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Añoranza y memoria protagonizan la obra de Víctor López

ENTREVISTA: PATRICIA LÓPEZ NÚÑEZ/LALUPA.MX

FOTOS: RICARDO ARELLANO/LALUPA.MX

Sus ancestros hacían surcos en la tierra de San Miguel Albarradas, Oaxaca, ahora Víctor Manuel López Cruz hace surcos en madera y caucho para crear grandes obras artísticas como una manera de honrar sus raíces zapotecas con cuadros donde la añoranza y la memoria son las protagonistas.

Entrevistado por lalupa.mx en su taller en el centro histórico de Querétaro, Víctor muestra un gran cuadro en colores neutros en el que una camioneta se abre paso entre cerros. Una postal que guarda en su memoria del camino de dos horas que recorría con sus padres hasta San Miguel Albarradas.

Sus obras lo mismo se exponen en el extranjero, que en galerías de Puebla o de Querétaro y es aquí donde puso en marcha un proyecto con artistas de Oaxaca, Guadalajara y otras partes del país para que vengan a realizar sus creaciones y consolidar a la entidad en el panorama artístico nacional.

De origen zapoteco, Víctor llegó a Querétaro hace 14 años por su interés en las carreras de Diseño Gráfico y de Artes Plásticas de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ). “Venía por cuatro años y me quedé 14. Querétaro ha sido, aparte de que es mi hogar ahorita, el lugar donde he desarrollado mi carrera profesional y le estoy muy agradecido al estado”.

Con su gubia en la mano, una herramienta de un grabador, López Cruz aclara que no se siente ni pintor ni grabador, pero entiende por qué recurre ahora a la técnica del grabado y lo dice con orgullo.

“El grabado genera surcos, y es una especie de metáfora y homenaje al oficio de mi familia en el campo. Mi familia en el campo hacía surcos con la yunta. Yo sigo haciendo surcos, pero con mi gubia, y represento esos surcos que ellos hicieron. Se me hace bien poético encontrar en mi oficio una manera de homenajear el oficio de mis ancestros, de las abuelas y de mis abuelos”.

Hay mucha añoranza, mucha melancolía en estas obras

Justo eso. Los dos conceptos son conceptos muy atinados en mi obra. Tenemos aquí una curaduría de dos series que trabajé, una en 2018, y otra ya más reciente que está en proceso, y justamente el tema que hila estas dos series, a pesar de que técnicamente hay resoluciones distintas, es esta parte de la vida y la muerte, la reflexión a partir de este otro mundo, que es el mundo más espiritual, pero también la parte de añoranza, la parte de melancolía que luego mi obra tiene y ahora se ha volcado no sólo al estudio del cuerpo, del ser, sino también a una especie de autorretrato, a partir de mi historia, a partir de ya sentirme lejos de casa, a partir de muchas cosas que pasan en mi vida y que de pronto me doy cuenta que las cosas que yo buscaba lo tenía enfrente de mí.

Entonces, 14 años después me empiezo a dar cuenta que realmente todo lo que me conforma que es en este sentido mi familia, mi raíz indígena, mi pueblo, mi abuelo, mi abuela, todo lo que tiene que ver con mi familia, con mi identidad, con mi raíz, es lo que está ahora muy inmerso, muy presente en mi obra. Hay una búsqueda constante a mi ser a partir del ejercicio de la melancolía, de la memoria.

Ahora lo que hago es reflexionar, o más bien recordar, apelar al grabado, pero el grabado del recuerdo, ya estoy hablando de conceptos en los que no sólo utilizó el proceso del grabado como tal, en disciplina artística, sino que ya lo busco también como en el concepto de la memoria, la huella de la memoria, como la huella de la estampa de un grabado, entonces, ahí voy encontrando como un hilo conductor.

