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Las redes de contrabando migratorio en la región del Magreb – Paola García Rodríguez

Introducción

En los últimos años, con motivo de la acelerada globalización, se produjo una escalada en los flujos de personas, bienes y dinero que, a grandes rasgos, han contribuido también al aumento del tráfico ilícito a través de las fronteras (Giraldo y Trinkunas, 2013). Se puede afirmar que estas redes de contrabandismo han impulsado negocios lucrativos -sin parangón- en diferentes civilizaciones, y como resultado, las necesidades del mercado se han ido adaptando.

Prueba de ello es el nuevo negocio de redes migratorias en el norte de África que se sirve de los peligros en la ruta para ponerle precio a la seguridad. La directora regional de UNICEF y Coordinadora Especial para la Crisis de los Refugiados y Emigrantes en Europa, Afshan Khan (citada en Quintero, 2017) denominó a esta zona como una de las rutas migratorias más mortíferas y peligrosas del mundo.

El propósito del presente ensayo será analizar el fenómeno de la migración cara a cara al crimen organizado y las redes ilícitas transnacionales que hacen negocio en la zona del Magreb -constituida por los países de Mauritania, Marruecos, Argelia, Túnez y Libia- con el objetivo de entender el impacto de la delincuencia en la región y, sobre todo, en la salvaguarda de los derechos humanos de los migrantes. El cuerpo de este trabajo estará constituido, en primer lugar, por un breve recuento histórico de la configuración del Gran Magreb, así como la exhibición de las razones que lo han llevado a ser un nicho para la delincuencia. Posteriormente, se describirán las relaciones entre los participantes involucrados en el tráfico fronterizo, los miembros del crimen organizado y los migrantes. El análisis se completará con una reflexión sobre el papel de la Unión Europea (UE) frente al fenómeno migratorio, para finalmente, abordar cuál es el impacto que provocan todos estos factores en la seguridad de las personas en situación de movilidad.

Antecedentes: de la colonización a la descolonización

Las redes de contrabando en el norte de África no son nuevas. En el año 1000 A.C, por ejemplo, inició el comercio en la zona del desierto del Sahara; los bereberes, en su mayoría, fueron impulsando esta práctica, pero no fue hasta la llegada de los árabes que el comercio dio un salto enorme. Las principales mercancías eran el oro y los esclavos que, al cruzar por medio de camellos, llegaban a los principales puertos de Fez, Trípoli y Túnez, para posteriormente, ser embarcados y comerciados por el mediterráneo.

Como en el resto del mundo, la colonización tuvo lugar en las periferias. Y el reparto colonial de los territorios del Norte de África -tal como piezas de ajedrez- determinó que sólo tres países europeos: Francia, Italia y España, tendrían control sobre ellas y sobre sus mercados (Lopéz, 2000). El primer acercamiento a una concepción política, en la que sería conocida como la región del Magreb, tuvo origen en el cuestionamiento de los pueblos por el emplazamiento de su esclavitud, a pesar de esto, no fue sino hasta el fin de la Guerra Fría que surgió un despertar colectivo, propio de las propagandas nacionalistas que se extendían desde Asia, y que finalmente le dieron forma al nacimiento del Tercer Mundo. 

El acceso a la libertad y las constantes divergencias ideológicas entre las excolonias, propiciaron tensiones en el escenario político de la recién reconstruida África. Pero no fue sino hasta 1989, que la integración comercial de los Estados de Mauritania, Libia, Túnez, Argelia y Marruecos, dio como origen la unificación del Gran Maghreb Árabe -adaptado al español como Magreb– que buscaba una cooperación plena entre los países miembros.

Para objeto de este ensayo, se hablará del Magreb como una referencia geopolítica más que como un acuerdo de integración comercial, en donde hoy en día es clara la gran diferencia cuantitativa de los grupos mercantiles y de contrabando, razón por la que el comercio se ha ido adaptado a las exigencias y necesidades contemporáneas de los clientes.

El negocio de la migración: ¿por qué existe?

El crimen organizado, en sí mismo, es un negocio rentable que se aprovecha de las debilidades en vigilancia de los Estados. Para el caso concreto de la región del Magreb, su recuento histórico yace en una sociedad poco desarrollada que nos despliega una serie de factores muy importantes a analizar si buscamos entender el porqué es una zona propicia para el crimen. De acuerdo con Barras (2015), esta realidad se sustenta en la escasa competencia en cuanto a mecanismos de lucha y recursos tecnológicos que poseen los conglomerados del crimen y que dejan en evidencia la flaqueza de las autoridades de la zona. En este sentido, basta con hacer una comparación entre las tecnologías de vigilancia y protección que disponen los países desarrollados en contraste con el norte de África.

