Autoría de 1:31 am #Opinión, Víctor Roura - Oficio bonito • 2 Comments

Para entender la renovada lengua inclusiva – Víctor Roura

1

Ahora que se ha incorporado —o se quiere incorporar, aunque ya muchos supuestamente lo lleven a cabo sin conocimiento del idioma en que hablan— un lenguaje denominado “inclusivo”, habría entonces que tomarse las cosas en serio o perfilar un idóneo idioma para transferir a la práctica tan urgente transformación comenzando, por supuesto, en la forma denominativa del nuevo uso: ¿lenguaje inclusivo o lengua inclusiva o decires inclusives? Lo primero sería reformar la palabra o diferenciarla de acuerdo a los usos concebidos y costumbres reinantes; decir “idioma” cuando se refiera a asuntos masculinos o “lengua” a cuestiones femeninas, porque “idioma”, aunque su terminación sea femenina, significa, según la propia referencia de la Real Academia de la Lengua —que habría que pensar en renovarla nominativamente para no incomodar a ciertos sectores minuciosos, o poseer dos nombres para presentarse de una u otra forma según donde se mostrase: o Real Academia de la Lengua o Centro Rector del Idiomo, porque “lenguaje” sería, ya, una referencia a ese sector que desea incorporarse al mundo con apelativo propio, para lo cual han elegido la letra “e” para autodefinirse—… decía que, hasta este momento, “idioma” sigue significando, pese a ser una palabra femenina, un “sistema de signos que utiliza una comunidad para comunicarse oralmente o por escrito”, de manera que la catalogación de la letra “e” para evitar la discriminación —a decir de los nuevos paleontólogos de los significados— vendría a darle un nuevo aliento, o nuevo sesgo, a nuestro vocabulario, vocabularia, vocabularie.

      Anotaré sólo algunas complicaciones, o nuevas connotaciones, lingüísticas para no interferir en el sagrado oficio de los palpadores de la lengua.

2

Es satisfactorio señalar que, entre los términos de la diversidad sexual, no existe ninguna alteración en sus vocablos, pues sería una cuasi —y digo cuasi porque en Sudamérica, por ejemplo, se dice con naturalidad “aplaudan las manitos”, es decir fusionando con lindo arbitro  lo femenino con lo masculino, como si aquí dijéramos “primero los damitas” — barbaridad decir que lo contrario de homosexual o gay es homosexuala o gaya, como también sería una irreverencia afirmar que lo contrario de lesbiana es lesbiano. Claro que no. La mujer es lesbiana y el hombre es gay, aquí no hay interferencias incómodas con la letra e —¿cuál es el nombre, nombro o nombra del creador del lenguaje de la equidad de género para inscribirlo, modestamente, en letras doradas, por lo menos, en el Congreso de la Unión?

      Asimismo, sería una tontería decirle hombra a una mujer o mujero a un hombre, porque la diferencia hace la evidencia (son casos excepcionales de excepción —y no es ésta una redundancia), pero no sucede así en el resto de la lengua ordinaria. He escuchado algunos barbarismos que, de no haberlos oído yo mismo, difícilmente los pasaría por verídicos. En un restaurante de abolengo, una mujer pregunta a un mesero:

      —Disculpe, ¿las sanitarias?

      El hombre, perplejo, le contesta:

      —Los baños están pasando la juguetería…

      Pero la mujer se ofende. No ha preguntado por los baños, sino por las sanitarias, que así debieran llamarse, dice la mujer indignada, “lugar ex   clu   si   vo de mujeres”. Por algo ya circulan en la ciudad las camionas rosadas sólo para atender a las mujeres, donde los hombres tienen prohibido alojarse, porque por unos canallas por supuesto la pagan todos los demás, cosa que pude yo comprobar, lamentablemente, cuando durante la primera gran marcha feminista, en la Ciudad de México, quise ingenuamente incorporarme a la caminata para mostrarme solidario con la Mujer pero fui desalojado con bravatas, insultos y hasta golpes por unas cuantas damas que se sintieron agredidas por mi inservible presencia en su particular mitin.

