El peligro sísmico en México es algo que no pasa desapercibido, sobre todo debido a las consecuencias de los grandes y frecuentes sismos que ocurren cerca de la costa del Pacífico.
Sin embargo, un tema relacionado, que en nuestro país ha sido dejado a un lado, es la peligrosidad que presentan las fallas que cortan la superficie, conocidas como corticales, las cuales son susceptibles de generar sismos de una magnitud que, si bien es moderada, puede ocasionar graves daños debido a la cercanía a los centros urbanos.
Es muy poco lo que se ha hecho para evaluar la situación de peligro que representan las numerosas fallas activas en el territorio nacional.
La falta de apoyo al conocimiento de dichas fallas se debe a que los estudios de riesgo se han concentrado en localidades afectadas con frecuencia por sismos, en la zona conocida como de subducción, frente a las costas del Pacífico; sin embargo, son muchas las zonas urbanas que, a pesar de estar alejadas de esta frontera tectónica, se localizan en las inmediaciones de fallas posiblemente activas.
En otros países incluso se han desarrollado centros de investigación especializados en la evaluación de este peligro y su consecuente riesgo y, a pesar de ello, los hechos lamentables ocurridos en Sichuan, China, en 2008, L’Aquila en Italia en 2009 y Lorca en España en 2011, por mencionar los más recientes, han evidenciado que falta todavía mucho por hacer en aquellos países con mayor experiencia en el tema.
La paleosismología es la rama de las geociencias que se dedica al estudio de los sismos que han ocurrido en el pasado geológico. Es una rama fundamental para conocer el peligro que representa una falla, ya que se aboca a identificar y caracterizar deformaciones y desplazamientos de los sedimentos recientes provocados por los terremotos prehistóricos, proporcionando datos de suma importancia como son las fechas de ocurrencia, desplazamiento en la falla, caracterización estructural (geometría y direcciones) y magnitud probable.
Estos datos permiten tener una idea de los tiempos de recurrencia y las magnitudes esperadas en una falla, con lo que se puede estimar el peligro sísmico para posteriormente hacer una determinación de riesgo en forma.
En 2004 en el Centro de Geociencias de la UNAM integramos el primer grupo de investigación en paleosismología en México; además, pudimos advertir que esta rama atrae el interés y la participación de académicos de otras disciplinas.
Entre los investigadores que colaboramos en los trabajos relacionados con los proyectos de paleosismología nos encontramos sismólogos, vulcanólogos, geotecnistas, geomorfólogos, modeladores analógicos y numéricos, y sedimentólogos, entre otros.
A la fecha, hemos llevado a cabo estudios en varias fallas del centro y occidente del país por medio de los cuales identificamos más de 50 paleosismos, ocurridos desde hace 40,000 años hasta el principio de la época colonial. Sin embargo, todavía es mucho el camino por andar para tener un escenario adecuado del peligro de las fallas corticales en México.
La paleosismología llena un vacío en la información que se requiere sobre la ocurrencia de sismos en el tiempo. Es la información que complementa el registro instrumental (que inicia a partir del siglo XX), así como el registro histórico. De hecho, sólo se tiene el registro de una decena de sismos que han ocurrido en el centro de México desde la Conquista española. Sin embargo, cientos de fallas activas corticales cortan esta zona y otros sismos podrían haber ocurrido en áreas donde no hay memoria humana de terremotos pasados. En este contexto, los catálogos de sismicidad instrumentales e históricos son insuficientes para caracterizar el peligro, y es necesario leer en los sedimentos los rastros de los sismos pasados y obtener información sobre su magnitud y sus edades.
La paleosismología involucra diversas etapas que van desde la cartografía precisa de las fallas con bases en imágenes de satélite, fotos aéreas y modelos de terreno, siguiendo con el reconocimiento en campo y la caracterización geomorfológica. Esto permite identificar zonas en las fallas susceptibles de análisis, debido a la tasa de sedimentación y ocurrencia posible de eventos sísmicos.
A su vez, esto último en ocasiones descansa en recuentos históricos de daños sufridos por sismo en zonas donde por lo general no se espera que sucedan. Posteriormente se llevan a cabo excavaciones transversales a las fallas, en las cuales se tratan de identificar, medir y caracterizar los desplazamientos a lo largo de las fallas, así como deformaciones provocadas por los sismos.
Recolectando muestras de las diferentes unidades de suelo desplazadas y gracias a un riguroso trabajo de laboratorio y de gabinete, podemos reconstituir la historia de las deformaciones de la zona y, por lo tanto, el impacto de los diferentes terremotos que han podido ocurrir en los últimos 50,000 años. Posteriormente, esta información se integra a las bases de datos para una mejor evaluación del peligro sísmico de la zona.
La paleosismología es una ciencia incipiente en México que aportará datos cruciales para la correcta caracterización del riesgo sísmico en muchas regiones del país, así como ya lo está logrando en otros países.
Los doctores Ramón Zúñiga y Pierre Lacan son investigadores del Centro de Geociencias de la Universidad Nacional Autónoma de México, Campus Juriquilla
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