ENTREVISTA: PATRICIA LÓPEZ NÚÑEZ/LALUPA.MX
Julieta Fierro Gossman es contundente, es enfática, cuando señala que la educación para las mujeres tiene que ser diferente a la de los hombres; cuando subraya, al respecto, que hay que incluir en los programas y planes de estudio materias que les interesan a las niñas, porque lo que se ha hecho, desde la edad media, es ir adaptando la educación siempre pensando en los hombres y no en nuestras necesidades.
Entrevistada por lalupa.mx con motivo del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, la investigadora del Instituto de Astronomía de la UNAM y divulgadora de la ciencia destaca la necesidad de que la nueva Ley de Ciencia y Tecnología brinde soluciones para que más mujeres accedan a la ciencia, la urgencia de terminar con el prejuicio sobre las mexicanas en las carreras científicas y la demanda de brindarles educación sexual y apoyo para que los abusos, el acoso y la maternidad no frenen su desarrollo profesional.
Tras años de dedicación a la ciencia y a su divulgación, Julieta Fierro ve en las áreas científicas la oportunidad de que las mujeres mexicanas se desarrollen a plenitud, pero para eso, necesitan descubrir “la ciencia que nos gusta a los científicos, esta ciencia interesante, lógica, hermosísima”, donde también puedan encontrar apoyos seguros para que nada interrumpa esa formación.
¿Qué cambios percibe en la participación de niñas y mujeres en el desarrollo científico de México en las últimas décadas?
No tengo las estadísticas en realidad, lo que sí he notado es que hay más mujeres que han destacado en materia de ciencia, en las ciencias duras, la física, las matemáticas, en la astronomía, la química. No tengo los datos precisos, pero lo noto.
¿Qué nos hace falta para recuperar y visibilizar las aportaciones de las mujeres a la ciencia?
El problema que veo es que muchas personas están buscando soluciones prácticas a los problemas y la administración actual también está más preocupada por soluciones de corto plazo que de largo plazo y muchas de las contribuciones de las mujeres mexicanas han sido en ciencia básica.
Por ejemplo, Silvia Torres fue la presidenta de la Unión Astronómica Internacional, pero creo que esto no es muy conocido porque muchas personas sienten que la astronomía no es algo práctico que les resuelva la vida y los científicos que hacemos ciencia básica pensamos que nuestro objetivo es avanzar al conocimiento y en cuestiones de divulgación. Es decir, que las personas se admiren ante la belleza de la naturaleza, que entiendan los procesos, cómo descubrimos las cosas, pero creo que en este momento lo que más le interesa a las personas son los productos de la ciencia aplicada, es decir, medicamentos, inseguridad, combate a la pobreza y no hemos socializado lo mucho que se puede hacer en estas disciplinas. Por ejemplo, una investigadora economista descubrió cuáles eran los mejores proyectos para abatir a la pobreza, una mujer contribuyó al desarrollo de las vacunas contra Covid, pero estos logros de las mujeres no necesariamente se han socializado.
¿Cuál es el reto inmediato del país para atraer a más niñas y mujeres a la ciencia?
Yo creo que la nueva Ley de Ciencia y Tecnología que se va a presentar ante las cámaras tiene problemas y está desdoblado el lenguaje, es decir los y las niñas y los y las investigadoras, esto hace muy pesada la ley, visibiliza el problema de género, pero no ofrece a una sola solución para que más mujeres accedan a la ciencia. ¿Cuál es el problema de las mujeres? En primer lugar, hay este prejuicio de que las ciencias son difíciles, que las niñas no pueden. Entonces desde las familias, los padres no entusiasman a las niñas a que hagan carreras científicas, pero el problema en realidad más serio es que las mujeres, muchas, quieren tener los hijos cuando son jóvenes porque suelen tener menos problemas durante el embarazo. Pero al mismo tiempo quieren hacer un posgrado, una estancia posdoctoral, incorporarse a la fuerza productiva, y están sumamente estresadas. Y no solamente por eso, sino que en ocasiones sufren acoso laboral y esto no ayuda a las mujeres a querer dedicarse a la ciencia.