Es un ejercicio de memoria, lo que hago es recordar, recordar cómo era, o cómo es llegar al pueblo, cómo era viajar cuando era niño para llegar a ese pueblito de menos de 500 personas. Cuando estaba allá me sentía en paz, había mucha paz. Ya con uso de conciencia, ya mayor, entiendo que sí, efectivamente, el hecho de llegar a la tierra de donde eres y saber que de ahí vienes, y saber que ahí están tus ancestros, como que te da energéticamente cierta paz.

Lo que he hecho es estar, presentar este camino hacia el pueblo, hacia el lugar donde todo comenzó, el origen, y obviamente hay una cara melancólica en el recuerdo, en la memoria. De pronto los personajes que tallo no se notan tanto, pero un día me hicieron la observación; me dijeron “¿por qué todos van con los ojos cerrados? Evidentemente, luego de estar observando, la gran mayoría los ponía con los ojos cerrados, quizás porque también yo cerraba los ojos para recordar, entonces en ese recuerdo, en ese apelar a la memoria, era que empezaba a dibujar y empezaba a recordar. Tener los ojos cerrados es como ese sueño, es tener el recuerdo, la añoranza y sí, evidentemente, mis personajes tal vez de pronto se sienten como si estuvieran tristes, pero es como si tuvieran cierta melancolía en cada trazo, en cada gubiazo que genero surcos.

¿Este es también un homenaje a San Miguel Albarradas?

San Miguel Albarradas pertenece a Mitla, Oaxaca, y Mitla es el mundo de los muertos, la entrada de inframundo, entonces justamente hay un carácter muy fuerte que marca energéticamente mi obra y de ahí que tenga esta necesidad de replantear para mí qué es la muerte, qué es la vida. Tal vez en las últimas piezas no es tan marcado, pero sí sigue estando marcado un carácter melancólico en cada obra, pero entonces me doy cuenta del porqué de esta parte de tanto interés de hablar tanto de la vida y de la muerte. Tiene tal vez hasta un historial genético de saber qué hay aspectos fúnebres rituales muy importantes en mi comunidad. Hay una serie de acciones que se hacen a manera de tradición que evidentemente ya tienen un sincretismo cultural porque lo mismo es la despedida de un ser querido a través de un rosario, pero también a partir de actividades, de tradiciones, tipo rituales que vienen de la época prehispánica.

Trato de ir seguido. La verdad es que también es una necesidad para mí el estar yendo seguido. A veces se complica, pero bueno, siempre es como necesario regresar y la verdad es que sí, mi proceso creativo estando ahí también es como … me resuelvo cosas, preguntas que me hago, y se responden y me genero más preguntas. Entonces todo lo que estoy haciendo es un homenaje a ese pueblo, a esa tierra y a mi familia, entonces, sí viene a irrumpir como parte de lo que ya estaba haciendo.

Estaba hablando del ser, del yo, pero de pronto empecé a hablar del colectivo, de los otros, de mi familia, de mi abuelo, de mi abuela, entonces también ahí es interesante, cómo vuelcas, cómo va dando vueltas el proceso creativo.

¿Cómo funciona este ejercicio de memoria de regresar al pueblo?

Es bien curioso, a mí siempre me gustó ir parado (en la camioneta) porque iba viendo la montaña. Iba viendo el camino. Siempre me ha gustado. En los viajes no tiendo a dormir tanto, salvo que esté muy cansado, pero como iba en una camioneta de redilas llegabas todo polvoreado, entonces tampoco era fácil agarrar el sueño porque se iba moviendo, pero a mí me gustaba ver el paisaje, y creo que gracias a esa observación, puedo ahora recordar y puedo aterrizar en mi trabajo estas montañas, estas sierras.

