Hay un doble discurso gubernamental frente a la creciente ola de contagios a causa del Covid-19. Uno es a través de la denominada “vocería organizacional” del gobierno del estado de Querétaro, que se ha cansado de convocar a la ciudadanía a cuidarse, a usar medidas de protección y asumir la responsabilidad que, en esta coyuntura sanitaria, corresponde a cada uno de nosotros. El otro es el del gobernador y de una parte de su gabinete, de las áreas responsables de generar ingresos económicos a la entidad, quienes promueven, con todo, las actividades comerciales, turísticas y educativas.
Miedo a la parálisis
Entiendo con claridad que esta ruptura de discurso tiene que ver con la también doble visión de lo que ocurre en este 2022 con la presencia del virus. No se quiere volver a lo sucedido durante los primeros meses de pandemia, cuando prácticamente se paralizaron las actividades económicas en la entidad. Las calles lucían solas, muchos negocios quebraron, mientras que las escuelas permanecían cerradas, calladas, sin alumnos y profesores. El impacto fue duro en la economía estatal, del que costó mucho trabajo recuperarse. Hoy existe ese justificado y entendible miedo en el gobierno del estado de regresar a ese escenario económico adverso.
Por eso es que a pesar de que acabamos de registrar el día con mayor cantidad de personas infectadas por Covid (lunes 17 de enero con mil 886 casos) durante toda la pandemia y de que el número de hospitalizados se incrementa notoriamente (el Hospital Regional 2 del IMSS está a 100 por ciento de su capacidad), se insiste en mantenerse en el Escenario A, que implica prácticamente actividades “normales”, como si no existiera el Covid-19.
El grave problema es que mediante la vocería prácticamente se convoca a la ciudadanía a no salir de sus domicilios, pero desde el Poder Ejecutivo se fomenta la actividad pública.
Esta situación pareciera que se ha construido con la clara intención de dejar en manos de las y los ciudadanos la responsabilidad de contagiarse. Pareciera ser que el gobierno del estado “se lava las manos” y sólo envía los mensajes de la “vocería” para “curarse en salud”.
Políticas públicas invisibles
Más allá de difundir lo que hace la Unidad Anticovid de suspender negocios (139 de octubre a la fecha) y eventos festivos (14) por incumplir medidas sanitarias, poco o nada se hace para convencer a las y los queretanos de adoptar medidas de sanidad.
Al inicio de esta larga pandemia, el gobierno estatal y el municipal de Querétaro pusieron en marcha brigadas para “sanitizar” los espacios públicos; colocó personal sanitario en los mercados municipales, además de cerrar algunos espacios públicos, creó brigadas para difundir, en la calle, las medidas sanitarias básicas y hacer que policías uniformados, con altavoces, pidieran a la gente que se guardara si nada tenía que hacer.
Podemos cuestionar la eficacia de estas medidas para controlar la dispersión del virus, sin duda. Sin embargo, su gran virtud fue que permitían a las y los ciudadanos percibir a un gobierno preocupado por su salud, activo para reducir los riesgos y, sobre todo, implementando políticas públicas congruentes con la situación.
Hoy no es lo mismo a pesar, insisto, de que la tasa de contagios se ha incrementado.
¿Quién seguirá las indicaciones del vocero organizacional si el gobernador, varios de sus secretarios y los presidentes municipales andan diariamente en la calle, en reuniones, inauguraciones y hasta haciéndose selfies?
Con la política que hasta ahora se ha seguido, muy seguramente serán pocos quienes atiendan el llamado a incrementar las medidas preventivas. Mientras el gobierno estatal siga sin hacer congruente su discurso con sus acciones, poca credibilidad tendrá sus palabras, y su liderazgo social sufrirá una merma más; es decir, la gobernabilidad y la gobernanza sufrirán (si no es que ya lo sufrieron) un descalabro más.