Lo que se podría hacer en esta ley de Ciencia y Tecnología, por ejemplo, es que si una chica está embarazada y tiene a su bebé, pues que le sigan dando su beca tres meses más para que atienda a su bebé cuando sea chiquito y sobre todo que en los centros de investigación, en los programas donde se hace posgrado, haya guarderías, para que las mujeres puedan tener al bebé cerca de ellas y estar tranquilas. Estos derechos son relativamente baratos de llevar a cabo y entusiasmarían a las chicas a hacer todo, porque las mujeres podemos hacer todo. ¿Qué más da si nos atrasamos un año más en terminar nuestros estudios o dos o tres años más en terminar nuestros estudios o incorporarnos de lleno a la vida laboral, si vivimos más que los hombres?
Hay que ayudar a las jóvenes para que puedan tener sus hijos en paz y, sobre todo, a las niñas de secundaria hay que darles cursos de salud sexual y reproductiva porque muchas se embarazan cuando son niñas. Por desgracia a veces por problemas en la familia, por violación familiar y abandonan la escuela y esto es terrorífico. Hay que darse cuenta de que la educación para las mujeres tiene que ser diferente a la de los hombres, hay que incluir en los programas y planes de estudio materias que les interesan a las niñas, porque lo que se ha hecho en la educación es, desde la edad media, ir adaptando la educación siempre pensando en los hombres y no en nuestras necesidades.
En todos estos años dedicados a la ciencia y la divulgación científica, ¿cuál es la mayor satisfacción que le ha dado dedicarse a la ciencia?
Cuando estaba haciendo Universum amarré una cama de clavos, con clavos de a deveras, que pesaba muchísimo y tenía que ser seccionada y la llevé al metro Copilco, al acceso, me puse con mi mesita de clavos y unos globos y pasaba la gente y les enseñaba cómo tronaban los globos en los clavos, porque eran de a deveras, súper afilados y luego les enseñaba cómo se podían acostar ahí y no se sentía nada, porque la presión se distribuye entre los clavos y uno se puede acostar perfectamente ahí. Una vez pasó una señora con su delantalito tan bonito, de cuadritos, encajitos y sus bolsitas de mandado y le dije venga le voy a explicar, no cómo cree, ándele, venga, yo le guardo sus bolsas, le expliqué, hizo el experimento y se fue.
Al día siguiente regresó con sus niños y les explicó, con una emoción, no te puedes imaginar porque esta mujer entendió la ciencia y la quiso compartir. Fue una maravilla.
La conmueve esta historia todavía.
Cómo no, imagínate. Yo quisiera que todas las mamás disfrutaran del conocimiento y lo quisieran compartir así.
¿Qué consejo o mensaje podría darle a las niñas y científicas mexicanas que no saben todavía que lo son porque están por ahí en comunidades rurales, en telesecundarias o en espacios con pocas herramientas para acercarse al desarrollo científico, pero tienen la curiosidad?
Que estudien ciencia, que estudien lo que les gusta, que sí pueden tener hijos y estudiar al mismo tiempo, que consigan becas y si necesitan ayuda, que la pidan, que no tiene nada de malo pedir ayuda, pedir a la mamá, a una tía, al Estado para que nos pague la guardería o a una nana y podamos seguir estudiando y que, si no entendemos algo de una materia, pues estudiemos los cursos anteriores.
Se han hecho muchísimos estudios: uno entiende la primaria cuando termina la secundaria, es decir a los niños de primaria les cuesta trabajo la primaria y una entiende la secundaria cuando termina la prepa y la prepa cuando termina la licenciatura, así sucesivamente. Así que si una niña de secundaria se atora con las matemáticas que vuelva a leer los libros de primaria, de matemáticas y les va a entender y va a encontrar qué laguna tuvo. Y hasta le pueden fascinar las matemáticas y se puede dedicar a eso.
Que también busque cosas de ciencia que no están en los libros de texto, que si tiene acceso a internet, pues en internet, o en la biblioteca pública, o que encuentre un libro de ciencia bonito para que descubra la ciencia que nos gusta a los científicos. Esta ciencia interesante, lógica, hermosísima y que vea que es una manera de desarrollarse a plenitud durante toda la vida y que puede ser todo lo que quiera: puede ser buena ama de casa, buena mamá y buena esposa y, además, buena científica. Sí se puede.