Autoría de 3:15 pm #Opinión, Luis Tamayo Pérez - Ecosofía • 4 Comments

Carta abierta a María Luisa Albores, secretaria de Medio Ambiente de México – Luis Tamayo Pérez

Muy estimada:

Cuando hace ya casi dos años nuestro amigo Víctor M. Toledo decidió entregar a usted la titularidad de la Secretaría de Medio Ambiente de nuestro país, nos indicó que era una persona muy comprometida con la causa ambiental, que la comprendía a profundidad y que lucharía denodadamente por el medio ambiente de todos.

Como usted lo sabe bien, nuestro mundo se acerca a una situación que en pocas décadas puede hacer insostenible la vida tal y como la conocemos, esa que ha permitido el auge de la civilización humana.

El calentamiento global antropogénico, tal y como presenta el Sexto Informe (AR6) del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), está ocasionando no sólo el incremento en frecuencia e intensidad de los fenómenos hidrometeorológicos (sequías, inundaciones, huracanes, ondas de calor) y la pérdida de la criósfera, sino también ¡la sexta extinción masiva de las especies! Es urgente que todas las naciones del mundo actúen de manera coordinada si pretendemos mitigar un fenómeno que amenaza con terminar con la civilización humana hacia el fin del siglo. Corresponde a nuestro país, signatario del Acuerdo de París (2015), actuar siguiendo tal compromiso internacional.

Usted es la voz de los ambientalistas en el gabinete del presidente de México. Corresponde a usted lograr que AMLO se dé cuenta de la importancia de encaminar el rumbo de la nación en la dirección de la sostenibilidad. Tal y como denunció en múltiples ocasiones el INECC, dirigido por Amparo Martínez, la nación mexicana es muy vulnerable a los efectos del cambio climático y serán los más pobres los primeros en sufrirlos.

Nuestro país debe encaminarse a las energías renovables, al abandono del extractivismo petrolero, a la lucha contra los transgénicos y el arrojar venenos al campo, así como en la conservación de nuestros bosques, selvas y manglares.

Y es en este punto en el cual la administración actual está dejando que desear. Me refiero al manejo que ha dado a las voces críticas al proyecto del Tren Maya. En primer lugar, la administración de AMLO ha ignorado a los científicos que, desde el 2018, indicábamos los riesgos del proyecto; en segundo lugar, persigue e incluso se atrevió a denunciar “por violar la veda electoral” al grupo de artistas y comunicadores invitados por nosotros como portavoces. Finalmente, ha comprado voluntades entre los habitantes de la región maya para que aplaudan el proyecto, como si no conociésemos esa estrategia utilizada, por ejemplo, por la minera Esperanza Silver en Morelos desde el año 2013, cuando compró a los caciques de Tetlama en Temixco para que apoyaran “su mina” bajo la promesa de darles empleos. Un proyecto que, a la larga, generaría un desierto de 15,000 hectáreas en pleno centro del estado. Con gran esfuerzo, los ambientalistas de Morelos logramos detener tal proyecto en el 2013… y el gobierno actual del estado está volviendo a abrir las puertas a la empresa minera, la cual no ha dejado de comprar voluntades y tierras. A veces los más pobres son utilizados por los peores intereses para justificar proyectos que nos acaban lastimando a todos.

Para documentar otro ejemplo, me permito citar en extenso la carta Por qué nos oponemos al Tren Maya, elaborada por científicos de la talla de Ana Esther Ceceña, Luis Zambrano, Enrique Leff, Luisa Falcón, Rodrigo Medellín, Cristina Barros y Ángel Sulub y que, en nuestros días, un grupo creciente de ambientalistas y científicos estamos firmando. Una carta que amplía la entregada en noviembre del 2018 al presidente:

*

Ciudad de México, 1 de abril de 2022

C. Lic. Andrés Manuel López Obrador

Presidente de los Estados Unidos Mexicanos

A la Opinión Pública

Por qué nos oponemos al Tren Maya

Desde que se anunció el Proyecto de Desarrollo Integral Tren Maya, en noviembre de 2018, unos días antes de que usted tomara posesión, le dirigimos una respetuosa carta en la que expusimos las razones por las que la obra no debía llevarse a cabo, con argumentos y datos que provenían tanto de estudios científicos como de la sabiduría de los pueblos que habitan la región. Ahí le exponíamos también que era indispensable “no pasar por alto el principio de la ‘consulta previa, libre e informada de las comunidades indígenas locales afectadas’ a que obliga el Convenio 169 sobre Pueblos Indígenas y Tribales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT); esta no puede sustituirse con ninguna ‘consulta nacional’, y tendría que realizarse de manera transparente y bajo la observación de una comisión sin conflicto de interés”.