      No he vuelto a acudir, desde aquella horrorosa ocasión, en manifestaciones de dicha envergadura.

3

Los que ya se sienten inclusivos y dicen, solemnes —tal como debe ser la cuestión, o el asunto, en efecto—, “bienvenidos, bienvenidas”, desaciertan en su contexto porque, en todo caso, lo correcto sería apuntar: “Bienvenidos, bienvenidas, bienvenides”, si se quiere en verdad incorporar a todos, todas y todes. En este particular caso, no basta con la buena intención sino saber concretarla a la perfección. A veces escucho a los diputados y las diputadas y los diputades decir, solemnemente, “los y las” sin percatarse de su acto discriminatorio, o actitud discriminatoria, al excluir a los “les”, porque, si a esas vamos, lo idóneo sería un discurso inclusivo, o una declaración inclusiva, de este tipo, de esta tipa, de este tipe: “Hemos estado hablando con los, las, les opositoros, opositoras, opositores del artículo respectivo de…”

      También me surgen dudas, y no veo para cuándo los académicos, académicas, académices (aunque la intelectualidad no binaria ha sugerido, en lugar de la manufacturación lingüística correcta, denominarla academiques, ¡vaya uno a saber bajo qué parámetros prosódicos!) podrían definirlo de una vez por todas, con las palabras, digamos, neutras que encierran, estratégicamente —quién sabe con qué aviesos fines patriarcales o matriarcales, que aquí nadie discute la finalización indiscriminada en “les”—, propósitos inciertos como las palabras astronauta (astronauto, austronaute), policía (policío, policíe, para ya no usar el pleonasmo “mujer policía”), futbolista (futbolisto, futboliste, y así desterrar, de una vez por todas, el antipático pleonasmo “mujer futbolista”), periodista (periodisto, periodiste, y así ya no se tendría la necesidad de aclarar, por ejemplo, que Carmen Aristegui es “una mujer periodista” porque sería una obviedad a ojos vistas).

4

En asuntos roqueros, o cuestiones roqueras, la situación tampoco es sencilla para los académicos, académicas, académices (académiques, según los estudiosos no binarios). Por ejemplo, a Bruce Springsteen ya no se debería llamar, jamás, Jefe sino Jefo pues el Jefe, en estricto sentido, sería entonces Elton John. Habría cantidad de raperes, no de raperos como nos hacen ingenuamente creer. Los cantantes ya no serían llamados así, sino cantantos, o cantoros, y cantantas, o cantoras, porque los cantantes, o cantores, estarían muy definidos en su género. Los artistas sería una clasificación exclusivamente femenina, así que los novedosos términos incluirían los vocablos o las palabras artistos y artistes. Los coristas serían, si son hombres, coristos, y coristes los de la comunidad, o comunión, gay y lesbiana y derivados. Los antes denominados “agentes”, tanto musicales como literarios o de otra índole, pasarían a ser agentos o agentas, porque los agentes tendrían voluntariamente una definición sexual muy particular.

      Pareciera compleja la cuestión, pero en realidad no presenta anomalías lingüísticas.

Los coristas serían, si son hombres, coristos, y coristes los de la comunidad, o comunión, gay y lesbiana y derivados

