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Filmar da algo de pena, pero quiero ser actriz: Ana, protagonista de “Noche de fuego”, enviada por México al Óscar

ENTREVISTA: PATRICIA LÓPEZ NÚÑEZ/LALUPA.MX

FOTOS: RICARDO ARELLANO/LALUPA.MX

En su casa en Amealco, rodeada de perros, borregos y guajolotes, Ana Cristina Ordoñez González todavía siente algo de pena por verse en Noche de fuego. En su pueblo la gente ya sabe que filmó la película y algunos preguntan si regresarán a rodar algo más, porque muchos se negaron a darle permisos a sus niñas por miedo a que no fuera más que un truco para llevárselas.

Lo más difícil para ella fue vencer ese miedo y, después, aceptar cortarse el pelo. Noche de fuego, enviada por México para competir por el Óscar como mejor película extranjera y que ya se presentó en el Festival de Cannes, le abrió los ojos sobre los peligros del narcotráfico. A sus 12 años, reconoce que cuando le tocó actuar ya sabía sobre las desapariciones de mujeres, pero no se imaginaba todo lo demás.

Dos años después de su participación, temía que ya no se estrenara. La pandemia lo retrasó todo y no sabía qué podía esperar. Llena de esperanza, en su pueblo de caminos de terracería y casas a medio construir, Ana Cristina sueña ahora con ser actriz, aunque no tiene cerca escuelas para estudiar esta profesión y su familia tampoco tiene tantos recursos.

Igual que en la película, en su pueblo los hombres se van a Estados Unidos a buscar trabajo y muchas mujeres están solas, pero encuentran opciones de trabajo en sus milpas, en el turismo que llega a visitar al bosque y en la engorda de los animales. Le gusta su pueblo y su gente, donde todos se conocen, donde ella vive y sueña con un futuro mejor.

“Lloraba porque ya no quería ir”

Hace dos años se presentaron personas de la producción de la película Noche de fuego en su escuela. Ana Cristina recibió un folleto donde invitaban a las niñas y a los niños a hacer casting. Solo 7 estudiantes de la primaria aceptaron, porque los demás tenían desconfianza y miedo.

Cuando consiguió el papel estaba muy emocionada, pero muchos le advertían que le podía pasar algo, “lloraba porque no quería ir a la sierra, quería que se fueran todos conmigo”. Sus dudas aumentaron después, cuando le dijeron que se tenía que cortar el pelo, porque no quería cortarlo.

Escena de “Noche de fuego”

“Me preguntaron cómo vivía con mi familia, ahorita sólo estoy con mis papás, no están mi hermano y mi hermana”. Teresa, su mamá, también tenía miedo, porque pensaba que “podía ser un truco para llevarse a las niñas”.

La eligieron de entre más de 800 pequeñas que participaron. Tuvo que ir a otra comunidad, a la ciudad de Querétaro y a las grabaciones en la sierra, a donde la acompañó su papá. “Me preguntaban si me acordaba de la escena o si tenía que ensayarla, grabar da un poquito de pena y si no te sale el diálogo lo debes grabar otra vez hasta que te salga”.

Después de grabar, le ganaba el temor de que nunca se presentara, porque se filmó hace dos años, antes de la pandemia “y mis primas, la gente, me decían: ya no va a salir y yo me desanimaba porque no salía. Mi primo me dijo: vi a tu doble, a Marya, en el festival de Cannes y eso me subió el ánimo, fui el 14 de septiembre a la presentación en Los Pinos, a la premier”.

“La mayoría de las mujeres estamos solas”

Noche de fuego cuenta la historia de tres niñas que viven en La Montaña de Guerrero donde los hombres se van a Estados Unidos y las mujeres quedan presas de la violencia que provoca el narcotráfico. Sin embargo, la película, ha dicho la directora Tatiana Huezo, no se filmó en Guerrero, sino en comunidades de la Sierra Gorda de Querétaro, debido a la inseguridad y violencia que existe en aquel estado del sur de la República.

Escena de “Noche de fuego”

Ana Cristina ya sabía de la desaparición de las mujeres, pero no tenía idea de todo lo que causa el narcotráfico y eso le causó temor. “En la película nos escondían en la tierra y sí sentía miedo. Acá estoy feliz, aunque también me da miedo que hay personas que matan mujeres”.

