REPORTAJE Y EDICIÓN DE FOTOS: AMÍLCAR SALAZAR/LALUPA.MX
El gobierno de México tendrá un papel insignificante dentro del juicio que inició este mes en San Diego, California, contra el filicida estadounidense Matthew Coleman, aun cuando éste asesinó a sus hijos en territorio mexicano.
Debido a que Coleman fue arrestado en Estados Unidos, la autoridad mexicana se desinteresó de investigar el caso —más allá del hecho sangriento— , dejando cabos sueltos y pistas sin verificar sobre las actividades que realizó este sujeto durante su estancia de dos días en el país.
Una eventual falta de investigación por parte de la policía mexicana podría beneficiar jurídicamente al acusado ante el tribunal de San Diego, advierten expertos consultados por lalupa.mx.
Este medio periodístico obtuvo toda la información judicial disponible sobre este doble infanticidio ocurrido el 9 de agosto de 2021 en una zona rural de Rosarito, Baja California, a pocos metros de las instalaciones de la organización religiosa Rancho del Cielo, un amplio campamento de retiro espiritual para evangélicos y cristianos de ambas naciones.
ELIGIÓ MEXICO PARA MATAR A SUS HIJOS
A Matthew Taylor Coleman, empresario y entrenador deportivo de 40 años, se le hizo fácil cruzar la frontera de Tijuana, Baja California, para asesinar brutalmente a sus dos pequeños hijos y después huir, dejando los cuerpos despedazados sobre un camino rural, al estilo de los sicarios de los cárteles.
Miembro de una iglesia evangélica fundamentalista de Santa Bárbara, California, ciudad donde posee una escuela de surf, Coleman masacró a sus bebés con un rifle de pesca submarina; disparando 17 arponazos al niño llamado Kaleo-Skye, de diez meses, y 12 a la niña Roxy-Rain, de dos años.
El evangélico parricida quizá esperaba que su crimen se confundiera entre los casi 85 casos diarios de muerte y desaparición que ejecuta en nuestro país la delincuencia organizada —ello con un índice de impunidad del 94.8 por ciento, según reportes de México Evalúa —.
Sin embargo, Coleman cometió errores que lo llevaron a ser detenido por agentes del FBI cuando apenas reingresaba a EU por la frontera Tijuana-San Ysidro.
El filicida conducía una llamativa camioneta van Mercedes Benz, la misma con la que 48 horas antes había entrado a México en compañía de los menores.
LAGARTOS EN LA CABEZA
La noticia del caso Coleman dio la vuelta al mundo y causó polémica entre criminólogos, ello debido al insólito argumento de defensa que dio el acusado a los oficiales que lo sorprendieron en la frontera después de haberle seguido la pista por vía satelital.
Coleman confesó ante la agente federal Jennifer Bannon el supuesto motivo por el que mató a sus hijos.
Dijo que últimamente había estado recibiendo “visiones y señales” de que su esposa (Abby Coleman) tenía “ADN de serpiente” y que se lo había transmitido a los menores.
“Los maté para salvar al mundo. Ellos iban a convertirse en monstruos”, afirmó.
Coleman, quien presume en su negocio tener maestría universitaria (www.lovewatersurf.com), pareció hablar con lucidez cuando externó sus argumentos:
Dijo que repentinamente había sido “iluminado” por las teorías de conspiración que propagan algunas sectas de extrema derecha política como QAnon e Illuminata (muy difundidas en las redes sociales por simpatizantes del ex presidente Donald Trump), que suponen que “el mundo está dirigido por un grupo de pedófilos (a menudo representados con rostro de lagarto) adoradores de Satanás”.
—Reconozco que hice mal, pero debía hacerlo —dijo el confeso filicida y elevó los brazos para ser esposado.
MÉXICO SÓLO APORTARÁ DATOS SANGRIENTOS
Aun cuando el parricida actuó con probable premeditación en territorio nacional, México sólo aportará los datos de tipo sangriento durante el juicio: USA Vs. Coleman, iniciado este 5 de noviembre por el Tribunal Federal de San Diego, California.
Al suscitarse el doble crimen, la Fiscalía General de Baja California (FGBC) mostró eficiencia cuando rápidamente identificó tanto los cuerpos de las víctimas como al propio sospechoso, quien con anterioridad se había registrado en un hotel de Rosarito.