Barras (2015) hace mención de la baja calidad de vida como un detonante para que la corrupción y la capacidad de sobornar a cualquiera sea una opción altamente viable para las partes involucradas. Ahora, si imaginamos este problema en un escenario donde gran parte de la población vive en situación de pobreza extrema, no es de extrañar que sean los mismos africanos quienes participen activamente en las redes de crimen transnacional; ya sea a modo de intermediarios, recibiendo sobornos, falsificando documentos o dirigiendo el mercado ilícito. A este respecto, el Magreb se ha vuelto una zona de riesgo en donde “más vale comer, que ser comido”.

Durante décadas, la movilidad entre el África Subsahariana y el Magreb fue mayoritariamente irregular, pero no clandestina. Era un secreto a voces que la mayoría de los cruces fronterizos eran supervisados ​​y gravados (ilegalmente) por la policía de fronteras; todo el mundo sabía quién hacía qué con quién, pero nadie hacía nada al respecto, por lo que los conductores saharauis no eran considerados realmente como contrabandistas de personas (Brachet, 2018). Curiosamente, no fue hasta el transcurso de los primeros años del siglo XXI que Europa intervino al considerar estos movimientos irregulares como una amenaza a su soberanía. Goldschmidt (citado en OIM, 2018) señala que a partir de la infiltración de grupos de inmigrantes en Ceuta y Melilla, se levantaron vallas metálicas para cerrar las fronteras. Aunado a esto, los gobiernos también desplegaron un sistema de vigilancia por radar (SIVE, o Sistema Integrado de Vigilancia Exterior) en el Estrecho de Gibraltar, sistema que posteriormente se instaló en las Islas Canarias (Lahlou, citado en OIM, 2018).

Los grandes movimientos migratorios al norte de África y el aumento en los controles fronterizos por parte de los gobiernos europeos, han impulsado la creación de negocios altamente lucrativos que prometen ayuda a las miles de personas que buscan salir de África y cruzar el Mediterráneo para llegar a Europa de manera segura. Las razones por las que los migrantes adquieren los servicios de los contrabandistas pueden ir desde la falta de acceso a información sobre movilidad legal, el riesgo a ser deportados en el camino o hasta el miedo por perder la vida durante la peligrosa travesía. Cualquiera que sea la razón, los traficantes han sabido lucrar con la vulnerabilidad de las personas y hacer de la protección a su seguridad una moneda de cambio que pocos pueden pagar.

La zona del Magreb es la línea divisoria entre el resto del continente africano y el mar mediterráneo que conecta con Europa, por lo que analizando su estratégica posición geográfica, es posible encontrar que la migración no es el único mercado de interés para el crimen organizado, pues el tráfico de drogas, la mano de obra esclava, explotación sexual y numerosos asaltos son otros de los tantos problemas a los que se enfrentan tanto los migrantes como los pobladores nativos de la zona (Molenaar, 2018).

Redes clandestinas de crimen organizado

Existe un patrón de infortunios en las redes migratorias alrededor del mundo, y la ruta que atraviesa el “lugar por donde se pone el sol” no es la excepción a la regla. El Magreb, al extenderse desde redes altamente estructuradas que poseen varios puntos de contacto con los intermediarios locales que viven -generalmente- en zonas fronterizas (UNODC, 2018) es el lugar perfecto para que las grandes organizaciones criminales transnacionales puedan realizar sus actividades sin ser detectadas. Barras (2015) describe que la primera “parada de la droga” es mauritana, donde posteriormente, los narcóticos son trasladados por tierra de nadie entre el norte de Malí y Níger, el sur de Libia y Argelia hasta llegar a su destino, que generalmente es Europa.

En el mismo orden de cosas, cabe destacar que tanto el tráfico de drogas como los conflictos por las grandes reservas petroleras, específicamente en Argelia y Libia, incentivan otro de los problemas a los que se enfrentan los migrantes: el tráfico de seres humanos. Ya sea como esclavos de mano de obra, explotación sexual o extracción forzada de órganos, los migrantes siempre estarán expuestos al óbice de sus derechos humanos.

