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El papel catalizador de China en las futuras potencias emergentes: el caso de Etiopía – Rosario Montoya

Introducción

En el mundo existen distintas clasificaciones para los países; pueden ser occidentales, orientales, capitalistas, comunistas, desarrollados y no desarrollados, por mencionar algunas. Sin embargo, existe un término importante que clasifica a un grupo aún más selecto de países: potencias emergentes. Para lograr entender la importancia de este concepto, Rombiola (2013) establece que una potencia emergente es un país que, estando en vías de desarrollo, comienza a crecer a través de su producción industrial y ventas en el exterior, además de que pasa de ser una economía de subsistencia a una economía industrial.

Según Tokatlian (2015): Los nuevos poderes emergentes provienen de la periferia, poseen regímenes políticos diversos, sus casas no están plenamente ordenadas, gravitan significativamente en la economía mundial, están descontentos con los equilibrios de fuerza vigentes, tienen altos niveles de desigualdad doméstica, despliegan una conducta externa heterodoxa y están muy inclinados a favor de una repartición de poder en el terreno global (p.81).

Para ilustrar el concepto anterior, se tiene el ejemplo de la República Popular de China, la cual hoy en día es considerada, a pesar de ser la segunda economía global, como una potencia emergente. Aunque tiene una participación importante en el comercio internacional como uno de los países con mayores socios y acuerdos comerciales, su Producto Interno Bruto (PIB) per cápita es menor al promedio global, por lo que el nivel y calidad de vida de su población no puede considerarse con los mejores estándares, y por ello no lo logra clasificar como un país desarrollado.

Así mismo, China se caracteriza por la volatilidad que tiene su economía, el cambio en el valor de su moneda respecto a otras divisas y, sobre todo, por tener un potencial de crecimiento que se deriva de la exportación de su producción interna. En otras palabras, y de acuerdo con el Banco Mundial (2020a), es un país considerado potencia emergente por tener un PIB per cápita de 10,500.40 dólares estadounidenses (USD) que está por debajo del promedio mundial (16,596 USD), pero que a su vez tiene índices de crecimiento económico propiciados por la inversión extranjera directa o de portafolio y que, además, participa dentro de los mercados regional y mundial.

Como menciona Tokatlian, son países que no están conformes con el equilibrio de poderes a nivel global (2015), por lo que la acción internacional que tienen las potencias emergentes usualmente va encaminada a la promoción de la cooperación multilateral, que impulse el desarrollo conjunto de manera regional o bien entre países afines a ciertos temas. Ejemplo de ello es el papel que tiene el grupo BRICS, el cual se conforma de cinco potencias emergentes: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Todos sus miembros poseen legitimidad internacional, realizan acciones relevantes en pro del desarrollo internacional desde el sur global y tienen liderazgo regional, aunque el grupo en sí esté encabezado por China (Pelfni, 2016).

Una de las principales acciones que tiene BRICS, pero en especial su país líder, es la inversión en territorio africano. En la región del norte, en la zona denominada como el Cuerno de África, el interés chino se sitúa principalmente en Etiopía, el segundo país más poblado del continente y con una de las mejores economías, más allá de su posición geográfica y los conflictos a su alrededor. En el presente ensayo se analizará el papel detonante de China en el desarrollo de Etiopía y cómo ello podría llevar a este segundo país a ser denominado potencia emergente, al menos para el año 2050.

China y su relación con África

Las relaciones que ha establecido China con todo el continente africano se propiciaron durante la Guerra Fría, algunas junto con los procesos de independencia de algunos países que buscaban alinearse con el bloque comunista o el bloque capitalista, inclusive con aquellos que preferían ser denominados como no alineados. Como China era una nación “nueva”, o que se estaba reconstruyendo bajo una nueva ideología y sistema, buscaba tener respaldo en la comunidad internacional, y qué mejor que hacerlo con un grupo de países que compartían la misma situación.

