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Victoria: pagó una fortuna por su rehabilitación, pero sólo halló mentiras y humillaciones

REPORTAJE: PATRICIA LÓPEZ NÚÑEZ/LALUPA.MX

Victoria ingresó el 29 de octubre a una residencia de rehabilitación contra la depresión y las adicciones en Tequisquiapan, donde tendría que permanecer cuatro meses, pero sus padres la sacaron nueve días antes de concluir su tratamiento, tras contagiarse de Covid-19, en un espacio en el que nunca se guardó la sana distancia, ni se hacían pruebas de antígenos antes de ingresar a alguien más.

El internamiento costó 120 mil pesos, 40 mil por mes, sin una terapia que encontrara bien definida y sin la atención de calidad que le prometieron a su familia.

Entrevistado por lalupa.mx, Andrés Longoria Aguilar, comisionado del Consejo Estatal Contra las Adicciones (CECA), dijo que el estado tiene 125 centros con registro local para el tratamiento de las adicciones, en los que se atiende a alrededor de dos mil 300 personas, hasta el censo de diciembre, pero no hay una ley estatal que los regule.

Andrés Longoria Aguilar

Solamente en la atención que brinda el CECA a través de sus clínicas, el 80 por ciento de los usuarios sí concluye el tratamiento de manera exitosa, pero las residencias contra las adicciones pueden tener otras cifras, sobre todo porque hoy no existe una ley estatal que norme a estos centros de rehabilitación.

Actualmente el CECA trabaja en una propuesta para integrar una iniciativa de ley estatal para la prevención y atención integral de adicciones en el estado de Querétaro, con el apoyo de la Comisión de Salud de la Legislatura local. Al respecto, se revisa una iniciativa de ley que se presentó hace diez años para normar estos espacios, como base del nuevo documento.

Además, entre los temas que se encontraban pendientes cuando Andrés Longoria tomó el cargo, al inicio de esta administración estatal, estaba la vacunación contra Covid-19, porque la población usuaria de esos centros vive tratamientos de dos a seis meses y no pueden salir a inmunizarse.

“Hay población que por esto no ha sido vacunada, pero estamos trabajando ya con la Secretaría de Bienestar para lograrlo”, puntualizó Longoria.

En cada uno de los 125 centros se reforzaron las medidas de sanidad, como el uso de cubrebocas, el gel, el lavado frecuente de manos, el distanciamiento entre las camas y la sana distancia en las actividades, pero “son establecimientos privados y nosotros somos un órgano supervisor, bajo una política rectora contra las adicciones, sin embargo, las instituciones con capacidad de sanción son la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) y la dirección estatal de riesgo sanitarios”.

Andrés Longoria inició un recorrido por cada uno de los centros de rehabilitación. Su meta es abarcarlos a todos y hasta ahora, asegura, no ha encontrado irregularidades que pudieran generar alguna sanción o llamado de atención contra esos espacios.

“Ni psicólogos, ni sana distancia, ni medidas anti-Covid

Victoria Campos ingresó al centro de salud mental y emocional “Luna Rosa” en Tequisquiapan, Querétaro, el 29 de octubre de 2021, por un problema de depresión y de alcoholismo. Aunque se trataba de manera ambulatoria, le recomendaron ingresar a un establecimiento así por la atención permanente.

“Mi hermana pagó por tres meses, fueron 40 mil pesos mensuales, ubicó el establecimiento por su página web, le dijeron que ya sólo tenían un lugar porque únicamente aceptaban a 15 personas como máximo y que eran instalaciones de primer nivel. Todo era mentira, cuando llegué éramos 22 personas y llegaron más. En el cuarto de las mujeres metían más camas, éramos cinco y decían que con literas podrían ser nueve”, declaró.

Como parte del tratamiento, no les permiten usar su celular, aunque ella pudo continuar con su trabajo a distancia, siempre con alguien cerca para vigilarla. Su mayor preocupación fue la pandemia y la falta de un método adecuado para la rehabilitación.

