¿Qué “pero” le pondría usted a un servidor público y funcionario siempre correcto en las formas, mesurado en la palabra, atento a escuchar reclamos ciudadanos en los puestos donde se ha desempeñado, que reconoce la magnitud de los problemas y hasta agrega datos y cifras sobre la violencia, desapariciones en el país y no rehúye a abordar el tema de asesinatos a los periodistas? Y si a lo anterior agregamos que es integrante de un partido en el que gran parte de sus elementos principales son belicosos, beligerantes, reactivos y virulentos en el reclamo de faltas de otros que no sean ellos, pues la figura de este personaje sobresale por ser lo opuesto a todo los demás y no queda más que mencionarlo como un ejemplo de discreción, decencia, cortesía, disposición al diálogo siempre y dispuesto a ser un buen interlocutor entre la parte quejosa y la administración, en este caso la actual y a la que siempre ha sido cercano. Es decir: es la clase de político conciliador que sale a dar la cara en ciertos conflictos y apacigua las molestias de quienes se acercan a reclamar al partido o al presidente las promesas no cumplidas… ¡Y olé!
Y es que en eso de tener “buena mano izquierda” no a todos se les da; a don Alejandro Encinas, de larga trayectoria política, sí. Este funcionario, siempre discreto en su hacer y estrecho colaborador del actual presidente, es un magnífico momentáneo “apagafuegos” de los reclamos, por cierto, cada vez más en aumento hacia el presidente y hacia algunos de sus hijos… hijos e hijas políticos (as), me refiero; como ha sido el caso de Cuauhtémoc Blanco, Delfina Gómez, entre tantos más (pertinente la aclaración de “hijos políticos”, porque lo del hijo directo es asunto aparte).
El impecable “olé” de don Alejandro
Toda una institución en el mundo de la política, de extensa trayectoria e integrante del Partido Comunista en los años 70, Alejandro Encinas, economista egresado de la UNAM, hoy subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración de la Secretaría de Gobernación (Segob), “convocó a siete diálogos regionales en torno a una nueva ley de protección para personas defensoras de los derechos humanos y periodistas. El primero de estos foros ocurrió en la Ciudad de México…”, documenta el experimentado colega Rogelio Hernández López en su reciente artículo de Miradas de Reportero, publicado bajo el titulo Por qué deberían ir más periodistas a los diálogos por otra ley de protección, donde enumera los principales puntos que sostienen la importancia de estar en estos foros.
De amplia y comprometida carrera periodística, Rogelio Hernández López, especialista en temas sobre protección e impulsor de mecanismos tendientes a fortalecer la labor profesional de los periodistas vulnerables en México, ha insistido en la importancia y conveniencia de la participación de integrantes del gremio a la convocatoria que hiciera el pasado 12 de enero Alejandro Encinas, para iniciar diálogos públicos por una nueva ley de protección que sustituya a la de 2012. Convocatoria, por cierto, a la que ha habido una escasa respuesta por parte del gremio, precisa Hernández López.
Y en el marco de los acontecimientos que hemos presenciado de años atrás a la fecha, pareciera oportuna esta convocatoria. Salvo una observación que someto a consideración de entre los puntos, inobjetables todos, que enuncia Rogelio Hernández López: el “olé” de don Alejandro ya ha quedado claro como una forma “impecable” y eficaz de hacer política y de operar en favor del actual régimen, con el que siempre ha caminado. Ejemplos de ello hay varios.
En mi columna del 18 de mayo de 2021, bajo el titulo de Un pasaje de horror vivido en Tláhuac hace años, cuyo enlace comparto (https://lalupa.mx/2021/05/18/27392/#:~:text=JOVITA%20ZARAGOZA%20CISNEROS%20%2D%20EN%20DO%20MAYOR), me referí al ambiente previo al linchamiento de dos agentes federales ocurrido en 2004 y el papel de diplomacia que desempeñó en ese entonces Alejandro Encinas como secretario de Gobierno del Distrito Federal.