En realidad, cada obra, cada pieza te transporta y te mueve. Creo que, al momento de generar, si vas cuadro por cuadro, pieza por pieza, cada obra me ha marcado en cierto momento de mi vida. Son mis obras al final de cuentas, me expongo en ellas. Entonces creo que todas tienen un carácter emotivo. Lo que sí puedo decirte es que el paisaje que tenemos aquí que es la pieza más grande, fue como una necesidad de verlo grande. Lo hice durante el tiempo de la pandemia y era una necesidad, de sentirme adentro del paisaje, porque además no se podía salir, era como una época donde hubo mucha nostalgia, remembranza, yo estaba lejos de mi familia. Mi familia estaba en Oaxaca, entonces me sentía en cierto punto solo y hacer una pieza grande, así… poco a poquito fue creciendo. Cuando me di cuenta ya estaba inmerso en el paisaje y necesitaba eso. Estar como a mi manera representándome. Estar recordando, estar en contacto con mi tierra a partir de la representación. Fue un escape bastante padre para mi indagar en mi recuerdo.

Mi padre, mi madre hablan zapoteco, es su idioma madre. Obviamente, mis abuelitos, en paz descansen, ya fallecieron. Nosotros… es triste, pero también es congruente con lo que pasaba en ese momento en la familia, en la vida de mis padres, no nos transmitieron el idioma, porque ellos muy jovencitos salieron de la comunidad, y pues en los ochenta, en los setenta, todavía había mucho miedo a lo diferente. Digo, todavía lo hay, pero en ese momento sufrieron discriminación, entonces deciden que sus hijos, sus hijas, no vivan esos problemas que ellos vivieron y deciden no transmitirnos el idioma.

Nunca es tarde y creo que cada pieza me acerca. Luego platico con mi papá. Tengo palabras que se me quedan desde niño, que estoy seguro que, si me hubiera quedado a vivir un año, hubiera aprendido el zapoteco. Sin embargo, nunca es tarde para aprender y creo que basta con que me dé en tiempo necesario, pero conozco e identifico algunas palabras.

¿Qué palabras se le quedaron?

Shan, es un saludo en zapoteco que es buenos días, buenas tardes, buenas noches. No hay un horario para saludar, simplemente es un saludo de respeto a la persona que va pasando.

Ureje. Ureje me decía mucho mi abuelita. Ureje pa, siéntate hijo, para comer. Todas estas palabras me acuerdo de niño y varias frases.

Hice una instalación gráfica alguna vez y el ejercicio era buscar entre los conceptos de vergüenza y paz. Esa instalación fue importante porque ahí es en donde cuento la historia que me contaron mis padres, mi madre y mi padre, de porqué ya no nos transmitieron el idioma.

¿Qué piensa ahora la familia del artista que expone en Nueva York y vive de su obra?

La verdad es que yo mismo a veces no me la creo. Salí de Oaxaca con muchos sueños y una mochila. Fue con lo único que llegué a Querétaro, y bueno, en cierto punto, por parte de la familia, no había tenido un acercamiento al arte, porque no había tiempo. La verdad es que la situación era complicada. Mis padres todo el tiempo trabajando, son comerciantes. Son de oficio zapatero y zapatera, entonces tal vez esta parte de ir a los museos, a las galerías pues como que no era nuestra realidad.

Sin embargo, desde lo que es su oficio. Yo les agradezco porque ellos me enseñaron a estar en un taller. De pronto, cuando era joven, uno era renuente de lo que los padres hacían. Decía yo quiero estudiar, quiero otra realidad, quiero buscar otra cosa, y fue una decisión de salir y buscar tu camino.

Ahora que me la paso dentro del taller, le hablo a mi mamá, le hablo a mi papá, y ellos también están en su taller. Desde muy jovencito me iniciaron en la disciplina de un taller. A veces me costaba porque estaba muy joven, secundaria, bachillerato, pero ellos siempre me decían “tienes que llegar a cierta hora en el taller para ayudarnos”. Ahora les agradezco. De muy joven uno, la verdad es que tontamente es renuente, pero ahora les agradezco ese aprendizaje que me dieron.