Según Gómez (2020), la estrategia de la China continental consistía en discutir y hacer visible la renuencia occidental por integrar a los países asiáticos dentro de la planeación del nuevo orden mundial, independientemente de su régimen político, y la insistencia por moldear todo aquello que no era Occidente a lo más conveniente para la nueva hegemonía internacional: Estados Unidos de América (EUA). Estas inquietudes ya no aplicaban sólo para Asia, sino también para África y Latinoamérica, teniendo un consenso en la Conferencia de Bandung en 1955, durante la cual el discurso sobre el derecho a la autodeterminación comenzó a tomar mayor fuerza y a hacerse válido en países del naciente tercer mundo.

Bajo los Cinco Principios de Coexistencia Pacífica que se resumen en la no intervención recíproca en los asuntos internos de cada nación, el gobierno chino comenzó a establecer relaciones diplomáticas y comerciales con los países del sur global, para con ello comenzar a tomar su lugar dentro de la nueva comunidad internacional y, a su vez, adquirir la legitimidad necesaria para formar parte de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ya funcional Organización de las Naciones Unidas (ONU).

La apertura que tuvieron los países para con China fue por una sencilla razón: no se trataba de una potencia que venía a imponer, sino que era un país aliado que tenía un contexto similar y que buscaba mejorar la situación de sus homólogos, todo esto pintado de cooperación internacional y la hermandad de los pueblos del mundo.

Etiopía: joya del Cuerno de África

El contexto de la zona denominada como el Cuerno de África generalmente es descrito como inestable, lleno de conflictos bélicos, esto último ligado a su cercanía-pertenencia a la región de Medio Oriente. De los ocho países que integran esta zona, al menos una cuarta parte de ellos continúa en conflicto: Sudán del Sur y Somalia, y este último es considerado uno de los países más pobres del mundo (ACNUR, 2017).

El Cuerno de África

A pesar de encontrase en una zona caracterizada por el conflicto violento y poca capacidad de producción interna, ni siquiera para solventar las necesidades internas, Etiopía se ha caracterizado por buscar la mediación y la resolución de conflictos, mejorar la calidad de vida de su población y volverse atractiva a nivel internacional a través del recibimiento de inversión extranjera.

El principal elemento que le ha permitido desarrollarse y aportar de manera benéfica al contexto de la zona es su posición geopolítica, ya que al tener una extensión territorial grande y ser cercano a los principales puntos de conflicto, Etiopía, a través de su colaboración en Somalia en la Misión de la Unión Africana en dicho país (AMISOM), y en el conflicto en el que está sumido Sudán del Sur, ha sido el principal involucrado en la contender las hostilidades mediante procesos de pacificación (Ministerio de Relaciones Exteriores, Unión Europea y Cooperación, s.f.).

Además, Etiopía es considerada una de las economías africanas de mayor crecimiento económico, con cifras de 8% anual, y es uno de los países con mejor porcentaje del PIB acorde a la inversión extranjera, el cual es de 2.7% hasta el año 2019 (Banco Mundial, 2019), 1.2% mayor al porcentaje de inversión extranjera en Sudáfrica, un país ya considerado potencia emergente.

Fuente: Banco Mundial (2020b)

Fallas etiopes

Dentro de las debilidades que tiene este país, similar a las que tiene China, es el tamaño de su territorio y todo lo que implica este factor: el tener procesos de gobernanza centralizados dificulta conocer las necesidades de la nación entera, lo cual dificulta un progreso en conjunto y genera fallas en la coexistencia que tiene el gobierno con algunas comunidades que rechazan al régimen; en China está el caso de los uigures y en Etiopía el caso de los oromo.

A pesar de que la capacidad de crecimiento económico que posee este país es alta, enfrenta problemas internos que suelen ser recurrentes en el continente, mayormente ligados a la calidad de vida de sus habitantes. Ocupa el lugar 173 hasta 2019 en la tabla mundial de Índice de Desarrollo Humano (IDH), su población tiene una esperanza de vida de 66 años en promedio y la deuda pública por habitante es de 409 € euros (Expansión, s.f.).

