Tal como la cubierta aislante de los cables eléctricos optimiza las señales de electricidad que viajan a través de ellos, una capa de mielina cubre los axones de las neuronas en nuestro sistema nervioso con un propósito similar. Actualmente, estamos investigando cómo se forma esta sustancia aislante para idear estrategias que nos permitan protegerla y repararla en las enfermedades en las que está dañada, como la esclerosis múltiple.
La mielina: el importante aislante de nuestro sistema nervioso
En nuestro cerebro la transmisión de la información es un viaje de señales entre neuronas bien conectadas y que comunican las diferentes regiones de nuestro sistema nervioso. Esas señales se dan en la forma del llamado potencial de acción, que es un tipo de diálogo electroquímico que sucede entre las neuronas. Es un viaje rápido y óptimo gracias a la ayuda de la mielina, un recubrimiento compuesto de lípidos y proteínas, que envuelve los axones de las neuronas y sirve como aislante, de manera similar al recubrimiento que tienen los cables para funcionar adecuadamente al transmitir señales eléctricas.
En ocasiones, el recubrimiento de mielina se daña o pierde debido a alguna enfermedad degenerativa, que por ello se clasifica como enfermedad desmielinizante. Una de estas enfermedades es la esclerosis múltiple. En ella, síntomas severos como la debilidad muscular, rigidez y espasmos musculares, deficiencia en la coordinación, alteraciones en la sensibilidad del dolor, pérdida de la memoria y otros más en parte son causados por la pérdida de mielina.
Mielinización: cómo optimizamos la comunicación entre neuronas
Por lo anterior, uno de los retos actuales en la ciencia es entender cómo se forma la mielina en nuestro cerebro y cómo podemos modular ese proceso llamado mielinización. Actualmente sabemos que esta estructura es producida por un tipo especial de células en nuestro cerebro, llamadas oligodendrocitos.
En la mielinización, los oligodendrocitos son capaces de formar mielina cuando parte de su membrana celular envuelve los axones de las neuronas de forma concéntrica. De esta manera generan un enrollado que en conjunto le confiere a la neurona la capacidad de transmitir su impulso nervioso de manera más eficiente. ¡Hasta casi cien veces más rápido de lo que lo harían neuronas sin el recubrimiento de mielina!
Este proceso de mielinización ocurre prácticamente durante toda nuestra vida, aunque durante algunas etapas, como los primeros años de vida o la adolescencia, la tasa de formación de mielina es más alta.
Investigar la mielinización: entender para proteger y reparar
Entender cómo es la formación de la mielina en nuestro cerebro, y cómo los oligodendrocitos se “comunican” con las neuronas para llevar a cabo su tarea de mielinización, es un quehacer en el que los científicos estamos encaminados. Esta comprensión del fenómeno podría llevar a un diseño de tipo terapéutico ante enfermedades desmielinizantes, que permitiría disminuir la pérdida de mielina y tratar lo mejor posible las deficiencias funcionales que hayan ocurrido.
En ese sentido, diversos enfoques o estrategias de investigación están siendo utilizados para estudiar la mielinización en el cerebro, o bien en el sistema nervioso central, dicho formalmente. Uno de los enfoques ha sido el estudio de la mielina realizando observaciones directas del grado de mielinización en el tejido cerebral, es decir, desde una perspectiva histológica.
Por otro lado, ha cobrado gran importancia y utilidad el uso de técnicas de imagenología como la resonancia magnética, que nos permiten evaluar las estructuras cerebrales, tanto en modelos animales como en los propios humanos. Técnicas como esta dan la posibilidad de monitorear el fenómeno de mielinización de manera no invasiva, ya sea en condiciones normales o en el padecimiento de alguna enfermedad desmielinizante.
En laboratorios de investigación como el nuestro, el Laboratorio de Neurofisiología Celular del Instituto de Neurobiología de la UNAM, empleamos este tipo de enfoques. Analizamos distintas estructuras mielinizadas en el cerebro de modelos animales con el fin de evidenciar el grado de mielinización e intentar inferir cambios en las estructuras del sistema nervioso central ante diversos panoramas ambientales o de estímulos externos.
La mielina es fundamental en el correcto funcionamiento de nuestro sistema nervioso. Es el recubrimiento aislante que protege la señal eléctrica con la que se transmite la información entre nuestras neuronas. Por su parte, los oligodendrocitos son las células responsables de producir este recubrimiento en el proceso de mielinización. Los esfuerzos de investigación, como el que realizamos en el Laboratorio del Instituto de Neurobiología para entender este proceso y la manera en la que se comunican los oligodendrocitos y las neuronas, son cruciales para acercarnos a la posibilidad de idear estrategias para proteger la mielina y repararla en las enfermedades en las que está dañada, como la esclerosis múltiple.
*Imagen: Las neuronas y los oligodendrocitos son células que se comunican entre sí en nuestro cerebro. De ese diálogo se produce la formación de la mielina, una sustancia grasa que hará que el viaje de la información en nuestro cerebro sea más rápido.
Si quieres contactar o conocer el trabajo del Dr. Abraham, visita esta página: http://www.maestria.inb.unam.mx/?product=cisneros-mejorado-abraham-jotssel
El doctor Abraham J. Cisneros Mejorado y la maestra Alba Sofía Gutiérrez Ramírez son, respectivamente, investigador y jefa de divulgación científica del Instituto de Neurobiología de la Universidad Nacional Autónoma de México, Campus Juriquilla