Actualmente gracias a que la obra se ha ido tomando un buen cauce y muchos amigos y amigas nos han apoyado en el hecho de difundir, tenemos gran parte de mi obra en exhibición, y cuando alguien quiere conocerla vienen aquí o a los museos. La verdad es que estoy muy contento porque en dos de los museos más importantes de Querétaro tengo obra actualmente exhibida. En el Museo de Arte Contemporáneo y en el Museo de Arte de Querétaro, ahí pueden encontrar piezas mías y también ahorita son cinco exhibiciones colectivas donde están presentes obras. Aquí están dos. Aquí también en la Antigua Estación tengo un grabado. En Puebla, en el Museo Erasto Cortés, también tengo una pieza exhibida actualmente. Esa exhibición está muy padre porque está al lado de obras de José Guadalupe Posada, Pichetta… me mandaron el video de la exhibición y es de primer nivel, entonces estoy muy contento.

Regresando a la familia, la verdad es que ahora mi padre y mi madre son fanáticos del arte. Una vez mi papá me habló por teléfono y me comentó que estaba siguiendo al maestro Toledo. Me dijo: “se me hace muy curioso, quiero ver cómo vive un pintor. Quiero ver lo que hace”. Le dije, no lo sigas, van a pensar que lo vas a secuestrar. Más porque en esa época el maestro tenía amenazas de secuestro.

Luego resultó que el taller de mi padre siempre ha estado en Oaxaca, a la vuelta del taller del maestro Alejandro Santiago, en paz descanse, y alguna vez le mostré a los artistas que admiraba y uno de ellos era el maestro Santiago. Entonces mi padre me dice: “desde que tengo el taller siempre me ha llevado a arreglar sus huaraches, me compra cosas”, y se me hizo muy padre.

A veces uno busca en otros lados, cuando estuve enfrente de todo. Y bueno, ahora sí mis papás me han acompañado a exhibiciones y es muy padre. La verdad es que lo disfrutamos mucho. Mis padres están contentos, creo que yo también estoy muy contento de saber que esto es algo que desde niño practicaba.

¿Qué dibujaba el artista cuando era niño?

Lo de siempre, generación Dragon Ball, los monitos. Me inventaba superhéroes, eso se me hace bien curioso, me inventaba superhéroes, y que hacía cada uno. Entonces ya había una narrativa desde niño.

Me acuerdo mucho también que, desde niño, salieron estas estampitas coleccionables, pero como no había el dinero para destinar para eso, lo que hacía con un amigo era dibujar los personajes. Le pedía a mi mamá 50 centavos, sacábamos copias y en una primaria vendíamos nuestros dibujos para que los colorearan. Sacábamos más dinerito y eso se invertía en las estampitas. Se sostenía solito el gusto.

Se me hace curioso que desde niño estaba esta cuestión… desde niño fue como una forma de poder sacar para mis estampitas y pues sí, la verdad es que he ido aprendiendo en el camino.

¿Querétaro es un buen espacio para el arte?

La verdad es que sí. No puedo hablar por todos, pero estoy muy agradecido, hablo por mí, por mi proyecto que generamos con la Madriguera Gráfica, donde los compañeros están en constante producción, hay un ambiente muy padre de comunidad, muchos jóvenes también. No me digo viejo, pero hay más jóvenes que yo y que tienen una técnica increíble. Yo estoy muy gustoso y muy honrado de estar aquí, en esta parte del mundo.

Ahora tengo el compromiso de las residencias artísticas. Es decir, ahora también estamos invitando a compañeros y compañeras de todo el país a que vengan a producir. Nosotros generamos el vínculo para poder apoyar, en este caso conseguir para los materiales. Se hace una producción aquí, se generan impresiones de su obra, ellos se llevan parte de lo que se genera aquí, y el espacio se queda con otra parte, y es un ejercicio de tres partes. El inversionista que nos apoya, si es que lo hay, si no nosotros invertimos, también se queda una parte de la producción y así todos ganamos.

El taller de Víctor López cuenta con dos habitaciones extra para recibir a los artistas de otras entidades, con el fin de que durante sus estancias colaboren al desarrollo de las artes en Querétaro y él mismo se obliga a trabajar todos los días para ofrecer algo nuevo y plasmar sus ideas. “Sí se puede vivir del arte”, asegura, “sobre todo si no lo ves como un trabajo”.

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Last modified: 25 diciembre, 2021
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