Sin embargo, apenas supo del arresto de Coleman en EU, la fiscalía bajacaliforniana pareció olvidarse del caso y ya no indagó (o reveló) nada sobre las actividades y contactos personales que pudo realizar el filicida durante las 48 horas que permaneció en el país.
De acuerdo con una declaración jurada ante la juez Jacqueline Chooljian por parte de la agente Bannon, el parricida especificó el nombre del organismo religioso: “Rancho del Cielo” para ubicar el sitio al que se dirigió para cometer el crimen.
Empero, los informes ofrecidos por la procuraduría bajacaliforniana sólo mencionaron a El Descanso —nombre del poblado donde se ubican las instalaciones del campamento religioso —, así como el de un diminuto y colindante predio baldío: un “Rancho Cardozo” que no figura en mapas de internet.
Los administradores del organismo religioso (www.ranchodelcielo.com.mx) no estuvieron disponibles para hacer ningún comentario aclaratorio a lalupa.mx, como tampoco para confirmar si Coleman frecuentaba o tenía conocidos dentro de la sede espiritual.
En respuesta a este medio, un funcionario de la FGBC dijo no contar con más información que la difundida en conferencia de medios por parte del titular del área, Hiram Sánchez Zamora, quien para contestar a un diario local dijo ignorar si Coleman conocía con anterioridad la ranchería donde ejecutó los crímenes, una zona de difícil acceso para un turista y en la que se habría actuado a oscuras, durante la madrugada.
PODRIA HACERSE EL LOCO Y LIBRAR LA CÁRCEL
De acuerdo con el abogado Xavier Gómez, llevar en EU el juicio contra Coleman acarrea el riesgo jurídico de que “el acusado pueda fingir amnesia, sufrir algún brote psicótico o que modifique su versión sobre los hechos ocurridos en México, y mediante alguna argucia legal logre conmutar su eventual sentencia carcelaria (o la pena de muerte) por un internamiento en una clínica de salud mental”.
De haber solicitado México la extradición de Coleman, éste podría llegar a ser sentenciado a 120 años de cárcel; sin embargo, la FGBJ renunció anticipadamente a solicitar la extradición y procesarlo en México.
Si bien el fiscal estadounidense que llevará el caso, Randy Grossman, acusó a Coleman de cometer su doble delito “de una manera especialmente atroz, cruel y depravada, ya que involucró tortura y abuso físico grave”, la fiscalía estadounidense no descarta que la defensa presente algún recurso que permita al sospechoso librar la cárcel alegando males de tipo psicológico.
Por lo pronto, Coleman fue presentado ante el Tribunal de San Diego, donde ya no habló de monstruos, lagartos ni de conspiraciones para salvar al mundo, sino que se declaró “inocente” de los cargos y dijo estar dispuesto a enfrentar un largo juicio.
48 HORAS COMO SICARIO EN MÉXICO
El caso Coleman comenzó el sábado 7 de agosto en una casa del barrio de Arroyo Burro Beach, en Santa Bárbara, cuando Abby Coleman, esposa de Matthew, llamó al teléfono de emergencias 911 para informar que éste había salido de la casa muy temprano, sin avisarle, llevándose tanto a los niños como la furgoneta que solía estacionar afuera.
El domingo 8, luego de enviar a su marido varios mensajes de texto que nunca respondía, Abby presentó un aviso formal de personas desaparecidas, ello debido a que la ausencia de su familia le resultaba inusitada.
La mujer aseguró a la autoridad no haber tenido pleito alguno con su esposo e inclusive afirmó que ese mismo fin de semana tenían planeado hacer un viaje familiar.
Utilizando el sistema de localización satelital de equipos celulares, la policía de Santa Bárbara ubicó a Coleman en las cercanías de un hotel de Rosarito, situación que fue reportada de inmediato a la autoridad de Baja California.
La fiscalía local no tardó en averiguar que el estadounidense se había hospedado junto con los niños en el hotel City Express de Rosarito, ello durante dos noches seguidas (7 y 8 de agosto), pagando con tarjeta de crédito e identificándose con licencia de manejo.