Fiel a su imagen de conciliador, recogió las quejas que había contra la entonces delegada de Tláhuac, dio la razón a los quejosos y aceptó que se procedería contra la jefa delegacional, ya que contaba con patrullas y oficiales suficientes para rescatar a los elementos de la Policía Federal Preventiva (PFP) masacrados.
La de Alejandro Encinas fue una respuesta políticamente correcta que calmó los ánimos del momento, pero nunca prosperó ninguna investigación, ni hubo consecuencias para la funcionaria, en cuya gestión crecieron los giros negros en construcciones. Todo quedó en lo de siempre: declaraciones de promesas de investigar… “vamos a proceder”… y el largo etcétera de excusas que ya conocemos.
Su renuncia al PRD
En ese entonces, gran parte de los integrantes de la actual administración pertenecían al partido PRD, al que Alejandro Encinas renunció en 2015, un año después de lo sucedido en Iguala. Sobre las razones de su renuncia argumentó: “No puedo mantenerme en las filas del partido al que han puesto en evidencia los hechos ocurridos en Iguala y que a cuatro meses de la tragedia sus dirigentes guardan silencio y apuestan al desgaste y al olvido”.
Entrevistado al respecto, agregó entonces sobre ese partido: “Se han violado los postulados que le dieron origen, se han revertido los procesos unitarios e instaurado prácticas como el clientelismo, el fraude electoral, la compra de votos en sus procesos internos, la impunidad y la violación de sus propias normas, la malversación de sus recursos públicos, el moche legislativo o el condicionar el empleo al pago de un diezmo del salario de los trabajadores. Se ha llegado al extremo de vender candidaturas y postular a delincuentes como sus candidatos”.
Reiteró Encinas: “Lo hago por convicción y congruencia con mis ideas. No puedo mantenerme en las filas de un partido puesto en evidencia por los hechos acaecidos en Iguala, y que a cuatro meses de la tragedia sus dirigentes guardan silencio y apuestan al desgaste y al olvido” (¡Cof, cof, cof…! Perdonen los lectores esta tos. Es que se me atravesó una Delfina Gómez y otros nombres más).
En noviembre de 2015, el reportero Rivelino Rueda del periódico El Financiero recogió las expresiones de Alejandro Encinas. El entonces senador criticó al gobierno de Enrique Peña Nieto y el papel de Osorio Chong, quien se desempeñaba como secretario de Gobernación: https://www.elfinanciero.com.mx/nacional/mando-unico-puede-derivar-en-conflictos-entre-estado-encinas/
Por mi parte, hago énfasis en el último párrafo de la nota de Rivelino Rueda: “Encinas Rodríguez afirmó que el decálogo presidencial contempla reformas constitucionales en materia de seguridad las cuales «apuntan hacia un desmantelamiento institucional, una concentración de facultades y un demérito del ámbito municipal y los gobiernos estatales»”. (¡Cof, cof, cof y recontra cof…! Otra vez, disculpen la impertinente tosecita antes de preguntar…) ¿No es eso lo que hoy están buscando? ¿Aquello que con tanta virulencia criticaron en los demás, no es lo que hoy ellos hacen ya en el poder?
Existen más ejemplos sobre la manera políticamente correcta en que da “solución” a los conflictos Alejandro Encinas o, para decirlo en términos coloquiales, “sale al quite” de los reclamos. Dos recientes que vienen a mi memoria: el del 10 de mayo de 2021, único día en que el presidente interrumpió su mañanera para convertirlo en un festejo demagógico a las madres, teniendo como invitada a la cantante Eugenia León. Las cámaras de televisión transmitían la fiesta en el Palacio, mientras afuera las madres de desaparecidos demandaban hablar con el presidente. A fin de que tan “flamante” festejo no desluciera, salieron Alejandro Encinas y Olga Sánchez Cordero a dar su “olé”. Esta última se comprometió con las madres a buscar a sus hijas e hijos desaparecidos, enfatizando la buena voluntad del gobierno federal para dar con el paradero de sus familiares. Mientras que Encinas invitó a los integrantes del Comité de Desapariciones Forzadas de Naciones Unidas a visitar México en el mes de noviembre.