Sin embargo, no fuimos escuchados y hoy el llamado Tren Maya, impulsado por su gobierno, se está construyendo por encima de la libre determinación de los pueblos y comunidades que ancestralmente habitan ese territorio; sin consentimiento explícito de los pueblos y las comunidades, y sin una consulta a los expertos en quienes el pueblo de México ha invertido cuantiosos recursos para generar un conocimiento sobre el patrimonio biocultural de la Nación. En la actualidad, el Tren Maya afecta los modos de vida, la biodiversidad, la sustentabilidad, la calidad ambiental y los derechos humanos y existenciales de los pueblos y comunidades que habitan toda la región que dicho proyecto pretende beneficiar. Ante la gravedad e irreversibilidad de los daños que ya están siendo causados y ante la falta de respuesta a nuestra petición de detener la obra y abrir un espacio de diálogo, presentamos, una vez más, nuestras razones.

1. Este territorio, habitado por el pueblo maya desde tiempos ancestrales, ha generado modos de vida, costumbres, visiones del mundo y modos de producción y de subsistencia que respetan las condiciones ecológicas y aprovechan los potenciales de sus territorios; estos no coinciden con los ideales de progreso, rentabilidad y urbanización que impulsa el proyecto Tren Maya. Contrariamente, estos modos de vida se ven violentados, y la amenaza que conlleva apunta a la extinción de una gran civilización que ha logrado, a pesar de los embates de la modernidad y el desarrollo, mantener sus propias lógicas de vida y sentidos del mundo. La convivencia de esas culturas con otros seres vivos es la que ha protegido hasta ahora la Selva Maya, sustentada en su diversidad biocultural y en los equilibrios ecosistémicos de sus territorios de vida, incluyendo la versión contemporánea de la cultura maya, en resistencia frente al avasallamiento del proceso de colonización/modernización, impulsado por la acumulación destructiva y la desposesión que ejerce la lógica del capital.

2. Los indicios conocidos muestran que ese territorio fue extensamente ocupado por el pueblo maya y que gran parte de los datos sobre la historia y trayectoria de esa civilización se encuentran plasmados en las edificaciones, vestigios y sitios arqueológicos que en parte serán destruidos por las obras, y en parte vulnerados o transfigurados por su conversión en mercancías de atracción turística. En cualquiera de los dos casos se destruye su valor histórico, la posibilidad de encontrar en ellos las claves culturales de larga duración de la civilización maya y los sentidos presentes que tienen para los mayas contemporáneos. El desconocimiento de las prácticas socioculturales locales propicia que la mercantilización del patrimonio sea vista como una oportunidad. La frase “el etnocidio puede tener un giro positivo: el etnodesarrollo”, tomada del documento oficial de la MIA del tramo 1, implica que se considera que acabar con las prácticas culturales de una región puede resultar ventajoso para la población indígena al “modernizarse” trabajando en resorts con nombres mayas, pero en realidad ya está causando desplazamientos poblacionales, especulación con las tierras y desestructuración comunitaria.

3. La península de Yucatán es una plataforma cuyo relieve se origina por la meteorización química de rocas calizas sedimentarias, conocidas como karst, que dan al suelo una condición quebradiza y frágil, no adecuada para soportar el peso de trenes rápidos y pesados para el transporte de turistas, mercancías e hidrocarburos.

4. El suelo kárstico, poroso y permeable ha determinado la creación de un complejo sistema hidrológico subterráneo que alberga uno de los acuíferos más importantes de México: algunas estimaciones indican que contiene 33 % del agua nacional; hoy ya está siendo afectado por las obras del Tren Maya.