El negocio de la migración inicia cuando los individuos -que generalmente provienen de la África Subsahariana- no tienen licencia para transportarse legalmente por tierra, es aquí cuando acuden con un reclutador que los guiará en su viaje y los conectará con un dispersa red de intermediarios a lo largo de la ruta. El servicio normalmente incluye gastos en falsificación de documentos que le permitirán viajar por trayectos oficiales, sin embargo, para quienes poseen un bajo presupuesto o lo han perdido todo al ser víctimas de los asaltos; también existe la opción de viajar escondidos en camiones o en los asientos de pequeños autos que terminan recorriendo rutas más largas y no oficiales. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (UNHCR, por sus siglas en inglés) informó durante el 2018 que cuanto más dinero tiene un individuo, mayores son sus posibilidades de tener un viaje seguro y de buena calidad.

La evidente disparidad e inequidad en el acceso a recursos que protegen su dignidad como seres humanos, queda al descubierto. Otro ejemplo de ello es cómo, aunque la permanencia de la esclavitud y otras prácticas análogas como la discriminación por etnia son ilegales, constituyen uno de los signos más claros de esas desigualdades, en donde tener otro color de piel, pertenecer a otra religión o ser mujer es cobrado por un precio aún más alto en la contratación del servicio como si de un impuesto se tratara (Bustos,2011).

Evidentemente, en la actualidad, el principio rector de la migración es la inequidad en el acceso a una calidad de vida digna, pero si a eso se le suman las desigualdades del viaje, el resultado es fatídico para la protección de sus derechos. Los casos de violencia, hostigamiento, agresión y abuso sexual durante la migración, suceden a menudo por múltiples veces y en múltiples lugares (Quintero,2017). Es de facto que el proceso de movilidad no es rápido, y en la mayoría de las veces, los migrantes deben permanecer en pueblos desconocidos luchando por sobrevivir hasta tener el dinero suficiente para pagar otro trayecto del viaje. 

La frontera donde terminan los derechos humanos

Además de los peligros a los que se enfrentan durante el camino, las personas en situación de movilidad deben soportar malas condiciones de arresto cuando llegan a ser deportados. De acuerdo con el informe anual de ACNUR, se estima que de 10.000 personas inmigrantes, menos del 1% es reconocido como refugiado por ACNUR, por lo que no tienen derecho a ser atendidos en un centro de salud, recibir educación o apelar por su permanencia en el extranjero (Bustos, 2011).

Sin importar la existencia de regulaciones, normativas o leyes que existan al respecto, hoy en día, los migrantes se embarcan en un viaje sin la certeza de que sus garantías básicas como seres humanos serán respetadas. Prueba de ello es que en 2012 se reconoció la esclavitud como un crimen contra la humanidad, en 2013 se creó la Agencia Nacional contra los Vestigios de la Esclavitud, la Integración y la Lucha contra la Pobreza y en 2015 se elevaron las sanciones a los amos que, si bien no se han llegado a poner en práctica, existen (Moral, 2016).

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) define a un migrante como cualquier persona que se desplaza a través de una frontera ya sea internacional o nacional, e independientemente de las razones que lo conduzcan a ello (Naciones Unidas, 2021). A este respecto, la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948); refiere el artículo 13 a dos apartados sobre la libertad de tránsito. El primero conviene en que toda persona tiene el derecho a circular libremente, así como a elegir su residencia en el territorio de un Estado, en este supuesto, no se especifica si el territorio debe ser el propio o alguno externo. El segundo apartado establece que toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país. No obstante, aunque la Declaración Universal de los Derechos Humanos acuerda que cualquier individuo tiene el derecho a la libre circulación, no existe aún una legislación internacional que defienda este derecho sobre la soberanía de los Estados.

Para la Unión Europea, los movimientos migratorios del Magreb, han supuesto una molestia. Ospina (2015), menciona que a pesar de los tratados firmados, y la ayuda otorgada, los inmigrantes continúan llegando a territorio extranjero de una u otra forma, por lo que la UE se encuentra perdiendo autoridad, y lo más temido; poder. El resultado ha sido el evidente uso de la soberanía como el reconocimiento de derechos, en donde, si no se tiene una categoría privilegiada de ciudadanía, entonces se les trata como personas sin derechos.

Conclusión

Se ha visto que las redes transnacionales, destacadas por ejercer una violencia sistemática, han adquirido la capacidad de pasar completamente desapercibidas en la región del Magreb. Las redes de contrabandistas, que prometen cruzar a los migrantes por el norte de África hasta las fronteras europeas, no difieren a un solo grupo criminal, sino a una compleja estructura de distintos intermediarios. El problema yace justamente en la diversidad criminal de esta región, en donde las personas, además de pagar por los servicios de transporte y falsificación de documentos, también deben costear la evasión a los peligros que acarrea el crimen, lo que sin duda convierte al trayecto en el momento de mayor vulnerabilidad para ellos.