Aunque tengan un PIB per cápita de 936.34 USD, el segundo más alto de la zona, la condición de vida de los etiopes es mala, a tal grado que gran parte de su población se encuentra en un nivel de pobreza alto; al mismo tiempo, no existe abasto alimenticio suficiente para toda su población (Sardiña, 2021). Gran parte de la problemática se deriva del conflicto armado interno entre el Frente Popular de Liberación de Tigray y el gobierno en turno de Sahle-Work Zewde.

El respaldo chino como estímulo para el crecimiento

Prueba del crecimiento de Etiopía es la relación que mantiene con China desde hace 51 años, medio siglo en el que ambos países han generado compromisos comunes encaminados al desarrollo (Embajada de la República Popular de China en México, 2020). Gran parte de estos acuerdos están enfocados en la mejora tecnológica y la asistencia técnica en la industria del país africano, por medio de inversión china en empresas locales y el establecimiento de empresas asiáticas en territorio etiope.

Un ejemplo de este tipo de proyectos es la construcción del primer tren eléctrico en África, que parte de la capital de Etiopía, Adís Abeba, y llega al puerto de Yibuti. Este tren, en palabras del asesor especial del primer ministro etíope:

Hará una importante contribución al desarrollo económico del país por el efecto de este corredor como impulsor de la carga para las exportaciones. Esto mejorará la competitividad de las industrias de Etiopía (Xinhua News, 2016, n/d).

Así mismo, reduce los tiempos de traslado para los pasajeros y permite una mejor conectividad entre la zona del cuerno de África y los puertos que conectan con la región de Medio Oriente, atrayendo mayor inversión e intercambio cultural.

Ruta del tren de Adís Abeba a Yibuti

Además de este proyecto ferroviario, existen ejemplos de asentamientos de empresas chinas en el país africano y cómo su llegada implica mayor creación de empleos y, con ello, la mejora en el ingreso familiar y la profesionalización de la población etiope. Un caso es el de la empresa Huajian, dedicada a la industria manufacturera de calzado; la llegada de esta empresa a Etiopía en 2011 y el trabajo coordinado entre el sector privado chino y el gobierno local generaron al menos 3 mil 500 empleos, un 10% mejor pagados que el promedio nacional (Mazzacani, 2015).

De acuerdo con datos de la corporación internacional experta en consultoría e inspección Ernst & Young, los sectores a los que va enfocada la inversión china son: turismo, transporte, infraestructura, finanzas, telecomunicación medios y tecnología. Mientras China invirtió cerca de 72.2 mil millones de dólares directamente entre 2014 y 2018, Francia sólo invierte 34.1 mil millones de dólares y EUA 30.8 mil millones de dólares (TRT, 2019).

BRICS y la cuarta revolución industrial

Además de la inversión en solitario que realiza el país asiático, ha impulsado proyectos con el resto de los países del BRICS, los cuales acordaron una estrategia que mejore las economías africanas. La creación del proyecto Cuarta Revolución Industrial fue propuesta por Xi Jinping, actual presidente de China, el cual señaló:

Debemos asirnos con firmeza a la tendencia de nuestros tiempos, profundizar nuestra asociación estratégica y consolidar nuestro marco de cooperación sustentado por la cooperación económica, política y de seguridad, así como por los intercambios entre pueblos. De esta manera, seremos capaces de convertir nuestra visión de una segunda “Década Dorada” en una realidad (Embajada de la República Popular de China en México, 2018, n/d).

Con este discurso, se plantearon las nuevas bases para dirigir la cooperación hacia África, teniendo como punto de partida el aumento en la cooperación económica y de comercio, salvaguardar la paz y seguridad internacional, fomentar mayor número de intercambios culturales que ayuden a aumentar la interconectividad global y, por último, construir una red de asociaciones más concreta, con la que los intereses comunes propicien un mayor número de mercados emergentes, la mejora en la calidad de vida de los pueblos y el desarrollo integral de un mayor número de países.

