Inesperado, en principio, el anuncio hecho por Citi de la venta del tercer banco más importante de México. El grupo financiero norteamericano venderá Banamex, tanto marca como activos, abandonando el segmento de servicios minoristas o de consumo, pero no el país, ya que Citibank se quedará en México para dar servicios corporativos y de bolsa, enfocándose a un segmento de grandes recursos, cuyos inversionistas buscan productos especializados para el manejo de su dinero. Políticamente, la noticia ha tenido repercusiones, ya que algunos analistas y actores políticos quieren llevar agua a su molino, buscando empatar la decisión con una supuesta desconfianza en el futuro de la economía mexicana, lo que es sin duda un despropósito.
Citi ha estado deshaciéndose de bancos en varias partes del mundo, principalmente en países de Asia y Europa, entre ellos India, Australia, Filipinas, Corea, Rusia y Malasia, por lo que se trata de una estrategia global, ante los nuevos retos, oportunidades y cambios tecnológicos que enfrenta la banca, como tantos otros negocios en el mundo. Es cierto que, para el gigante de la banca en Estados Unidos, Citibanamex representa el más importante en el mundo en términos de utilidades fuera de Estados Unidos, pero también ha sido un mercado donde, a pesar de fuertes inversiones, la última en 2014, no ha logrado rebasar a su competencia; más aún, se ha rezagado con respecto a otros bancos que operan en nuestro país.
Por supuesto, las interpretaciones pueden ser tan amplias como convengan a los que hacen el análisis, pero lo cierto es que el anuncio fue poco cuidado por el banco estadounidense, quizá descortés, no sólo con el gobierno de México, sino particularmente con sus más de 20 millones de clientes que tienen una cuenta de banco, tarjetas de crédito o débito, créditos hipotecarios, automotrices y tantos otros productos contratados con este banco, que cuenta con casi mil 300 sucursales y más de 9 mil cajeros a lo largo del territorio nacional. La incertidumbre que generó el anuncio entre los clientes de Citibanamex era de esperarse, ya que la noticia no vino acompañada de un mensaje a ellos ni tampoco para sus empleados, más de 31 mil. Siendo de manera reactiva como se tocó el tema, tratando de tranquilizar a todos estos diciendo que el banco operaría normalmente de aquí a que se venda y después, sin despedir a sus trabajadores, lo cual habrá que ver.
Otro tema que ha generado preocupación y controversia es qué pasará con el patrimonio cultural propiedad de Banamex y que forma parte de los activos que se venderán conjuntamente. La realidad es que seguramente pasará lo mismo que cuando se vendió Banamex a Citi: estarán en el patrimonio de la nueva sociedad que compre el banco y permanecerán en el país, o al menos esto último podría condicionarse conforme a las leyes mexicanas para proteger este gran acervo.
Quién comprará el banco es hoy una incógnita. La venta empezará su proceso en marzo y ya hay postores, siendo estos varios jugadores que operan en México, como Banco Azteca, Santander, Banorte o algún grupo de empresarios regiomontanos que, de acuerdo con lo dicho por el presidente López Obrador, han levantado la mano. En mi opinión, lo ideal es que sea un grupo o banco que no sea hoy jugador presente en la banca mexicana, ya que esto podría ayudar a estimular la competencia entre bancos en cuanto a mejores tasas de interés, menores comisiones y buen servicio. Si uno de los bancos existentes comprara Banamex, podría generar un efecto de concentración que podría no ser tan benéfico para los usuarios de la banca. No será pronto cuando sepamos el destino de Banamex, pero por ahora tanto sector privado como gobierno y usuarios estaremos al tanto.
