Si escriben en el buscador de YouTube: Bandas de música argentina, aparecen los clásicos, los que siempre hemos escuchado. Y sí, nos gustan. Pero si escribimos bandas argentinas integradas por mujeres, no arroja resultados concretos.
Bandas musicales de chicas argentinas, un intento más.
Recién vi, en la gira digital de Ambulante, Una banda de chicas, documental que nos muestra un panorama de quiénes son las mujeres que han abierto camino en la actual escena musical de Buenos Aires, Argentina.
La película inicia con una vista muy casera, sobre un grupo de pop electrónico integrado por tres chicas que decidieron juntarse para hacer música, como un lenguaje de comunicación entre amigas. Pero al separarse, una de las integrantes que fue documentado su historia, decide expandirse y nos lleva a conocer distintas voces, miradas e intereses de otras agrupaciones lideradas por mujeres, nos mete a los ensayos, a las tocadas en donde son ellas las que toman el micrófono y cantan, tocan la guitarra, el bajo, la batería, gritan, se emocionan. La que ha decidido ser madre carga con la cría y todo lo que necesite la nena, al igual que con su instrumento. La que va sola se tiene que defender a punta de gritos si un chico extraño se le acerca después del concierto.
Ellas, como gremio, también participan en las marchas a favor de la mujer. Argentina suena fuerte en las luchas feministas.
La falta de espacios, como las pocas productoras musicales o ingenieras de sonido, son algunos de los temas que igual tocan las protagonistas del documental, porque si bien ellas han ganado espacio en el escenario, la sombra del hombre persiste en el ambiente musical.
Y de entre los diversos proyectos musicales, todos muy interesantes, me llamó la atención Chocolate Remix. En la película se oye su tema “Ni una menos”. Al finalizar la proyección (me gusta decirle así, aunque vi la película desde mi celular), entré a YouTube para buscar el tema. Voz potente, palabras precisas y verdaderas. La canción inicia así:
“No hay excusa para cubrir al que abusa,
aquí llegó pa’ molestarte esta intrusa.
Todas las que mataste hoy son mi musa.
Yo voy a aclararte esas ideas confusas, mente obtusa,
qué importa si lleva escote o blusa,
el problema no es la ropa que usa.
Que no eres el culpable y que yo soy una ilusa,
culpable es todo aquel que no acusa.
Complicidad se llama este juego,
ya dejemos de hacernos los ciegos”.
“Te dije que no”, es otra canción de Chocolate. Imperdible.
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Otra película que vi en la gira virtual de Ambulante es Escribiendo con fuego, documental sobre un grupo de mujeres periodistas que mantienen vivo y con gran proyección un periódico en la India. La migración a lo digital las obliga a pasar del papel al mundo de la red, así que aprenden a hacer sus reportajes desde los celulares.
Y mientras los periodistas hombres hablan de sus tácticas para halagar a los políticos, ellas los encaran directamente sobre temas de política, religión, y ante todo de las violaciones, problemática que aqueja tanto a las mujeres de tercera edad como a jovencitas y niñas.
“Se refieren a la India como a una madre, pero no hay democracia ni libertad para las mujeres”, dice una de las periodistas.
“La valentía para seguir adelante nace de mi corazón”, explica otra mujer que ha tomado el periodismo como trinchera.
Estas mujeres periodistas a veces caminan solas largos caminos para encontrar sus historias. Su labor es verdaderamente un compromiso social. Tocan problemáticas como la falta de un baño propio, caminos sin pavimentar, la falta de luz e injusticias de todo tipo. Y el documental nos muestra sus propias historias, la periodista que llega a casa y tiene que escuchar los alegatos del marido porque ha llegado tarde y “quién sabe qué cosas estaba haciendo”, que es la misma periodista que descubre que sus hijos tienen malas calificaciones y ella no tiene tiempo para ayudarles con las tareas. El periodismo es doblemente, o el triple, de exigente con las mujeres. En la India, además, ser mujer soltera es una deshonra para la familia, así que algunas jóvenes periodistas tienen que dejar su trabajo y su lucha por la justicia, para casarse.
La periodista que ha dejado el ejercicio, en la boda se le ve hermosa y elegante. Pero triste. Qué injusticia.