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En México hay talento; falta el recurso económico: Magaly, Premio Nacional de la Juventud 2020-2021

HISTORIA: PATRICIA LÓPEZ NÚÑEZ/LALUPA.MX

Magaly Villeda desarrolló, con investigadores de Harvard y la Universidad de Chicago, un biosensor de cristales líquidos para detectar enfermedades neurodegenerativas asociadas al Covid-19, pero el prototipo de este proyecto deberá esperar hasta que ella cumpla la mayoría de edad y empiece a estudiar la universidad, que son los requisitos que le piden para acceder a financiamiento.

La galardonada con el Premio Nacional de la Juventud 2020-2021 del gobierno de México tiene apenas 17 años, estudia la preparatoria en la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) y se desempeña en competencias y talleres de ciencia desde los 8 años de edad en su natal Acatitlán de Zaragoza, en Landa de Matamoros, una delegación que hace 12 años tenía 487 habitantes y su población disminuye.

Villeda Cabrera reconoce que su pueblo es muy pequeño, con problemas para acceder a internet, lejos de las zonas urbanas y con menos oportunidades que en otros puntos de Querétaro. Nada de eso le impidió participar en concursos de Oratoria, olimpiadas de Química, Lógica, Biología e Historia que busca con empeño por todo el país.

Sus planes se centran ahora en estudiar medicina, para acceder a un laboratorio, hacer investigación y contar con los recursos necesarios para desarrollar físicamente el prototipo de su biosensor. La edad, confiesa, es el único impedimento que se le presenta continuamente para acceder a mejores oportunidades, pero está convencida que hay que impulsar la ciencia entre las niñas, niños y adolescentes.

“México requiere más educación y alfabetización científica en los jóvenes, es tan importante, tal vez más, que la propia investigación. La ciencia es fundamental para el desarrollo del país. Hay que buscar a todas las jóvenes y los jóvenes en estas zonas rurales, pues tenemos talento, capacidad, conocimiento, pero no el recurso necesario, que les den el recurso a los jóvenes y que podamos hacer un país lleno de ciencia rodeado de científicos, investigadores y científicas”, dice a lalupa.mx

Una infancia dedicada a la ciencia

Magaly se presenta como una joven investigadora y habla de sus cualidades: promedio de excelencia en la escuela, virtudes como liderazgo, compañerismo, trabajo social y voluntariado en el Hospital de su comunidad. Hace unas semanas recibió el Premio Nacional de la Juventud en la Categoría Distinción Logro Académico al inscribirse a una convocatoria que vio en internet y que se apegaba a su perfil.  

“Desde los 8 años he realizado muchas actividades a nivel nacional e internacional con alto impacto científico, me decidí por la categoría de Logro Académico porque desde la primaria mi promedio era de 9.7 a 10.0, así que mi perfil no era sólo ciencia y tecnología. Me he desempeñado en diversas actividades a pesar de que estoy en una comunidad alejada de las zonas urbanas, el lugar al que pertenezco me ha impedido estar en algunas competencias, pero le he buscado el lado positivo para seguir sobresaliendo en el ámbito que me gusta”.

Se declara multidisciplinaria porque “no sé enfocarme en una sola área de la ciencia. He participado en olimpiadas de Química, Lógica, Biología, Historia, Oratoria, Matemáticas. Me gusta ser una líder y encabezar los equipos y me di cuenta de lo que carecía aquí desde los 11 años, cuando estaba en la escuela Ignacio Zaragoza, porque sobresalía en mi municipio y mi estado, pero muchos otros teníamos muchos más recursos que yo que sólo tenía unos cuántos libros, mi biblioteca pequeñita y sabía usarlos”.

En la telesecundaria donde estudió sólo tenía un maestro por grado para todas las materias, a diferencia de otras secundarias, pero todos los profesores fueron fundamentales para llevarle libros y la formación que necesitaba para abrirse a nuevas áreas del conocimiento. “Quería estar en todos los concursos, no quería perder ni uno, pero no sabía organizarme”.

La pandemia se volvió un problema para Magaly en sus clases de preparatoria. Los problemas de internet en su comunidad fueron constantes durante los primeros meses de la contingencia y la hizo darse cuenta de que no podía participar en más competencias presenciales.

A buscar nuevos pasatiempos

El internet, con todas sus fallas, fue la ventana para encontrar talleres, convocatorias, olimpiadas, competencias de ciencia, cursos de programación y todo aquello que le permitiera aprovechar el tiempo durante el encierro. Así encontró grupos de jóvenes mexicanos que compartían el gusto por la ciencia.

Se unió a Mujeres Líderes en STEAM, un programa de mentoría en áreas de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEAM por sus siglas en inglés), que promueve estas disciplinas entre las niñas y las jóvenes, así como promover su talento.

