La relación entre Estados Unidos de América (EUA) y China volvió a temblar luego de que Washington anunciara que no enviaría representantes políticos a los Juegos Olímpicos (JO) de Invierno de Pekín. Es un golpe diplomático fuerte que ha resentido el país de los ríos azul y amarillo. ¿Qué motivaciones hay detrás de este movimiento y cómo se puede interpretar?
Cada edición de los JO, sin importar su versión, cambia de país anfitrión, mismo que se vuelve el centro de la atención y diplomacia, puesto que su rol no sólo es ofrecer un buen espectáculo, sino fomentar los lazos de interacción y colaboración con los Estados participantes, quienes también mantienen una relación estrecha con el país anfitrión.
Por ello, la decisión de la Casa Blanca de no mandar representantes del gobierno estadounidense a los JO de Invierno de Pekín se traduce en que Washington no reconoce la parte institucional del evento. Significa que, si bien los atletas de las barras y las estrellas estarán participando, EUA no valida la gestión china ni considera que deba colaborar con el país asiático para el desarrollo del magno evento deportivo mundial.
La pérdida del respaldo estadounidense no es cualquiera, puesto que estamos hablando del apoyo del país más poderoso del mundo. La acción ha causado severas molestias a Beijing, que ha declarado que EUA “pagará por su boicot diplomático”. Pero no es el único en esta ecuación. Tanto Países Bajos como Reino Unido, Francia y Japón, entre otras naciones, están aún evaluando si se unirán al bloque del boicot o no.
Y, ¿por qué se generó este boicot? Se trata claramente de una acción de retaliación por parte de Washington contra Beijing por varias cuestiones. Las que destacan son tres: la intervención de China hacia Hong Kong, el trato hacia los uigures y la hostilidad creciente hacia Taiwán, sobre todo en los últimos meses.
En cuanto al primer caso, Hong Kong ha sido un bastión de occidente desde hace unos dos siglos. Su sistema judicial, económico y social (valores y normas) es prácticamente una calca del que se sigue en el mundo occidental. Por ello, la introducción de la Ley de Seguridad Nacional por parte de China hacia esta región semiautónoma ha causado estragos para países que han encontrado en el reducido territorio un oasis, principalmente de comercio, en Asia.
Acerca del segundo caso, el trato de Beijing hacia los uigures es ampliamente conocido y reconocido por la comunidad internacional como un genocidio que también es cultural, lo que a todas luces puede ser utilizado en su contra y llevado con mayor fuerza al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para convertirse en un tema de intervención humanitaria y militar, aunque, a decir verdad, es complicado que se consiguiera esto último. Es cierto que constantemente China ha desacreditado las acusaciones al respecto, pero eso no le quita la presión de la comunidad internacional liderada por EUA.
El tercer punto es el más delicado. Taiwán es reconocido por China como parte legítima de su territorio, por lo que ha conducido una política exterior encaminada a anexar a la isla. En los últimos meses Beijing ha aumentado, con sus acciones, la amenaza de invadir e integrar a Taiwán a su territorio. La situación ha alertado a todo occidente, pero particularmente a EUA, puesto que buscaría a toda costa evitar la absorción de lo que en su momento se conoció como la isla de Formosa.
Es evidente el choque de poderes e intereses entre Washington y Beijing. Lo que busca EUA es intentar disuadir a China a cambiar su comportamiento con su acción de boicot diplomático hacia los JO, que todo el mundo conocerá y que además sabrá sus causas. No obstante, es muy complicado que este resultado esperado pueda generarse con el país asiático, puesto que se trata de uno hegemónico que no se verá fácilmente influido por otros, aunque sean poderosos. A pesar de ello, la marca diplomática se queda y esa es la que quizá le interesa más a la Casa Blanca que permanezca latente en la comunidad internacional para ganar aliados contra su rival más importante de la actualidad.