Recién la oposición política venezolana venció en las elecciones para la gubernatura de Barinas, estado de nacimiento del controversial Hugo Chávez y cuna del chavismo. ¿Qué impacto tiene esto en el país bolivariano? ¿Cómo se puede leer el acontecimiento?
Tras un golpe de Estado fallido en 1992 contra el presidente de país, Carlos Andrés Pérez, Chávez fue encarcelado. Sin embargo, no duró mucho tiempo en prisión, ya que dos años después fue liberado por el mandatario Rafael Caldera, quien estimó que liberar al militar populista podría dotarle de un aumento en la aprobación de la opinión pública y ser reelecto presidente. Pero no fue así.
Chávez compitió y venció a Caldera para ser presidente, cargo que continuó sosteniendo reelección tras reelección en virtud de una narrativa populista que no sólo empujaba a la sociedad venezolana a atacarse entre sí, sino que prometía un futuro brillante y beneficios para toda la sociedad, especialmente para los más pobres y desamparados.
Durante los primeros años de la administración del oriundo de Barinas, la bonanza se reflejaba en la vida diaria en el país sudamericano, sin embargo, este panorama no tuvo una amplia duración. Explicar la razón de los buenos años de Chávez no representa mayor dificultad. Su receta mágica para amasar tanto apoyo fue el populismo, pero para generar el bienestar social no fue el socialismo ni la política estatista asistencial, sino el “oro negro”. La enorme cantidad de petróleo fue la razón del bienestar del país, pero también significó un espejismo que poco a poco se fue desvaneciendo, a medida que el dinero de la venta de este recurso natural no renovable se depositaba en los bolsillos y cuentas bancarias del extranjero de unos pocos, y no en los presupuestos gubernamentales para el goce de todos los venezolanos.
Pero el chavismo continuó a pesar del fallecimiento de Chávez en 2013, con un dedazo que apuntó hacia Nicolás Maduro. Fiel a su movimiento, este personaje, aborrecido por muchos líderes latinoamericanos, perpetuó la narrativa populista, creando realidades alternas que no empataban con el día a día de los venezolanos, pero que sí mermaban progresivamente su bienestar a través de las acciones que se ejecutaban.
Es cierto que con el paso del tiempo la oposición política en Venezuela ha crecido, de ahí que hayan surgido figuras como Juan Guaidó, aunque su éxito ha sido ciertamente limitado. Este personaje fue apoyado por varios países hace no mucho, pero este soporte se ha ido diluyendo conforme han transcurrido los años. No obstante, se han generado cambios domésticos poco a poco que han transformado la balanza política del país.
En este contexto justamente se inserta la victoria de Sergio Garrido, quien ha ganado las elecciones de la gubernatura de Barinas, espacio conocido como la cuna del chavismo y donde se ostentaba el apoyo y poder de Maduro. El bastión perdido a favor de la oposición política de Venezuela puede significar una luz en la obscuridad que podría extenderse en el futuro cercano.
Habrá muchas opiniones a favor o en contra de la propagación de la oposición política en Venezuela, pero lo cierto es que el régimen populista que ha capturado al país desde hace unas dos décadas no ha velado honestamente por la integridad, protección y beneficio de la población, sino por engrosar de recurso público los bolsillos de los altos oficiales del gobierno. Esa es la realidad y es una que a todos nos debería preocupar sin importar de qué lado de la política estemos, es una situación que va más allá de las ideologías políticas y que debe terminar para el beneficio y la vida de los venezolanos.
Niels Rosas Valdez
Escritor, historiador e internacionalista
@NielsRosasV (Twitter)
niels.rosas@gmail.com
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