“Es la red más grande de mujeres de Latinoamérica por la ciencia y estaba en contacto con profesionales de México en otro país. Desde mis 15 años me di cuenta que muchas mujeres de México, que les gustan la ciencia y la tecnología estaban en otros países y eso me llamó la atención. Comencé a decirme quiero algo más que lo que hago ahora y comencé a buscar más convocatorias de este tipo de talleres, cree mi propio Capítulo de Mujeres Líderes en STEAM en Querétaro para que más mujeres se interesaran en el área de ciencia y tecnología”.

Con el apoyo de otras dos jóvenes, una de Sonora y otra de Hidalgo, formó Scientific Girls, donde promueven entrevistas y ponencias con mujeres profesionales para que platiquen qué hacen en sus áreas de trabajo. También escriben un libro para motivar que las niñas de primaria conozcan las ciencias “y no se esperen hasta la secundaria y la prepa”.

“Me di cuenta de que tenía que enfocarme porque voy en la prepa y tenía que elegir una carrera, así que dije: he desarrollado proyectos en el área de biología y las ciencias naturales, ahí he destacado con mucha facilidad, así que me iré por la carrera de medicina, estudiaré en la universidad que me selección y así podré continuar mis proyectos mediante estancias de investigación”, reitera.

Durante el verano del año pasado, consiguió una estancia con estudiantes de licenciatura y posgrado de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), donde “investigamos la parte del colon, me dio cuenta que mi gusto por la ciencia sí es real. Me aceptaron en dos proyectos de investigación con otro médico para desarrollar una vacuna para bovinos, pero elegí estudiar el cáncer, la investigación es lo que yo quería y estar en un laboratorio me abrió el panorama”.

El desarrollo del biosensor de cristales

Magaly encontró una convocatoria en clubes de ciencia organizada por exalumnos de Harvard, aunque le explicaron que aceptaban a jóvenes de maestría y doctorado, “pocas veces a estudiantes de preparatoria”, pero consiguió que la aceptaran. Sus asesores fueron de Harvard y del Politécnico Nacional.  

Cuando les dijeron que eran libres de elegir el proyecto de investigación, ella supo que tenían que enfocarse al Covid-19 y propuso desarrollar un biosensor que estudió anteriormente, pero con un nuevo enfoque: enfermedades neurológicas y el coronavirus y sus secuelas.

Ganadores del Premio Nacional de la Juventud 2020-2021

“Me dieron el visto bueno, hago el programa, me dan el certificado de que concluí con éxito, hasta ahí se quedó. Yo quería seguir desarrollando este biosensor, seguir con la propuesta y no sólo quedarme con eso. Busqué cursos en Harvard, el Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT por sus siglas en inglés), el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).  Vi la convocatoria de Expociencias Bajío, me dijeron que era una excelente idea y que lo ideal era desarrollar el biosensor”.

Recibió entonces la primera propuesta mediante un programa de apoyo a la ciencia: le darían el capital para desarrollar el prototipo, pero con dos condiciones: ser mayor de edad y ser estudiante de licenciatura. “Pero yo tenía 16 años, la edad siempre ha sido una gran limitante en mi trayectoria científica. Participé en la Expociencias de Durango, pero me dijeron que no podía pasar a acreditación internacional porque mi proyecto no era físico”.  

Su próxima meta es ingresar a la licenciatura en medicina, tener acceso a un laboratorio y empezar a desarrollar su primer prototipo del biosensor. Se siente con más confianza después del Premio Nacional porque “me abrió muchas puertas, aunque sigo haciendo ciencia desde mi casa, sigo viviendo en una pequeña comunidad marginada y es difícil sobresalir, pero no me he rendido”.  

El biosensor tiene el aval teórico de diversos científicos que lo ven viable para un diagnóstico oportuno y de bajo costo de enfermedades como Alzheimer, Parkinson y las secuelas del Covid-19, mediante la detección de una proteína, así que es cuestión de tiempo para que lo pueda desarrollar. Mientras llega ese momento, Magaly subraya que es indispensable acercar la ciencia a las infancias y a las juventudes y que se encuentren talentos en cada comunidad.

“Hay que impulsar el interés en la ciencia y la tecnología dentro del país, que no tengamos que migrar a otro lugar para que nos den las oportunidades que necesitamos, tenemos que buscar a todos los jóvenes en estas zonas rurales que tenemos talento, capacidad, conocimiento, pero no recurso (económico) necesario, que podamos hacer un país lleno de ciencia rodeado de científicos, investigadores y científicas para impulsar el progreso a la sociedad”.

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Last modified: 12 febrero, 2022
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