5. El uso excesivo y la contaminación del agua subterránea, así como el aumento de basura inorgánica sin procesamiento alguno, ya amenazan desde ahora el abasto de agua y acercan el peligro de la salinización del acuífero con el inminente riesgo de producir sequías y una desertificación generalizada. Este proceso se multiplicará con la urbanización y actividades productivas que propiciará el Tren Maya.

6. Debajo del suelo peninsular se despliega el sistema de cuevas y ríos subterráneos más largo del mundo, donde florecen ecosistemas únicos y se conservan restos humanos con una antigüedad de 13,500 años en los casos ya estudiados. Chicxulub, el Anillo de Cenotes formado por el impacto del meteorito hace 70 millones de años, alberga fauna endémica e información geológica única en el mundo. Todo ese sistema podría ser afectado por la construcción del Tren Maya.

7. La riqueza biocultural de la región es de relevancia planetaria. Quintana Roo cuenta con los arrecifes bacterianos en sistemas de agua dulce más grandes del mundo y en sus costas está el segundo arrecife coralino más largo a nivel mundial. Muchas de estas cuevas albergan grandes poblaciones de murciélagos que son controladores de plagas, dispersores de semillas y polinizadores insustituibles. Sus ecosistemas albergan otras especies valiosas y amenazadas como el jaguar, el pecarí de labios blancos y un sinnúmero de especies de peces dulceacuícolas, aves e insectos. Los polos de desarrollo planeados a partir del Tren Maya los ponen en riesgo.

8. Los ecosistemas de la península de Yucatán han sido reconocidos entre los más biodiversos, y proveen de múltiples servicios ecosistémicos a la región y al planeta. En la franja costera de la península se asientan 54 % de los manglares del país, los cuales almacenan 60 % del carbono azul, relevante para mitigar el daño de los gases de efecto invernadero sobre el calentamiento global del planeta.

9. La salud de los manglares, de los humedales, de los arrecifes coralinos y bacterianos, conocidos como estromatolitos, de las costas, dunas, pastos marinos y selvas depende del agua subterránea y de la red de ecosistemas que se desarrolla en ella. A su vez, estos ecosistemas reducen la vulnerabilidad de la población frente al cambio climático. El daño que les han infringido las actividades económicas como el turismo, las granjas pecuarias y las agroindustrias debería conducir con urgencia a impulsar proyectos de restauración ecológica. Por el contrario, el proyecto del Tren Maya es impulsor de actividades productivas que agravan el deterioro socioecológico de la península de Yucatán.

10. En las últimas décadas, la cobertura coralina ha disminuido dramáticamente hasta llegar a menos de 10 % de su extensión potencial. Las enfermedades de los corales se han incrementado y también la cobertura de macroalgas, como resultado del turismo masivo y del aumento de actividades pecuarias y de agroindustria, principalmente. Al aumentar el turismo a partir del Tren Maya, estas condiciones se agravarán.

11. En Laguna Bacalar, en el sur de Quintana Roo, la falta de tratamiento de agua residual, el aumento desmedido del turismo no sostenible, la deforestación y el uso de fertilizantes químicos para favorecer actividades agrícolas intensivas han provocado cambios ambientales que afectan la salud de los arrecifes bacterianos y que han disminuido la variedad de colores de la laguna.

12. En el estado de Yucatán más de 80 % de la vegetación natural ha sido perturbada. A mucha de esta vegetación se le denomina “acahual”, que no es otra cosa que un proceso natural de sucesión secundaria que, regida bajo las prácticas tradicionales de los pueblos asentados en los ecosistemas tropicales, ha conducido hacia la producción de la biodiversidad, y constituye el patrimonio biocultural de las comunidades. Por lo tanto, estos espacios pueden ser restaurados y su estado no debe ser argumento para afectarlos a través de modos de apropiación que rompen el ya frágil equilibrio y sustentabilidad ecológica de sus territorios.

13. El Tren Maya generará una migración masiva que impactará a los bosques tropicales que, al igual que otros ecosistemas, se ven presionados por el crecimiento poblacional, la ganadería, la agricultura extensiva, el agronegocio y los desarrollos turísticos de gran escala.