5

Aquí habría que hacer un necesario paréntesis por el bien de la lengua para precisar las constantes desgracias del idioma. Por ejemplo, las verificaciones de las palabras. Porque si hablamos de una renovación, o una revocación o una reclasificación de las palabras se tiene, primero, que saber hablar para poder prescindir de ellas. Si decimos “lenguaje inclusivo” queremos decir un alfabeto que incorpore todo, que no deje nada fuera; pero, ojo, “inclusivo” tiene la calamitosa letra patriarcal, de manera, por efectos de nefanda rugosidad, que tendríamos que modificarla para darle su debido lugar a la cosa matriarcal: inclusiva o inclusive, pero aquí nos enfrentamos al yerro común tanto de intelectuales o académicos (académicas, académiques) y de gente común que dice “inclusive” cuando quiere decir “incluso”, y no hay lexicógrafo respetado que los haga cambiar en su modo expresivo, alebrestando el contexto oral o escritural. Porque si no se compone primero una causa, la segunda se verá con más obstáculos para adquirir un nuevo significado. Si “inclusive” para muchos es “incluso”, no entenderán que inclusive es una inclusión de personas para equilibrar la desajustada actual identidad no binaria.

      No, no serían tan sencillo acoplar el lenguaje inclusivo a todo el territorio lingüístico castellano.

6

Los gentilicios serían otro gravoso problema del idioma. Los nacidos, por ejemplo, en Jalisco serían jaliscionsos, jalisciensas, jaliscienses. Un jalisciense perfecto era, por ejemplo, mi querido amigo Julio Haro, cantante y compositor de la banda El Personal. Habría yucatecos, yucatecas y yucateces (¿o yucateques?), duranguensos, duranguensas y duranguenses, chihuahuensos, chihuahuensas y chihuahuenses, potosinos, potosinas y potosines, colimensos (o colimeños, para eliminar el ofensivo menso), colimeñas y colimenses (lo democrático sería efectuar un plebiscito entre los nacidos en este estado, si el Instituto Nacional Electoral lo autoriza, claro), coahuilensos, coahuilensas y coahuilenses, etcétera.

      Las palabras tendrían que reformarse en su totalidad de manera drástica, a veces. Palabras tan temidas por los políticos (políticas, polítiques, ya que el término política se ajustaría a estratos de rigor benéfico, tal vez de nuevo llamarse teoría de la polis, o politeia, o politeio, o politeie: “El polítique juega a la teoría de la polis como un experto corruptor…”). Los sindicatos tendrían que ajustarse a sus nuevas realidades, como ocurrirá con todo después del fin de la pandemia. Se hablará de los sindicalistos (si bien se tendría que buscar otro apelativo, porque no todos los sindicados son listos, en todo caso sindicalizados, aunque sea más largo el término, o sindicalizadas, porque tampoco son todas listas las agremiadas a una asociación de trabajadoros, trabajadoras, trabajadores) o sindicalistes. Un líder sindical como Conrado García en Notimex hubiera sido nombrado, con el consiguiente júbilo de sus seguidoros, seguidoras y seguidores, lídor, como Elba Esther fue lideresa para el magisterio. Porque esta palabra tan temida por los hombres del poder sigue causando escozor en el gremio (gremia, gremie) laboral y lo pudimos constatar todos los mexicanos (mexicanas, mexicanes) al votar miles de peonos, peonas y peones de Pemex por la corrupción habida para continuar gozando sus privilegios obtenidos a través de los felices años priistas y panistas, ¿pues alguien alguna vez pudo apreciar una sola manifestación en contra de las visibles corruptelas de Elba Esther o una sola de los agremiados (de las seguidoras, agremiades de la cuestión sindical) en contra de los actos corrompibles de su lídor o una sola exhibición colectiva  de Romero Deschamps en Pemex?

7

Es complejo el nuevo alfabeto (la renovada abecedaria), pero con una pizca de solidaridad no binaria se irá entendiendo la glosa de la nueva significación, o nuevo significado, de los decires de las poblaciones con avistamientos a novedosos mares del conocimiento lingüístico.

AQUÍ PUEDES LEER TODAS LAS ENTREGAS DE #OFICIOBONITO, LA COLUMNA DE VÍCTOR ROURA PARA LALUPA.MX

https://lalupa.mx/category/las-plumas-de-la-lupa/victor-roura-oficio-bonito/

(Visited 404 times, 1 visits today)
Last modified: 28 febrero, 2022
Cerrar