual gobierno tomó posesión en 2018, había tan sólo cinco gobernadores de Morena o en alianza con este partido; ahora hay 17 gobernadores de esa fuerza política, por lo que la correlación de poder será diferente. El actual secretario de Gobernación surge precisamente de un gobierno estatal, y esto ayudará sin duda a hablar el mismo idioma en esa relación con mandatarios de su mismo signo político y otros con quien coincidió como gobernador. Será el interlocutor entre los gobernadores y la federación, papel que el presidente le ha encargado y que ha comenzado a desempeñar de inmediato.
Por lo que toca al Congreso federal, la encomienda ha sido clara para el exgobernador de Tabasco: la vinculación con el poder legislativo. La composición de los escaños por partido político ha cambiado, ahora hay menos diputados federales y menos senadores de Morena que los que había en 2018, siendo imposible ahora en 2021 lograr la mayoría calificada en la cámara baja, aún y con los votos de sus aliados legislativos, Verde y PT. Mientras que en la Cámara de Senadores hubo una desbandada aparentemente menor pero significativa con la salida de Lilly Téllez y la separación reciente de otros tres senadores, Germán Martínez, Alejandra León y Nancy de la Sierra, para conformar el bloque independiente en el Senado. Esta disminución de votos se da precisamente cuando el presidente busca pasar la reforma más difícil y controvertida de su sexenio, la reforma eléctrica, para la que deberá operar con legisladores de otros partidos, principalmente el PRI, partido en el que militó el ahora secretario y en el que se concentrarán los esfuerzos para conseguir la mayoría calificada en ambas cámaras y la mayoría simple en las legislaturas estatales.
Otra diferencia importante entre los tiempos políticos de la exsecretaria y los de Adán López son las elecciones por venir. Primero la revocación de mandato, ejercicio inédito en nuestra democracia, luego los comicios locales, seis en 2022 (Oaxaca, Tamaulipas, Hidalgo, Durango, Aguascalientes y Quintana Roo), y dos en 2023 (Estado de México y Coahuila), finalizando con la presidencial del 2024.
La relación con el INE hacia el proceso de revocación del mandato será compleja, igual que con la oposición, en cuyas manos están todas las gubernaturas a disputarse, mientras que el secretario de Gobernación ya hace también el papel de mediador entre los aspirantes presidenciales de Morena, tratando de evitar rompimientos que puedan ser muy costosos para la meta de refrendar la Presidencia de la República. Así entonces los tiempos y retos que podrían haber determinado que por fin se diera el relevo tantas veces anunciado en Gobernación.
RETAZOS
La Suprema Corte de Justicia es otro poder que viene cambiando gradualmente de piel. De sus 11 integrantes, tres han sido propuestos por el presidente López Obrador y en noviembre próximo deberá nominar uno más ante el Senado.