En video de cámaras de seguridad pudo verse que a las 02:54 del lunes 9 Coleman salió de la habitación acompañado de sus hijos: una salida a deshoras, que si bien causó extrañeza entre empleados del hotel, no dio pie para que imaginaran que el huésped planeaba asesinar a los chicos en una desolada área suburbana ubicada a 29 kilómetros del área turística.
El mismo lunes, policías de Baja California reportaban a los medios de prensa la localización de los cuerpos de dos niños rubios, pero cuyas características físicas muy pronto coincidirían con las imágenes de los chicos desaparecidos en Santa Bárbara que había enviado el FBI.
A las seis de la mañana del lunes 9 —dos horas después de cometido el crimen— , Coleman volvió al hotel ya sin los niños, ello sólo para pagar la cuenta y desocupar la habitación. Acto seguido, subió a su camioneta y enfiló con destino a la frontera Tijuana-San Ysidro, pero donde agentes del FBI ya lo monitoreaban por vía GPS.
Fue así que los agentes federales pusieron bajo arresto a este singular estadounidense, quien cruzó la frontera mexicana sólo para deshacerse de sus dos únicos hijos.
Evidentemente frío y calculador, el pelirrojo se tomó su tiempo para ocultar entre matorrales los cuerpos desnudos de los niños; posteriormente, deshacerse del arma en un arroyo situado a dos kilómetros de distancia, así como la ropa ensangrentada, misma que depositó en un cesto de basura próximo al muro fronterizo México-EU.
La madrugada del martes 10, Coleman fue trasladado a la cárcel de Santa Ana, California, donde un guardia le preguntó qué le había sucedido en la mano, a lo que el aludido respondió (según consta en una declaración judicial): “me lo hice hiriendo a mis hijos”.
DE “TÍPICO HOMBRE ACUÁTICO” A FILICIDA CONFESO
Nacido en 1981 en Santa Bárbara, Matthew Coleman pasó su infancia navegando en costas de California, haciendo surf y pescando con arpón. Obtuvo una licenciatura en el plantel cristiano Point Loma Nazarene University mientras competía en un equipo de surf. Luego enseñó inglés a jóvenes evangélicos en San Sebastián (Donostia), España, para volver a Santa Bárbara donde obtuvo una maestría en español.
Coleman era muy conocido por su fe evangélica-fundamentalista, una creencia que lo llevó a “retribuir a la comunidad”, según se lee en la página de la escuela deportiva que fundó en 2011, Lovewater Surf School, identificada entre la devota comunidad de Santa Bárbara como un “campamento de surf cristiano.”
Un alumno de Coleman lo describió como “típico hombre acuático de Santa Bárbara: deportista, pescador, surfista y devoto evangélico)”. Y es que el entrenador deportivo solía mezclar consejos de práctica oceánica con los de tipo espiritual, particularmente entre niños y adolescentes, con quienes sostenía frecuentes conversaciones acerca de la vida y predicaba entre “el bien del cielo” y “los males del infierno”.
A decir de amigos y familiares (incluida su esposa Abby), Coleman tenía “alma de evangélico” y nunca dio señales de que podría ser capaz de cometer un escalofriante crimen como el que ejecutaría (premeditadamente o no) en México.
¿CONSPIRANOICO REAL O SIMULADO?
¿Puede un deportista y empresario exitoso asesinar a sus dos hijos-bebés bajo el supuesto de que podrían “convertirse en monstruos”?
Para el psiquiatra y criminólogo estadounidense Todd Grande, “el caso Coleman es inusitado, y por ello están disponibles para creerse todas las hipótesis que se presenten para poder explicar un crimen semejante; sobre todo porque aún no se dispone de información sólida sobre el caso”.
“Habrá que esperar el desarrollo del juicio, especialmente para saber si surge información adicional, que eventualmente podría encontrarse bajo el típico sigilo judicial”, explica Todd en charla por vía digital con este medio.
“No dudo que Matthew Coleman pudiera haber cometido el doble crimen supuestamente guiado por las teorías de conspiración de QAnon; sin embargo, tampoco descartaría que con ese argumento el hombre sólo podría estar tratando de evadir su responsabilidad penal.
