Es inminente la llegada de quien será la primera mujer gobernadora del Banco de México, Victoria Rodríguez Ceja, economista que, hasta haber sido propuesta, se desempeñaba como subsecretaria de Egresos del gobierno federal. Siendo esta la tercera designación que hace el presidente de la república para integrar la Junta de Gobierno del banco central, se cuestiona si habrá autonomía en las decisiones de este organismo, compuesto por cinco integrantes, en momentos en los que es determinante tomar las medidas de política monetaria que aminoren la tendencia inflacionaria, que cerrará este 2021 arriba del 7 por ciento.
Uno de los grandes avances institucionales en el contexto del manejo de la economía fue sin duda la reforma constitucional de 1993, que le concedió autonomía plena al Banco de México y en la que se estableció como su principal objetivo conservar el poder adquisitivo del peso, es decir, mantener la inflación en los niveles más bajos posibles.
Es un hecho que el banco central, desde aquel momento, habría de cumplir con la responsabilidad de contener el aumento de precios, que en México llegaron a ser de hasta tres dígitos en los ochenta; una vez con autonomía, logró gradualmente mantenerlos en parámetros muy sanos y controlados, entre 3 y 4 por ciento, aplicando las herramientas de política monetaria a su alcance, principalmente la de fijar la tasa de referencia, que cuando es alta desincentiva el gasto y que cuando es baja estimula la expansión de circulante a partir del abaratamiento de los créditos.
Las resoluciones en el Banco de México se toman de manera colegiada, por la Junta de Gobierno, compuesta de un gobernador y cuatro subgobernadores, lo que implica que se requieren de tres votos o más para que queden firmes las decisiones dentro de la junta, aun si entre estos votos no está el del gobernador.
En lo que va de la actual administración federal, el Ejecutivo ha tenido la oportunidad de proponer dos nuevos subgobernadores, ante la finalización del periodo legal de quienes ocupaban esas posiciones. Sus propuestas, ratificadas por el Senado, fueron Gerardo Esquivel, quien a su vez había sido subsecretario de Egresos de la administración actual, y Jonathan Heath, un académico sin vinculación partidista o con el proyecto del presidente López Obrador, pero cuya formación y perfil estaban perfectamente acreditados.
Si alguien pensó que los subgobernadores propuestos por el presidente serían una extensión del gabinete, los hechos han demostrado una sana separación institucional, incluso se han opuesto a que las reservas internacionales, en manos del Banco, fueran usadas para el pago de deuda externa, como lo propuso el propio AMLO.
La próxima gobernadora del Banco de México podría no tener más peso en los votos de la Junta de Gobierno, pero sin duda es la voz más importante, la comunicadora oficial del banco central, cuya cautela y prudencia en qué declara y cómo lo declara será fundamental para la estabilidad de la economía en general, no sólo hacia el interior del país, sino en buena medida hacia fuera de nuestras fronteras.
Victoria Rodríguez Ceja afirmó al ser nominada que su prioridad será frenar la inflación y se pronunció en contra del uso de las reservas para fines distintos a los que establece la ley del Banco de México, así de claro. Sin duda, el refrendar su visión sobre su papel al frente de esta institución autónoma es algo que da tranquilidad en momentos cuando la labor del banco central es determinante para que a los mexicanos nos rinda el dinero, en medio de un embate internacional de aumentos de precios.