El panorama de esta crisis humanitaria deja en evidencia las prioridades de las instituciones gubernamentales que le dan abrigo al nacionalismo. Los resultados señalan que las fuertes medidas antimigratorias adoptadas por los gobiernos europeos, lejos de frenar el tráfico de migrantes están generando que el negocio ilícito se aproveche de dichos obstáculos para aumentar sus precios y conducir a los individuos por caminos cada vez más peligrosos que en la mayoría de los casos los guían, a trampas en donde terminan perdiendo y convirtiéndose en objeto del crimen organizado.

Mientras existan tantas restricciones al libre tránsito, el negocio de la migración seguirá existiendo; y construir vallas fronterizas, negar la entrada o crear zonas de exclusión no resuelve esto. Por lo tanto, tanto la UE como los líderes del Magreb, deben aumentar la confianza y el diálogo mutuo para trabajar en la implementación de acciones con las que se proteja a los individuos en su travesía y el acceso a su seguridad no tenga ningún costo.

Referencias

Asamblea General de Naciones Unidas (1948) Declaración Universal de Derechos Humanos. Disponible en: https://www.un.org/es/about-us/universal-declaration-of-human-rights

Barras, R. (2015). “Hacia un nuevo y diferente “Flanco Sur” en el Gran Magreb-Sahel”. Revista UNISCI, Vol., núm.39, pp.11-46. Dispoible en: https://www.redalyc.org/pdf/767/76742310001.pdf

Brachet, J (2018). “Manufacturing Smugglers: From Irregular to Clandestine Mobility in the Sahara”. American Academy of Political and Social Science, Vol.676, No.1, pp. 16-31.

Bustos, R (2011) “Magreb: Hacia el cumplimiento de los Derechos Humanos”. España: ACSUR-Las Segovias. Disponible en: https://eprints.ucm.es/id/eprint/50619/1/EL%20MAGREB%20HACIA%20EL%20CUMPLIMIENTO%20DE%20LOS%20DERECHOS%20HUMANOS%5BDEF%21%5D.pdf

Giraldo, Jeanne and Trinkunas, Harold (2013) “Transnational Crime” in Collins, Alan, Contemporary Security Studies (Third Edition), Italy: Oxford University Press, 350

López, P (2000) “El Magreb y el proceso euromediterráneo: Una perspectiva europea y española”, en Cuadernos de estrategia, No. 106, p. 237-266. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=582640

Molenaar, F and Tubina, J (2018) “Caught in the middle: A human rights and peace-building approach to migration governance in the Sahel”. Netherlands: The Clingendael Institute. Disponible en: https://www.clingendael.org/sites/default/files/2018-12/caught-in-the-middle_0.pdf

Moral, P (2016) “Mauritania: el precio de la seguridad en el Sahel”. El Orden Mundial. [en línea]. Disponible en: https://elordenmundial.com/mauritania-precio-la-seguridad-sahel/ (consulta: noviembre 24 2021]

Organización Internacional para las Migraciones (OIM). (2018) “La migración irregular del África Occidental hacia el Magreb y la Unión Europea: Panorama general de las tendencias recientes” en Serie de Estudios de la OIM para la migración, Vol., núm. 32, pp. 9-54. Disponible en: https://publications.iom.int/system/files/pdf/mrs-32_sp.pdf

Ospina, G (2015) “La inmigración desde el Magreb. Un reto para la Unión Europea”. Revista UNISCI, Vol., núm.39, pp.151-173. Disponible en: https://www.ucm.es/data/cont/media/www/pag-74789/UNISCIDP39-6OSPINA.pdf

Quintero, M (2017) “Una travesía mortal para los niños: la ruta de la migración desde África del Norte hasta Europa” UNICEF América Latina y el Caribe. Disponible en: https://www.unicef.org/lac/comunicados-prensa/una-traves%C3%ADa-mortal-para-los-ni%C3%B1os-la-ruta-de-la-migraci%C3%B3n-desde-%C3%A1frica-del [consulta: 29 noviembre 2021]

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United Nations Office on Drugs and Crime (UNODC). (2018) “Global Study on Smuggling of Migrants 2018″, United Nations publication. No. 18. Disponible en: https://www.unodc.org/documents/data-and-analysis/glosom/GLOSOM_2018_web_small.pdf

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Last modified: 21 enero, 2022
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