“Por ahora, sería difícil saber si Coleman trata de aparentar que su mente está desconectada de la realidad. Igualmente, nos faltará evaluar si en su comportamiento existe participación de algún nivel de psicosis u otros síntomas de salud mental.”
lalupa.mx consultó también por vía digital al académico David Smith, quien fue compañero de Coleman en la Universidad de Point Loma, quien dice sentirse muy lastimado emocionalmente por el doble homicidio cometido por su ex compañero de aula:
—¿Monstruos? ¡El único monstruo que me viene a la mente es ese pedazo de mierda. ¿Matar a dos bebés inocentes con un fusil para tiburones? ¿Qué tan cruel puede ser una persona? ¿Su propio padre? Dios mío. Creo que Matthew es un narcisista, incapaz de amar a alguien que no sea a él mismo.
“En casa, mi esposa supone que Matthew quiso acabar con los niños debido a que tenía un divorcio inminente, o bien a los pagos de manutención o porque quizá le pareció que criar hijos era demasiado trabajo y dinero. Un narcisista y egoísta. Creo que no hay castigo lo suficientemente severo para darle a este monstruo.”
Para el abogado Xavier Gómez, la muerte sin sentido de ambos niños es “una tragedia horrible y una pesadilla”. A estas alturas, míster Coleman probablemente ya haya recuperado el sentido y ojalá que esté mortificado por lo que hizo, con remordimientos.
“No tengo duda de que su defensor aprovechará lo dicho ante el FBI respecto a los monstruos, a fin de que lo declaren inocente por causas de locura. De este modo podrá salvarse de que le den la pena de muerte y entonces pasará algunos años en un pabellón psiquiátrico.”
MATTHEW, ¿LOBO CON PIEL DE OVEJA?
El hecho de que Coleman eligiera México para matar a sus hijos también generó debate en las redes sociales, de donde lalupa.mx seleccionó estos comentarios:
“Por la saña con la que mató a los niños a mí me queda claro que ya tenía todo premeditado, algo que desde luego no hace un enfermo mental de verdad. Si así fuese, lo hubiese cometido en su zona y no en un lugar solitario de Rosarito. Además, se levantó de madrugada y manejó su coche hasta el lugar donde iba a matarlos. O sea, fue un acto bien planeado, así que no me cuadra eso de que esté loco y crea en el ADN de serpiente y esas cosas. Bueno, es mi humilde opinión”: Rosario García.
“Sospecho que es un hombre histérico que simplemente ya no quería ser padre. El tema de la conspiración es una excusa conveniente. Porque si realmente creía en esas cosas, ¿por qué llevar a los pobres bebés al medio de la nada y esconder sus cuerpos? ¿Por qué no tomar a la esposa y matarla también, ya que supuestamente ella tiene el ADN de lagarto alienígena?”: Richard Vancil.
“Pues tuvo que haber conocido muy bien el tal Rancho del Cielo, porque un desconocido o alguien que fuera ajeno a ese lugar nomas no entra así y a oscuras; a menos que ya conociera o que de plano haya tenido algún cómplice por allá”: Shoping Chic Ciromy.
“Coleman es un lobo con piel de oveja. Sabía exactamente lo que iba a hacer. Planeó todo. 1) Se marchó de casa sin que su esposa supiera. 2) Manejó todo el camino hasta México para hacer su crimen. 3. Escondió los cuerpos y se deshizo de todas las pruebas. 4) Trata de culpar a las teorías de la conspiración por sus acciones. Veredicto: culpable de homicidio premeditado en primer grado al 100%”: Leo Deo.
“No creo su historia. Creo que este loco se cansó de cuidar a sus hijos y necesitaba, además de la impunidad que, según él, le proporcionaría México, tendría una historia de portada para hacerse famoso. Ningún verdadero mata-lagartos actuaría así, no me lo trago. Su comportamiento es típico de hombres misóginos que están llenos de rabia hacia su pareja. ¿El motivo? Para castigarla a ella y a los niños para siempre, según su pobre pensamiento de macho acomplejado o vengativo”: Laura Daniel.
AQUÍ PUEDES LEER TODAS LAS ENTREGAS DE #FILOROJO, DE AMÍLCAR SALAZAR, PARA LALUPA.MX
https://lalupa.mx/category/las-plumas-de-la-lupa/amilcar-salazar-filo-rojo/
Que triste y que absurdo, los fundamentalistas tienen teóricas político-religiosas difíciles de comprender. Lo lamento
Que gran reportaje
Triste y trágica historia, un tipo enfermo con características de psicópata.
Que lo frían en la silla eléctrica.