Autoría de 12:26 pm #Opinión, Niels Rosas Valdez - Procesos del Poder

Sin mucha esperanza en Bielorrusia – Niels Rosas Valdez

Ayer se anunció que Sergey Tikhanovsky, esposo de la lideresa de la oposición en Bielorrusia, Svetlana Tikhanovskaya, fue sentenciado a 18 años en prisión en un penal de alta seguridad. ¿Por qué sucedió esto? ¿Qué impacto genera en Europa?

Tikhanovsky es un conocido bloguero y activista bielorruso que ha dedicado la parte más reciente de su vida a denunciar las malas prácticas de Alexander Lukashenko, presidente de Bielorrusia. No obstante, se intentará silenciar su voz cada vez más, ahora que esté día y noche en una prisión. ¿Cómo llegó a tal situación?

Tras anunciar su candidatura a la presidencia de Bielorrusia, Tikhanovsky fue arrestado por el gobierno de Lukashenko en mayo de 2020. Parece ser que al mandatario, quien ha estado en el poder por poco más de 27 años, no le hizo gracia que otro pudiera retarlo en la carrera presidencial de la exrepública soviética que gobierna.

Bielorrusia se incorporó al Estado ruso poco antes de la creación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en 1922. Fue uno de los tres Estados de este conglomerado de repúblicas que gozó de una calidad y facultades superiores en muchos sentidos. Luego de varias décadas, junto con Ucrania y Rusia, declaró su independencia de la URSS a mediados de 1991, a través del Tratado de Belavezha.

Así como todas las demás exrepúblicas soviéticas, tras su salida de la URSS y la desintegración de esta en diciembre de 1991, Bielorrusia por fin tuvo la posibilidad de elegir a su propio gobernante. Sin embargo, la sombra del autoritarismo y las viejas prácticas del régimen comunista fueron difíciles de ser despojadas, a pesar de las elecciones presidenciales como instrumento democrático que llevó a Lukashenko a ser el mandatario del país desde 1994.

Este presidente, quien es también llamado “el último dictador de Europa”, es conocido por sus prácticas autoritarias de un corte muy similar a las de la Unión Soviética. Lo anterior le ha permitido construir puentes con Rusia bajo el mando de Vladimir Putin, pero también le ha provocado muchas fricciones con los poderes de occidente, particularmente Estados Unidos de América y, más aún, la Unión Europea (UE).

El encarcelamiento de Tikhanovsky muestra otra vez una evidencia contundente del régimen hermético impulsado desde Minsk. Las libertades civiles son mínimas, la prensa está altamente regulada, las movilizaciones de protestas genuinas contra el gobierno son consideradas “alteraciones del orden público”, las oposiciones políticas son hostigadas, amenazadas y coartadas, y otras prácticas democráticas son prácticamente inexistentes.

La situación es difícil para Bielorrusia. Donde hay autoritarismo no hay democracia. Hay que tenerlo muy en mente, no sólo en la exrepública soviética, sino en cualquier otra parte del mundo. El escenario también es complicado para Bruselas, puesto que el conglomerado de 27 naciones está basado en varios pilares, entre ellos la democracia, por lo que colindar con un estado autoritario crea tensiones e impide interacción, entendimientos y cooperación.

Pero lo más peligroso de la relación es que el régimen de Minsk puede influir e incitar a comportamientos similares en otros Estados aledaños, por lo que para la UE es un foco rojo en la región. La solución más fácil es que Bruselas pueda poco a poco intentar cambiar las acciones del gobierno de Lukashenko, y a eso se ha abocado, pero no es sencillo conseguir el objetivo cuando detrás del mandatario bielorruso se encuentra apoyándolo una figura tan poderosa como la de Putin.

Niels Rosas Valdez
Escritor, historiador e internacionalista
@NielsRosasV (Twitter)
niels.rosas@gmail.com
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Last modified: 15 diciembre, 2021
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