La ingeniería en sus diversas disciplinas, en México y en el mundo, ha jugado un papel determinante para que hoy en día vivamos la experiencia de un mundo globalizado e interconectado. En este sentido, la ingeniería ha sido entendida como un sinónimo de movimiento, transformación, adaptación, desarrollo, mejora y de bienestar para las sociedades.
De hecho, la palabra “ingeniero o ingeniera” proviene del vocablo de origen latín ingenium –ingenio–, que hoy en día consideramos, de manera obligada, debe ser sinónimo de emprendimiento y recuperar su espíritu de multidisciplinariedad.
En México, las ingenieras e Ingenieros a través de los años y de los programas educativos sólidos en las disciplinas requeridas, impartidos en instituciones públicas y privadas de gran renombre nacional e internacional, han creado y fortalecido este sector en las áreas de manufactura, de obra civil e hidráulica, del transporte y comunicaciones, etc. Sin embargo, la nueva realidad en la que vivimos nos hace cuestionarnos sobre las nuevas habilidades, conocimientos, actitudes y aptitudes que debemos fomentar y desarrollar en nuestros futuros ingenieros e ingenierias para los nuevos, y muy grandes, retos que deben enfrentar nuestras sociedades en temas de sustentabilidad, movilidad, sostenibilidad de las ciudades, alimentación, energía, calidad en educación, etc.
En este sentido, la Unidad de Alta Tecnología (UAT) y el Centro de Diseño Mecánico e Innovación Tecnología (CDMIT) de la Facultad de Ingeniería (FI) de la UNAM, han promovido la enseñanza de la ingeniería basada en tres ideas centrales “aprender a aprender”, “aprender a ser” y “aprender a hacer”, a través de la aplicación de conocimientos y experiencias de los estudiantes en proyectos de investigación aplicada y desarrollo de tecnología, incentivando un ambiente y/o entorno en el que la creación e ideación sean las herramientas centrales que permitan generar soluciones integradoras, siempre con un sentido de responsabilidad y conciencia social.
Este modelo favorece el aprendizaje y permite medir el nivel de aprendizaje del estudiante de ingeniería, a través de la eficacia de las soluciones que ellos mismos proponen y generan a la problemática que se busca dar solución. Y de la misma manera, incentiva y motiva a los estudiantes de ingeniería a la búsqueda, por cuenta propia, del conocimiento teórico y práctico requerido para el diseño y desarrollo de soluciones integradoras que sean viables y funcionales.
Asimismo, promueve el desarrollo de nuevas habilidades durante su etapa formativa como ingenieras e ingenieros; y por supuesto, también potencia las habilidades que de manera natural los estudiantes traen de casa.
Finalmente, este modelo promueve que nuestros futuros ingenieros e ingenieras sean líderes en su campo de conocimiento mediante el diseño y propuesta de soluciones de ingeniería aplicada, gestión del conocimiento y de la tecnología, gestión de recursos humanos y económicos, gestión de habilidades y de las relaciones humanas necesarias en el desarrollo del trabajo en equipo, que coadyuven a la atención de las grandes necesidades del país y del mundo a través de soluciones de gran impacto y calidad.
Al final del camino, sea cual sea el método o forma de aprendizaje implementado, este deberá acercar a nuestras ingenieras e ingenieros a seguir creando el mundo que nunca ha sido (Theodore von Kármán), y que deseamos tener en un futuro muy cercano.