Es innegable que ha iniciado una transición tecnológica mundial impulsada por la crisis climática que enfrentamos y cuyas consecuencias —de superar el grado Celsius y medio la temperatura media mundial respecto del nivel preindustrial— se presagian catastróficas. Esta revolución verde se comienza a proyectar con nitidez en muchos sectores, como el de la generación de energía, el agroalimentario o el automotor, los tres muy importantes para México en tanto que nuestra economía depende en gran medida de las exportaciones de alimentos, petróleo crudo y vehículos ligeros, principalmente a los Estados Unidos de América.
Los cambios asociados a la adopción de nuevas tecnologías más amigables con el planeta irán acentuándose cada vez más con mayor aceleración y podrían impactar de mala manera a la sociedad mexicana, si no se toman las medidas necesarias para evitarlo. Hace unas semanas, por ejemplo, supimos de la decisión tomada en nuestro vecino del norte para beneficiar la comercialización de aquellos vehículos eléctricos cuyas baterías hayan sido fabricadas en su territorio en un porcentaje significativo; decisión que propició el pronunciamiento de varios de los países que proveen de vehículos a ese importante mercado.
Sin embargo, es conveniente tener presente que el desarrollo de los vehículos eléctricos no es reciente, sino que data de hace varias décadas. Tiempo durante el cual países como el nuestro nunca se preocuparon por dotar a su industria y a su fuerza laboral con los conocimientos y demás insumos que requería la migración hacia esta nueva tecnología. Es decir, la política industrial de México nunca contempló que tarde o temprano se enfrentaría a esta transición en el sector y jamás implementó estrategia alguna para amortiguar el cambio y paliar las consecuencias.
Conforme los efectos del cambio climático se acentúen y la presión ambientalista se intensifique, sociedades como la estadounidense acelerarán su preferencia por los vehículos eléctricos y entonces México podría perder su participación en estos mercados. Aunque las armadoras instaladas en nuestro territorio pudieran convertir sus líneas de producción rápidamente, este sector encontrará un obstáculo en la falta de talento capacitado para superar los retos que conlleva la migración de los motores de combustión interna a los eléctricos.
Tales problemáticas ya están emergiendo en otras latitudes, pero en los países de Europa, por ejemplo, las armadoras en conjunto con los gobiernos han comenzado a implementar programas de capacitación y entrenamiento para todo el sector, desde la proveeduría hasta el servicio posventa. Al menos por ahora, este último tramo resulta especialmente importante en el caso de los vehículos eléctricos pues, dado que la diferencia en el mantenimiento entre un vehículo de combustión interna y otro eléctrico es abismal —basta mencionar que un tren motor de los primeros está constituido por unas dos mil piezas móviles, mientras que en los segundos se cuentan apenas una veintena—, se prevé que las agencias tendrán que invertir tiempo y recursos sustanciales para adquirir todo el equipamiento necesario, así como entrenar a su personal, a fin de que adquieran tan pronto como les sea posible las capacidades necesarias para desmontar las baterías, repararlas y reinstalarlas. No se debe pasar por alto que en los vehículos eléctricos estas baterías son capaces de generar tensiones eléctricas de 800 voltios (V) —muchos más que los 12 V de los acumuladores instalados en los vehículos de combustión interna de hoy en día— y se encuentran protegidos por sistemas y circuitos eléctricos complejos.
Si el consumo de estos vehículos eléctricos aumentara en los próximos años como se tiene pronosticado para países de alto ingreso, los precios de estas unidades se reducirán sustancialmente, propiciando también el incremento de las ventas inclusive en países de ingreso medio, como México. Por ello no hay tiempo que perder, urge actualizar la formación en el manejo de sistemas eléctricos de alta tensión para los ingenieros y técnicos de este importante sector industrial.
Lo anterior, dicho sin aberraciones.
Gracias Eric es muy importante saber a que nos enfrentaremos en un futuro próximo inmediato ya hay armadoras que han comentado que a partir del 2030 ya no fabricaran autos de combustión interna y bien dices se tiene que capacitar a la gente para no quedarnos sumidos en la ignorancia y podamos ser competitivos