“Este centro usa las terapias de confrontación, como el método de la silla caliente, donde los mismos compañeros te vendan los ojos, dos compañeros te detienen y te sobajan, te dicen groserías sobre tu problema, te insultan, supuestamente para que saques tu enojo. Ahí sí había un psicólogo o alguien que decía ser psicólogo, que los alentaba a insultarte más y piensas que es una terapia guiada por un profesional y que está bien, pero en realidad no lo está”.

Sostiene que en la clínica tratan de convencerlos de que les salvan la vida y que les hacen el favor de tratarlos bien. “Me entrevisté con la directora y me ofrecieron una botella con agua, yo dije que sí y ella me dijo que era una soberbia, una arrogante, porque no pedí agua por favor. Ella es psicóloga, pero nunca va a la clínica, la clínica la cuidan dos exadictos y creen que son expertos en adicciones”.

En el caso de la pandemia, a finales de diciembre se permitió que una chica saliera a la boda de su hermana y regresara a la clínica. “Se empezó a sentir mal, nuestras camas estaban a 20 centímetros de separación, ella empezó el 28 de diciembre y yo empecé los síntomas el 1 de enero. Nunca le pidieron aislarse, pero cuando fuimos más contagiados nos dieron paracetamol, nos hicieron la prueba y nos dijeron a seis personas que teníamos media hora para juntar nuestras cosas, nos hicieron un aislamiento improvisado en una casa en el centro de Tequisquiapan que tuvimos que limpiar”.

La hermana de Victoria se enteró cuatro días después de que tenía Covid, pero la directora de la clínica le pidió no informar a sus padres porque “no era terapéuticamente adecuado que se enteraran ya que eran sobreprotectores”. Mediante una llamada a su médico personal, Victoria le pudo informar que estaba enferma y el médico avisó a la familia porque consideró que estaba en riesgo y que “esos centros solían ser una estafa”.

El sábado 15 de enero los padres de Victoria la sacaron de la clínica, nueve días antes de que concluyera su tratamiento contra el alcoholismo y la depresión. Lo que recuerda de su estancia son “los insultos en las terapias, la mala alimentación y los riesgos a la salud por el exceso de personas en una casa adaptada como clínica”.

“Hay tres modelos aceptados en el país para tratar las adicciones”

El centro Luna Rosa sí cuenta con licencia de funcionamiento municipal en Tequisquiapan y con registro en el CECA, aunque no aparece en el directorio web de la Comisión Nacional contra las Adicciones (Conadic), donde sí se encuentran otros establecimientos de los municipios de Querétaro, San Juan del Río e incluso del mismo Tequisquiapan.

En cuanto al personal que brinda las terapias, Andrés Longoria detalló que Conadic reconoce tres modelos de atención, uno de ellos es el profesional, donde se cuenta con un psicólogo o un psiquiatra; otro, que se conoce como ayuda mutua, se rige bajo los doce pasos de Alcohólicos Anónimos, una metodología con reconocimiento de validez internacional.

El tercero de los modelos aceptados es el mixto, “aquí tenemos registrado a la clínica Luna Rosa como un modelo mixto, es decir, tanto los consejeros llevan una terapia encaminada hacia una cura espiritual y otra parte, están obligados a brindar atención terapéutica mediante atención psicológica o psiquiátrica, de acuerdo a lo que demanda el tipo de usuario”.

Después de su experiencia, a Victoria le gustaría que se contara con una legislación estatal, que garantizara la buena atención a las personas que viven con adicciones o problemas emocionales, principalmente porque se cobra bastante bien por recibir la ayuda.

“La rehabilitación en México es totalmente un negocio y hay personas que tienen un problema más fuerte que el mío, yo tengo un año luchando contra el alcoholismo y la depresión, los que tienen un problema más grave pues viven un viacrucis para encontrar un tratamiento eficaz para estas enfermedades y eso se tiene que acabar”, declaró Victoria.

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Last modified: 28 enero, 2022
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