Sábado 16 de Enero de 2022.
Querido Diario:
Otra vez. Todo es igual, pero peor y diferente.
Cuando he salido a la calle, me siento extraño (pero NO como Rocío Dúrcal, en su película que se llama así e interpreta muy sensualmente a una lesbiana) al ver a todo el mundo cubriéndose más de la mitad del rostro. Me siento como mareado y me imagino que estoy en medio de una de esas películas en blanco y negro, sin diálogos, ni artistas conocidos, de esas que sólo se exhiben en “salitas de arte”.
Una vez más siento como que todo el mundo me mira intentando descubrir en mí los síntomas perturbadores del Covid o de sus parientas alpha, delta, flurona u ómicron. Y, quizá los encuentren.
Y digo una vez más porque esta sensación es totalmente un dejà vu, sólo que permanente…
Algunas personas insisten en que el SARS-CoV-2/Covid-19 y el VIH/Sida, no tienen nada que ver, y que no se parecen en nada.
Querido Diario, por mientras se me quita el mega dolor de las muelas que me extrajeron, te voy a contar mi visión, y ya tu decidirás si se parecen o nel.
Tanto uno como el otro, iniciaron como una endemia: el SARS-CoV-2/Covid-19 en una pequeña ciudad china. El VIH/Sida entre un pequeño grupo de hombres homosexuales gringos. Ambas cosas ocurrían allá, lejos. En extránjia. Hasta donde nunca he ido o iré.
Después, con el paso del tiempo, tanto el uno como el otro pasó a la etapa de epidemia comenzaron a extenderse fuera del cerco donde fueron detectados: los contagios (SARS-CoV-2/Covid-19), en gran parte del viejo continente fue avanzando de ciudad en ciudad, de país en país. Las infecciones (VIH/Sida), se fueron extendiendo a trabajadoras y trabajadores sexuales, usuarias y usuarios de drogas inyectadas, en chicas trans, que también ejercían el trabajo sexual. Y en ambos casos sólo peligraban aquellas personas que hubieran estado en contacto directo con extranjeros, quienes ya estaban contagiados/infectados.
Finalmente, el SARS-CoV-2/Covid-19 y el VIH/Sida se convirtieron en pandemia, porque como dice nuestra amada y nunca respetada Constitución, ya estaban presentes en todo el mundo sin importar su origen étnico o nacional, el género, la edad, las capacidades diferentes, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias o el estado civil.
Fue en los 80´s cuando se aseguraba científicamente, como hoy con el Covid, que si alguien que vivía con VIH te tocaba, te “contagiaba” y te morías. Hoy sabemos que el VIH se infecta, a diferencia del Covid que si se contagia, por lo que ambos son transmisibles.
En esa época, al salir a la calle sentía que todo el mundo podría saber que yo vivía con VIH y tenía que ocultarme, camuflarme para que no me repudiaran, para que, en público, no me prohibieran ingresar a un restaurante, o me impidieran subir al Metro, entrar al cine, ir tranquilamente a un museo, o simplemente ir al mercado. Mientras que en la intimidad sólo debía usar condón.
De igual manera hoy, con el Covid, públicamente tengo que ocultarme/protegerme más de media cara para poder andar por la calle, entrar a lugares públicos, y en algunos lugares ser encarcelado o apaleado, aunque ya en la intimidad los cubrebocas desaparezcan, quedando nuevamente expuestos.
También ambas pandemias han matado por igual a millones de pobres y ricos, güeros y morenos, altos y chaparros, sabios e incultos, etcéteras y etcéteras.
Nueva lectura: Condón = Cubrebocas. Lubricante = Gel antibacterial. Acción = Aislarte. Castigo = Infectarte/Contagiarte. Suceso = hospitalizarte. Resultado = morirte.
A pesar de todas esas semejanzas, existía, ¡y existe! un motivo por el cual, nunca se le prestó la misma atención a ambas pandemias: Una pandemia, con duración de dos años, es esparcida por la parte del mundo que incluye desde el Papa y el sector político, hasta el magisterio, pasando por las y los abuelitos de la tercera edad. La otra pandemia, la pandemia moral del VIH/Sida que desde hace 40 años nomás “le da” a los malos, a los malditos, a los maldecidos por la sociedad, la iglesia el Estado.
Por ello hoy, 40 años después del primer caso, aún no existe una vacuna segura para que sea aplicada a todo el mundo, como el montón de diferentes vacunas que ya han sido aplicadas para prevenir el Covid. Sumemos que hasta 10 años después, en el caso de la pandemia del VIH/Sida, se comenzaron a generar medicamentos que no estaban al alcance de toda la población, a diferencia de la pandemia del Covid que a escasos dos años ya hay medicamentos aprobados.
La “moral” es la única diferencia. Sí, Querido Diario, entre una y otra pandemia, cinco letras son las que han generado la muerte de millones de personas en el mundo que no fueron consideradas “dignas” de recibir atención, y como sus “prácticas” aún no están bien vistas, dudo mucho que extiendan esa dignidad al presente, ya que con el pretexto del Covid, juran que el presupuesto para la salud se ha agotado.
Y ahí viene mi pregunta, Querido Diario: hoy, el Covid ha agotado todos los presupuestos de salud que podrían haber salvado a millones de personas en todo el mundo que desarrollaron Sida, pero, ¿y antes? En esos 40 años previos al Covid, ¿en qué se gastaron ese presupuesto?
Hoy mismo, el gobierno federal asegura que los antirretrovirales, que son los medicamentos especiales para que quienes vivimos con VIH o hemos desarrollado el Sida mantengamos nuestra salud, sí fueron comprados, pero que se los han robado, por lo que “no existe el desabasto”.
Y, yo me pregunto: ¿cuál será el motivo por el cuál no han hecho ni una sola demanda por robo de medicamentos exclusivos del sector salud, a lo largo de estos tres años?
Como ya se que nadie me va a responder esas preguntas, mejor me despido de ti.
Un texto que me llega al alma. Una verdad que duele. Y sin embargo tenemos que seguir caminando . Gracias Josué