La Asociación para la Nueva Revolución Industrial de los BRICS (PartNIR, por sus siglas en inglés) busca profundizar la cooperación de los miembros del grupo en temas de digitalización, industrialización, innovación, inclusión e inversión de las economías africanas, que con la implementación de la iniciativa para establecer redes de parques científicos, incubadoras de negocios tecnológicos y pequeñas y medianas empresas del BRICS se pueden obtener los resultados deseados (Xinhua News, 2018).

Implícitamente, para que todas estas iniciativas y objetivos se cumplan, se requiere de un buen ejercicio de gobernanza, el cual generará a su vez procesos de mediación y pacificación en las zonas de conflicto. Como se explicó en el apartado anterior, una buena estrategia de cooperación entre las empresas chinas y el gobierno de Etiopía culminó con la generación de al menos 3 mil 500 empleos en dos años, además de que los salarios eran mayores al promedio nacional y, por si fuera poco, ofrecieron capacitaciones a su personal para profesionalizar su trabajo.

Conclusión

El crecimiento de un país se verá determinado por dos factores importantes: su control interno y el apoyo internacional. Independientemente del régimen de gobierno o la multiculturalidad que pueda existir, el ejercicio de una buena gobernanza generará atracción hacia el exterior, y esta a su vez atraerá a la inversión extranjera. Sin embargo, sin el respaldo de los gobiernos locales, la “buena voluntad” extranjera de invertir para apoyar el desarrollo en el continente africano no será posible del todo o, en el peor de los casos, se quedará el beneficio en los primeros círculos de poder y la población que tenga mayores necesidades nunca encontrará benéfico el apoyo del exterior.

Esto también perjudicaría a otros países, por la cercanía geográfica, tanto en las relaciones diplomáticas entre ellos, los proyectos económicos en conjunto, como en los bienes públicos compartidos que pudiesen utilizarse en este tipo de proyectos. Es importante resaltar que, para que el desarrollo sea en conjunto, se requiere de un esfuerzo sociedad-gobierno-región, puesto que la cooperación tendrá un impacto significativo en cada uno de estos ámbitos.

El caso de Etiopía resulta ser especial debido a que, a pesar de su gran papel mediador en los conflictos bélicos en Somalia y Sudán del Sur, no tiene un control interno, ya sea por diferencias culturales, una mala gestión en el gobierno o por tener una planeación para el desarrollo que no va enfocada al bienestar de la población, sino al crecimiento económico. A pesar de ser uno de los países africanos con mayor crecimiento económico y de mayor inversión extranjera directa, no tiene los recursos necesarios para que, en un futuro cercano (de al menos diez años), sea considerado potencia emergente.

La tardía industrialización del continente africano y la cantidad importante de población joven pueden aportar nuevos elementos en el proceso de desarrollo de este país, e inclusive para el año 2050 comenzar a consolidarse como una potencia regional en el Cuerno de África, puesto que el liderazgo y la legitimidad internacional ya la poseen, sobre todo cuando se encuentra respaldado por la próxima hegemonía global: China.

Definitivamente el papel de China es muy relevante en el desarrollo de Etiopía, puesto que, sin su asistencia, cooperación y, sobre todo, sin su capital, el país africano no tendría los índices que maneja hoy en día y mucho menos entraría dentro de un plan de desarrollo tan ambicioso como el que implementará BRICS, más allá de la posición geográfica, las relaciones diplomáticas, los recursos naturales y la creciente mano de obra.

Referencias

ROSARIO MONTOYA ES ESTUDIANTE DE LA LICENCIATURA EN RELACIONES INTERNACIONALES DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE QUERÉTARO (UAQ)

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Last modified: 18 marzo, 2022
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