Los seres humanos hospedamos a más de 100 billones de pequeños organismos, como bacterias, virus y parásitos. De todas las células de tu cuerpo, sólo 10 % son en realidad tuyas, 90 % restante son microorganismos. A este conjunto de microorganismos se les llama microbiota y juega un papel importante en la salud. Así que la siguiente vez que te sientas solo, piensa en todos esos pequeños organismos que te acompañan en la vida.
De todos los microorganismos que viven en nosotros, la gran mayoría habita en nuestro intestino. El sistema digestivo se encarga de procesar toda la comida que consumimos y así proveernos de agua, vitaminas, minerales y otros nutrientes necesarios para el correcto funcionamiento del cuerpo. Sin embargo, ¿crees que somos capaces de hacer todo eso por nuestra propia cuenta? No. A cambio de que les demos un lugar para vivir, estos microorganismos nos brindan muchos beneficios, ya que regulan parte del balance metabólico, el movimiento intestinal y la maduración del sistema de defensa.
¡Exacto! No todas las bacterias son malas como normalmente creemos. Por ejemplo, nos brindan protección contra microorganismos que provocan enfermedades y contra toxinas, nos ayudan a digerir alimentos que nuestro organismo por sí sólo no puede (como los frijoles), producen vitaminas, como la vitamina K, entre otras cosas.
La microbiota intestinal te acompaña desde antes del nacimiento. Se han encontrado bacterias dentro del útero que la madre comparte con su hijo a través del cordón umbilical durante el embarazo.
La Dra. María Eugenia Icaza Chávez ha descubierto que si la mamá ingiere bacterias llamadas Lactobacillus durante el embarazo, la placenta que protege al bebé también las tendrá. Además, justo en el momento en que naces, tu cuerpo entra en contacto con el mundo y gran variedad de bacterias hacen acto de presencia, cubriendo tu piel, boca e intestinos de inmediato. Por ende, tu microbiota está relacionada con la forma en que naciste (parto o cesárea), con la forma en que te alimentaron de bebé (leche materna o leche de fórmula), en fin, con la forma en que interactúas con el mundo.
Entonces, ¿ya te diste cuenta de lo importante que es la microbiota para tu vida diaria? Pues existe algo más que probablemente nunca habías imaginado: también está relacionada con tus hábitos alimenticios, tus emociones y sentimientos. Incluso más allá de la felicidad que se siente al ver una rica hamburguesa.
Seguramente te ha pasado que antes de tener algún evento importante sientes malestar estomacal. Esto no es mera coincidencia, sino que tus emociones, a través del sistema nervioso, producen mayor movimiento en el intestino, generando malestar. Curioso, ¿no? Lo que puede sorprenderte es saber que este “control”, también puede ir en sentido contrario ¡de los intestinos a las emociones!
¿Cómo es que un grupo de microorganismos ajenos a nuestro cerebro sean capaces de incidir sobre nuestras emociones? La microbiota es un conjunto de seres vivos que también respiran, comen, producen y desechan sustancias, se reproducen, crecen y mueren. Al vivir dentro de nosotros, aquello que produzcan o desechen puede ser absorbido por nosotros.
Debido a que la microbiota intestinal mantiene una comunicación entre el cerebro y los intestinos, conectando cerca de 100 millones de neuronas, algunas de las sustancias que dichos microorganismos producen pueden viajar desde el intestino hasta el cerebro. Sustancias que son esenciales para el funcionamiento del cerebro como la serotonina, la dopamina y la adrenalina, se encargan e la comunicación entre neuronas y pueden afectarse por acción de la microbiota. Se ha encontrado que en ratones experimentales con microbiota sana hay un aumento en dopamina y serotonina en el cerebro, en comparación con ratones sin microbiota. Además ¿sabías que más de 90 % de la serotonina que está en el cuerpo se produce en el intestino?
Se ha demostrado que esta comunicación entre la microbiota y el sistema nervioso influye en el estado de ánimo, sobre todo en el estrés y ansiedad. La liberación de hormonas del estrés como adrenalina y cortisol promueven el crecimiento de bacterias dañinas como E. coli, Yersinia enterocolitic y Pseudomonas aerugins, promueven la inflamación intestinal y, por ende, otras enfermedades metabólicas. Además, diversos estudios han demostrado que los animales pueden llegar a presentar ansiedad cuando no tienen microbiota, mientras que la ansiedad disminuye si la microbiota se restaura.
La manera en que comes afecta el tipo y la cantidad de microbiota presente en el cuerpo. Dietas altas en azúcar y grasas contribuyen a la obesidad, depresión, ansiedad y baja calidad de vida. Este tipo de dietas aumentan la cantidad de tejido adiposo (grasa) en el cuerpo, que libera sustancias implicadas en el desarrollo de estrés, depresión y alteraciones en la comunicación cerebral, aumentando la prevalencia de enfermedades psicológicas. Por otra parte, dietas ricas en ácidos grasos buenos, como los obtenidos del pescado, nueces, almendras y algas, modifican la microbiota de forma positiva, relacionándose con la disminución del estrés.
Entonces, ahora la frase de que “eres lo que comes” tiene un significado más, ¿no crees? En adelante, cada vez que ingieras un alimento piensa que podría verse reflejado en tu salud… y no sólo en la física.
Cantero-Téllez, A., Cardona-Arriaga, E., Álvarez-Cárdenas, M.L., Rosales-Mondragón, C. son estudiantes del Posgrado en Ciencias (Neurobiología) del Instituto de Neurobiología de la Universidad Nacional Autónoma de México, Campus Juriquilla
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