El ambiente huele a fiestas navideñas. Ya sea por parte de bombardeos de anuncios al respecto, o simplemente porque las páginas del calendario pasan rápido, pero el fin de año está a la vuelta. Sin embargo, 2021, como nos sucedió en 2020, parece ser un cierre con varias complejidades.
En primera, aunque con claro declive, la pandemia sigue. Esto ha causado que grandes economías a nivel mundial sigan luchando contra inflación, falta de empleo o escasez de empleados. Las industrias también están sufriendo falta de personal (como American Airlines, empresa aérea que, por ello, paró el 18% de sus vuelos en un fin de semana) y problemas en la cadena de suministro.
Como consumidores nos estaremos enfrentado a precios altos, poca variedad de productos o muchos retrasos en entregas de los mismos.
Cuando hacemos un presupuesto de lo que gastaremos en las fiestas navideñas, normalmente tomamos en cuenta el desembolso de dinero de los regalos, comidas, viajes, etc. Ahora, dentro de esa planeación, debemos considerar si podemos solventar los problemas antes mencionados. Por ejemplo, si tenemos un viaje en diciembre y la aerolínea cancela, ¿podemos pagar el traslado a otra ciudad/aeropuerto? ¿Comidas extras, artículos de uso personal (en caso de que no tengamos acceso a la maleta)? ¿Desembolsar otra noche de hotel en caso de que la aerolínea no pague la estancia? Si los regalos navideños no llegan a tiempo, ¿puedo pagar otro para no dejar el árbol vacío el 24 de diciembre? ¿Puedo mantener el estilo de vida con la inflación que tanto nos pega en el bolsillo?
En este inicio de mes, previo a las fiestas, es momento de ir pensando en todas las implicaciones que las atípicas condiciones que estamos viviendo nos dejan en nuestras finanzas.