REDACCIÓN/LALUPA.MX
San Cristóbal de las Casas, Chis., 14 de marzo de 2022.- El 21 de julio de 2021, Lorena de Jesús Padilla Victoria, de 20 años, dio a luz por cesárea a su hija Anayanci Jhoselin en el Hospital de la Mujer de San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Siete meses después, la joven madre falleció.
Lorena presentó un absceso e infección, provocados por una compresa alojada en su intestino; la única intervención quirúrgica que le realizaron fue la cesárea. La atendieron en un hospital privado, donde le retiraron parte del colón y del yeyuno, pero su estado se agravó. La ingresaron después en el Hospital de las Culturas de San Cristóbal de las Casas; según su esposo, Hugo Sántiz Hernández, ahí le causaron daño cerebral tras colocarle un catéter erróneamente y le rompieron cuatro costillas al reanimarla.
El viudo de Lorena interpuso quejas ante la Comisión Estatal de los Derechos Humanos y la Comisión Nacional de Derechos Humanos, por las presuntas negligencias cometidas con su esposa en estos dos hospitales de Chiapas, que habrían ocasionado su fallecimiento. Considera también denunciar ante el ministerio público, pero no tiene cómo costear un abogado.
Además, durante la cesárea de Lorena también le realizaron la extirpación de una piedra de la vesícula biliar y ligadura de trompas, sin que los familiares autorizaran los procedimientos.
La secretaria técnica del Observatorio de Mortalidad Materna, Hilda Argüello, señaló que durante la pandemia de Covid-19 se ha retrocedido 15 años en el problema de las muertes maternas. Enfatizó que Chiapas ha mostrado una disminución de la mortalidad: “Pero llama la atención esta reducción en el estado cuando en el resto de país el número de muertes maternas ha crecido. Y es que quizá no están registrando los fallecimientos como deben. En el caso de Lorena se asentó en su certificado y acta de defunción que había muerto por choque séptico y absceso abdominal”.
La mala atención para Lorena, cuenta su esposo, comenzó desde el inicio de la labor de parto. En el Centro de Salud de Villa Las Rosas, le dijeron que todavía le faltaba para el parto y la hicieron dar vueltas a la clínica por días, mientras que en Comitán les dijeron que no había espacio para atenderla, estaban saturados y no le correspondía ir ahí.
“El 21 de julio volvimos a ir al Centro de Salud de Villa Las Rosas, después de que habíamos ido varias veces y la habían regresado a la casa, y nos dicen que la iban a referir al Hospital de La Mujer de San Cristóbal de las Casas porque ella ya tenía un choque séptico”, afirmó Hugo Sántiz.
En el Hospital de la Mujer le practicaran una cesárea, parecía que había salido bien y a los tres días las dieron de alta: “Fuimos a sus chequeos al centro de salud y no notaron nada raro. Pero a mediados de septiembre ella empezó con molestias en el lado izquierdo del vientre, decía que sentía como algo incómodo. Le hicimos un ultrasonido en un laboratorio particular y la doctora nos dijo que eran gases o inflamación. Le mandaron medicamentos y analgésicos para los dolores”, explicó Hugo.
Las molestias disminuyeron unos días, pero en octubre volvieron. Su esposo la llevó al Centro de Salud de Villa Las Rosas, pero le dijeron que necesitaban hacerle un ultrasonido y no tenían aparato, que la llevara a un particular. El 22 de noviembre, Lorena y Hugo fueron al Hospital de la Mujer en San Cristóbal de Las Casas. La joven tenía fuertes dolores y vómito; el diagnóstico que les dieron fue gastritis. Aunque le hicieron estudios de sangre y un ultrasonido, no detectaron la compresa, ni la infección en el intestino.
Como Lorena seguía con dolor y vómito, la pareja regresó a los centros de salud de Villa Las Rosas y de Comitán, y al Hospital de la Mujer. Persistieron los diagnósticos de gastritis, colitis e una inflamación en la vesícula biliar; le mandaron medicamentos y la enviaron a su casa.
