Un regreso muy triste a la que para muchos es como una segunda casa.
Si bien en algunas ocasiones tuvimos la oportunidad de asistir durante la pandemia al estadio, supongo, o espero, que se imaginaran llegar en estas condiciones.
En el transcurso de todo el partido —al menos en el estadio— vimos y sentimos a un equipo sin alma, un equipo y a una institución vapuleada por todos lados.
Se perdió, vs 10, después vs 9, o si hubiera sido vs 7, 6, o 5, hubiera sido lo mismo.
Perder ante un equipo que no hizo nada para ganar evidencia el malestar interno y, por supuesto, es un reflejo de éste.
Pero al margen de lo que suceda al final del torneo, y al margen de la escenografía de frío, lluvia, aire, etcétera, duele y da risa al mismo tiempo confirmar que todas aquellas personas que se decían aficionados a este equipo, hoy, simplemente, se hicieron a un lado.
Como siempre: en las buenas todos, en las malas nadie
Si de por sí hace ya varios meses, el futuro de la franquicia pendía de un hilo, hoy se confirma que los únicos que merecen tener a un equipo, son esos… “los peores”… los de siempre; los que no fueron ni el origen ni el destinatario.
Obviamente hoy se confirma que las ternuras que no saben nada y que compran todo, acá sobran.
Extremadamente complicado y difícil que se mantenga la franquicia en el máximo circuito. Si milagrosamente fuera así, ojalá que esos “aficionados” y “comunicadores de moda”, sigan apoyando al equipo. A qué no.
Se supondría que los buenos somos más; sin embargo, las redes demuestran lo contrario en todo. Y, hoy, muy dolorosamente, todo sigue igual. Más allá de lo que cada persona crea, piensa, imagina y esté o no segura de su propia “velda” respecto a la muy lamentable y triste tarde del 5 de marzo en el Corregidora —eso de lo que muchos están convencidos que fue “un pleito entre aficiones”, y otros tantos que piensan todo lo contrario— al parecer este asunto está muy lejos de terminar.
Hoy, el futbol —que hasta no hace mucho tiempo era una pasión que permitía a todos escaparse de la mala, buena o regular cotidianidad de la vida a través de mentadas de madre, cantos, dos tres madrazos y hasta ahí— hoy ha pasado, sin darnos cuenta, de una catarsis a un reflejo de odio y división en nuestro querido México. Antes en una reunión familiar o de amigos, esas a las que algunos llaman “pedas”, había, entre muchos otros, tres códigos esenciales: no hablar de política, de religión y de futbol.
Actualmente, por el contrario, parece que la política, y los que manejan los hilos, e irresponsablemente las redes sociales, han originado un encono de división. Hoy increíblemente —en menor o mayor medida— todos tenemos tatuado el escudo de un partido político y puesta su camiseta. Patético.
Las “Gallitas” también
Las que también están en medio de una mala racha, son las chicas de Gallos Femenil, que han sumado cuatro derrotas en sus últimos cinco partidos. Si bien las dirigidas por Carla Rossi se encuentran colocadas en el lugar 10 de la tabla general, están obligadas a sumar la mayor cantidad de puntos posibles en la recta final del torneo.
La frase
“A los demonios no hay que creerles ni cuando dicen la verdad”
Gabriel García Márquez
La rola
“El rito”
Soda Stereo