Igual que en la película, su papá trabaja a veces en el norte, su hermano dejó el pueblo hace dos meses para irse a Estados Unidos y su hermana trabaja en otro municipio. Su mamá, Teresa, aclara que la mayoría de los hombres en el pueblo se van a Estados Unidos, muchos consiguen acá la visa de trabajo y se van con un puesto por cierto tiempo, otros “se van por el cerro, de ilegales”.

“La mayoría de las mujeres estamos solas, como en la película, no es tan lejano pues, aquí también la mayoría de las mujeres se quedan solas. Aquí se dedican al trabajo de la milpa, hay gente que tiene sus animales, de ahí comen o si saben engordar algunos becerros, pues sale para comer, ahora lo que está pasando es que ha entrado mucho turista a recorrer el bosque en bicicleta y hay gente de aquí que se va a la entrada y los suben al bosque”, explica Teresa.

Por eso, Teresa tenía miedo cuando las invitaron a las grabaciones. “Nos decían que iban a venir a buscar niños a la escuela y empezamos a pensar ¿y si no es cierto? ¿Si les pasa algo? ¿Si nomás están viendo a qué niña se llevan? Nos dieron un escrito y en la escuela nos dijeron que todo parecía legal. Muchas mamás no les dieron permisos a los niños y a las niñas. Ahora que ven que sí era real preguntan si van a regresar a grabar”.

A Ana Cristina le gusta su pueblo. Son pocos habitantes y todos se conocen. Tiene espacios muy amplios para estar con sus perros y le gusta ir a la secundaria, donde hay muy pocos alumnos. También le gusta pensar en si se hará una presentación de la película en su comunidad.

En su casa hay mucho espacio al aire libre. Las flores de su mamá, los animales, las pequeñas jardineras de cactus de su papá. El caballo de su hermano y dos habitaciones donde duerme la familia. Todo eso le gusta a la nueva actriz, que todavía no se acostumbra a la fama.

Quiero ser actriz o doctora

Ana Cristina va a la escuela una vez a la semana. Entrega todas las tareas que le dejan y recibe más para hacerla en su casa hasta la siguiente semana. Algunos de sus compañeros piensan que la película “se le subió un poco” y le preguntan si se va a ir “al norte”, le piden boletos para verla y fotos para cuando sea famosa, pero ella dice que es exactamente igual.

“Ya todos saben que la grabé, en Amealco la están promocionando, también mis familiares. Primero me sentí orgullosa de hacer lo que hice, me dio un poquito de pena, ansias, temor, vergüenza a veces. Me da pena verme ahí haciendo las escenas, cuando me visten toda mojada, enlodada y me da pena”, ríe.

Quiere ser actriz, pero no sabe dónde estudiar porque en Amealco no hay una escuela y su mamá afirma que “recursos no hay, pero hacemos lo que podemos para apoyarla”, así que buscan alguna opción en Pedro Escobedo o en algún otro municipio cercano.

También le gustaría ser doctora o veterinaria, pero sabe que en cualquier caso hay que “echarle ganas a la escuela”, aunque le cuesta hacer tareas, pero quiere llegar a la universidad y terminar una carrera.

Su mamá está muy orgullosa. “Me siento ancha, feliz de verla. Me felicitan por ella y yo solo quiero que le vaya bien, que logre todo lo que sueña, aquí la vamos a apoyar en todo”.

Un tío de su papá, que está de visita, le recomienda que aproveche que ahora la cuidan sus papás, que aprenda a cuidarse también, porque cuando crezca, cuando sea más grande, tendrá que cuidarse sola en cualquier camino que quiera elegir.

Ana Cristina asiente a todas las recomendaciones, agradece los buenos deseos y se siente apenada con las felicitaciones. Parece que hace una pausa en sus sueños cuando recibe la visita de otra amiga y corre a recibirla para perderse en la plática de niñas, ahí, en su pueblo, donde los hombres también se van a Estados Unidos y todos se conocen entre sí.

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Last modified: 24 enero, 2022
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