Y el hecho más reciente fue el del pasado 6 de enero, cuando la sonorense Cecilia Flores Armenta, quien se encuentra en Ciudad de México bajo el beneficio del Mecanismo de Protección a Periodistas y Defensores de Derechos Humanos de Segob, declaró no querer abandonar las medidas de protección y trasladarse a Sonora porque pone en riesgo a su familia, ante las amenazas de grupos criminales que la hicieron salir de la entidad. Flores Armenta ha pedido una reunión con Alejandro Encinas.
La petición, lanzada a través de las redes sociales, no ha recibido respuesta. Cecilia Flores es madre de dos hijos desaparecidos en 2015 y 2019, y con respecto al silencio de Gobernación ha dicho: “No les gusta que uno haga alboroto, por eso nos llaman para acordar una reunión…”.
Juez y parte
A grandes rasgos, son algunos aspectos del desempeño de un operador político hasta hoy de pulcro manejo y con muestra de apertura al diálogo, pero que pareciera fungir más como “apaciguador de quejas”. Y en estos momentos, ante lo que estamos viendo con relación a la violencia a los periodistas, lo que se necesita son respuestas concretas a la grave situación que aqueja al gremio. Y algo más: que el mismo presidente deje de estar vulnerando la labor periodística desde el máximo poder que ocupa. Y la pertinencia de este último punto bien puede comentársela el funcionario Encinas al presidente, porque lo que sucedió este viernes en su foro de la mañanera fue inaudito e inaceptable. El presidente ha cruzado ya todo límite de sus funciones y el débil velo que cubría su talante dictatorial ha caído completamente. Eso ha levantado alertas ciudadanas. Hay un comprensible malestar. No fue cosa menor lo sucedido y no es para tomarlo como un mero error o dislate presidencial. Ni ese ni otros que han ocurrido en las relaciones con países como Panamá y España.
En cuanto a la conveniencia de revisar la situación de los profesionales del periodismo, en todas sus áreas, me pronuncio porque todo lo relacionado al tema se discuta entre periodistas y fuera de la políticamente “correcta” mirada de cualquier integrante dentro del poder porque, cabe la pregunta: ¿Se puede ser juez y parte dentro de un conflicto? La preocupación sobre lo que ha sucedido con otros colegas y las condiciones en las que laboran por supuesto que está latente. Pero, tal vez, algunos periodistas ya se hicieron esa pregunta y sea, entre otras más, parte de las razones por las que no acuden al “diálogo” convocado para escuchar propuestas y resolver problemas que competen al gremio.
Hay molestia ante tanta omisión. Sobre esta omisión en la que han caído los diversos gobiernos habló el decano del periodismo Jorge Meléndez Preciado en la pasada protesta del martes 25 de enero afuera de las oficinas de Gobernación, donde hizo un enérgico llamado para detener la matanza de comunicadores y propuso la creación de un Colegio de Periodistas para documentar allí la historia del periodismo y llevar un registro de los periodistas asesinados, entre otros temas más. En su columna publicada en su portal con el título Necesitamos detener la matanza de periodistas, escribió: “… es increíble que en el Mecanismo de Defensa de los Periodistas los votos decisivos sean de funcionarios y los informadores que participan en el mismo sirvan para avalar presupuestos que utilizan a discreción las autoridades, y no para lo esencial: proteger a los reporteros”.
Señaló también: “Los botones de pánico, las alertas a las autoridades, las guardias a compañeros (por cierto, han asesinado cuando menos a seis tecleadores y a varios de sus respectivos cuidadores) y la denuncia ante las fiscalías no sirven de gran cosa, (…) porque los mecanismos de protección no son eficientes y la justicia mexicana es, como sabemos, un caldo de malos olores que despide su tufo en cada ocasión…”.
La otra razón de no asistencia a estos foros quizá sea que muchos se encuentran entregados y comprometidos con su labor reporteril diaria. Creo que lo que nos queda a quienes no estamos de manera activa en la gran labor es impulsar reuniones de trabajo y evaluar también propuestas sobre la creación de mecanismos fuera del ámbito gubernamental, permanecer al margen de cualquier filia ideológica y apoyar la exigencia a cada gobierno para que haga su labor de garantizar la integridad de los periodistas.