El 25 de diciembre, la familia de Lorena juntó sus ahorros y la llevaron a un hospital particular; hasta entonces vieron el cuerpo extraño en el intestino y les dijeron que necesitaban hacerle una cirugía para ver qué era: “Cuando terminó el procedimiento, el doctor salió y nos dijo que le habían encontrado una compresa y habían tenido que retirarle una parte del intestino por la infección que ya tenía”, cuenta Hugo.
Dieron de alta a Lorena a los cuatro días, a pesar de que estaba vomitando un líquido verde. Los médicos le dijeron a Hugo que era normal. Pero la joven no mejoró. Al día siguiente, el 30 de diciembre, empezó a tener dolores más fuertes en el estómago y a drenar un liquido con mal olor de un tubo que le dejaron. Ni su esposo ni su familia tenían dinero para volver a llevarla al hospital privado, así que Hugo la llevó al Centro de Salud de Villa Las Rosas. Le dijeron que ahí no podían hacer nada por ella y la trasladaron al Hospital de las Culturas de San Cristóbal.
Lorena estuvo del 30 de diciembre al 5 de enero en una sala de observación. “Nos dijeron que necesitaba otra cirugía para limpiarle el estómago. Salió en coma de esa intervención. Estuvo cinco días en terapia intensiva. Para el 10 de enero ya estaba consciente”, narra Hugo.
Como la joven no podía ingerir alimento, le pidieron a la familia que comprara alimentación parental (por vía intravenosa) y la bomba para suministrársela, porque en el hospital no tenían. Hugo tuvo que pedir prestado a familiares, amigos y vecinos. Gastaba 3 mil pesos diarios.
A los nueve días, ya no había quién le prestara. No pudo seguir comprando la alimentación parental y en el hospital le dijeron que intentarían darle dieta líquida, pero Lorena la vomitaba.
“El 30 de enero me avisaron del Centro de Salud Las Rosas que de allá habían mandado ya el Kaviven (el alimento especial) al Hospital de La Mujer. El 1 de febrero le fui a decir al director que me avisaron que estaban ya las bolsas para mi esposa. Me dijo que sí, pero me dio a entender que él las consiguió”, asegura Hugo.
El 2 de febrero se presentó una nueva complicación. El esposo de Lorena afirma que una doctora jaló por accidente el catéter que tenía la joven: “Me dijeron que era necesario hacer un procedimiento para colocarle otro. Entraron muchos médicos, jóvenes, y una doctora, que después salió con una bolsa con gasas llenas de sangre. Una hora después me llama un médico y me dice que pase a ver a mi esposa porque se estaba muriendo, que le estaba dando un paro cardiaco. Después un enfermero me dijo que firmara un consentimiento por si la tenían que reanimar. Sí la reanimaron, pero quedó inconsciente. Ya nunca me habló”.
“Hasta el 8 de febrero pasó un doctor y pidió que la bajaran a terapia intensiva, porque estaba en piso. A las 5 de la tarde de ese día, nos llama a mi mamá y a mí el doctor Raúl Daza y nos dice que Lorena había muerto. Empezamos a llorar. De pronto, unos dos minutos después, el doctor nos dice que había fallecido, pero que habían podido revivirla. Ya en la noche me comunican que durante la reanimación se le habían fracturado cuatro costillas”, comenta Hugo.
El 13 de febrero por la tarde, Lorena falleció. Hugo se quedó sin su esposa y con una deuda de 70 mil pesos por gastos de los hospitales. Marcos Arana, del Comité Promotor por una Maternidad Segura y Voluntaria en Chiapas, dice que el estado debe hacer un análisis profundo del caso para saber lo que ocurrió: “Estos hospitales, donde se atiende a la gente de menores recursos, no están funcionando bien. No hay supervisión. No hay materiales. No todo el personal trabaja bien”.
Con información de Animal Político