Autoría de 12:31 pm #Opinión, Desde la UNAM

Actividad sísmica reciente que ha llamado la atención en Querétaro – Francisco Ramón Zúñiga

Estas últimas semanas los habitantes de Querétaro hemos estado expuestos a varios episodios relacionados con sismicidad. En esta entrega queremos hacer un pequeño resumen y describir algunas de las razones por las que pueden haber ocurrido.

Empezamos con la actividad que inició a principios de junio del presente año cercana a Uruapan, Michoacán, y que a la fecha sigue ocurriendo, si bien a una tasa menor. Los datos indican que esta actividad puede estar relacionada a una actividad magmática, originada ya sea como remanente de la erupción del Paricutín en 1942 o bien con un proceso cuya fuente es algún reservorio asociado al volcán Tancítaro.

Cabe mencionar que el Paricutín pertenece a la clase de volcanes conocidos como monogenéticos (los cuales hacen erupción en una sola ocasión). Por otro lado, el Tancítaro es un estratovolcán (capaz de producir erupciones de mayor dimensión en múltiples ocasiones en el tiempo).

Los resultados de fechamientos realizados en rocas aledañas indican que la última erupción del Tancítaro ocurrió hace más de 200 mil años, pero otras de sus erupciones ocurrieron hace aproximadamente 500-700 mil años. Otros episodios de sismicidad en esta zona han ocurrido en 1997, 1999, 2000, 2006 e incluso el año pasado, 2020. La sismicidad parece ser resultado de la inyección de magma en fallas y fracturas regionales. El mayor sismo de estas últimas secuencias tuvo una magnitud de 4.2. Aún está en estudio la razón por la que dicha actividad ha aumentado en estos años.

En segundo lugar, mencionamos la actividad que se ha estado presentando al sur de la ciudad de San Luis Potosí y al norte de San Felipe, Guanajuato. Esta actividad ha sido percibida en algunos sitios de Querétaro, en particular, el evento que ocurrió el 5 de septiembre a las 21:30 horas, que alcanzó una magnitud de 4.5 y fue reportado al norte de la ciudad de Querétaro.

Dicha actividad está relacionada con las fallas que bordean a la zona conocida como el Graben de Villa de Reyes. La presencia de estos sismos es indicio de que estas fallas siguen activas, por lo que es importante continuar con el monitoreo cuidadoso a fin de poder dilucidar la posibilidad de desencadenar un sismo de mayor magnitud, como ha ocurrido en otras fallas regionales.

Tal fue el caso en las fallas del borde del Graben de Acambay que dieron lugar en 1912 a un sismo de magnitud cercana a 7, el cual ocasionó graves daños a Acambay y Temascalcingo, en el Estado de México. El Centro de Geociencias de la UNAM ha ampliado la cobertura de la red de sismógrafos que opera en la región a fin de contar con mejores condiciones de monitoreo.

Por último, nos referimos al sismo ocurrido cerca de Acapulco el 7 de septiembre a las 20:47 horas, el cual alcanzó una magnitud de 7.1. Es notable que, a pesar de que la magnitud no es tan grande como la de otros sismos en la zona, este evento fue percibido claramente por muchas personas en Querétaro.

Este evento está relacionado a la subducción de la Placa de Cocos, como muchos otros de los grandes sismos que afectan a nuestro país recurrentemente. Sin embargo, la localización del hipocentro (zona de inicio del sismo a profundidad), ubicada costa-adentro en contraparte de otros sismos similares que ocurren preferentemente costa-afuera, es un indicio de que las ondas tuvieron una trayectoria más eficiente para su propagación, lo que haría que la atenuación fuera menor en este caso.

Es importante aclarar que aun cuando estos tres episodios se han presentado en un tiempo cercano su ocurrencia no está relacionada.

Queremos concluir esta nota con una respuesta a un cuestionamiento recurrente sobre si hay algún motivo para que septiembre sea particularmente activo en cuanto a sismos se refiere. Una mirada a la distribución de los sismos con magnitud mayor a 7 ocurridos desde que se cuenta con datos instrumentados (poco más de 100 años) nos indica que no es septiembre sino diciembre el mes en el que han ocurrido más eventos. De cualquier forma, esto no indica ningún patrón, ya que es resultado del tamaño de la muestra (86 sismos), que es demasiado pequeño para una estimación robusta.

El doctor Francisco Ramón Zúñiga Dávila Madrid es investigador del Centro de Geociencias de la Universidad Nacional Autónoma de México, Campus Juriquilla
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Last modified: 22 octubre, 2021
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