14. La infraestructura del Tren Maya fragmenta el paisaje, impidiendo la movilidad natural e indispensable de las especies, y propicia daños irreversibles en los servicios ecosistémicos, que tarde o temprano afectarán la calidad de vida de los centros urbanos y las poblaciones locales.

15. El turismo masivo que impulsa el Tren Maya, con la consiguiente urbanización acelerada y no planificada, afectará los modos de vida, deteriorará las condiciones sanitarias, propiciará la generación excesiva de basura y aumentará tanto el consumo como la contaminación del agua.

16. La afluencia turística que se calcula, sin ninguna previsión certera, haría pasar por la selva a 3 millones de turistas en lugar de los 40 mil actuales (en el tramo de Calakmul), provocando los efectos de barrera, ruido, vibración y peso, además de una invasión difícil de gestionar por las comunidades y pueblos aledaños.

17. El tren es en realidad un proyecto inmobiliario y de urbanización con bandera de turismo responsable, que busca ser motor de la economía peninsular. Sin embargo, ese modelo de desarrollo ya probado en la península de Yucatán ha llevado al empobrecimiento ambiental y a una creciente inequidad social en la región, exponiendo a los más vulnerables a pagar los enormes costos del deterioro ambiental sin recibir a cambio algo más allá que empleos precarios. A pesar de eso, este modelo pretende ser replicado, involucrando más ciudades y más estados, con las mismas omisiones y errores. El proyecto Tren Maya considera la creación de empleos en el corto plazo en el ramo de la construcción, pero no considera el fenómeno migratorio en los polos urbanos.

18. Con Cancún como caso testigo, cabe presumir que a la masificación de las actividades y locaciones turísticas corresponderá un incremento del tráfico y consumo de drogas, que no se restringe a los turistas sino a parte de la población joven de la región también. Consecuentemente cabe prever un aumento de la violencia y la potencial trata de personas para prostitución. Todo ello definitivamente alterará de manera irreversible y muy dañina a la sociedad regional.

19. Una gran preocupación es la falta de planeación, discusión y evaluación que por ley debió tener esta megaobra. Esto determina cambio de rutas, multiplicando el daño ecosocial y destruyendo comunidades y ecosistemas de manera inútil y más allá de lo que la obra requeriría.

20. El proyecto se lleva adelante sin el consentimiento de las comunidades y pueblos indígenas, sin una consulta que cumpla con los requisitos establecidos por el Convenio 169 de la OIT, sin estudios de mecánica de suelos, sin manifestaciones de impacto ambiental en todo el territorio que abarca y muy deficientes para algunos de los tramos. Tampoco se ha realizado, por cierto, un estudio de factibilidad económica y los presupuestos se van acrecentando sin poder mostrar resultados.

Finalmente, es altamente preocupante que se haya dado el mando a las fuerzas armadas para el desarrollo del Tren Maya. Al militarizar el proceso y la construcción del megaproyecto, se reducen aún más los mecanismos de protección a la naturaleza y se coloca en situación de vulnerabilidad a los habitantes de la región.

Por todas estas razones, sobre las que podemos abundar en datos y argumentos, mantenemos nuestro rechazo al proyecto Tren Maya.

Nos pronunciamos por:

1. Que el gobierno detenga el proyecto del Tren Maya.

2. Que se comience una evaluación seria y cuidadosa de los impactos que la obra ha ocasionado.

3. Que se destine financiamiento para la restauración social y ecológica de la región.

4. Que se realice una profunda discusión, que incluya prioritariamente a los pueblos y comunidades indígenas regionales, sobre la pertinencia de este y otros proyectos que tiendan a recuperar sus valores ambientales y culturales.

No somos pseudocientíficos, no somos conservadores, no somos adversarios. Somos académicos con trabajo de campo y de gabinete, que tenemos un profundo compromiso con el bien de México y así lo hemos demostrado por décadas, a lo largo de las cuales hemos señalado los problemas causados por programas de gobierno, proyectos corporativos, iniciativas no sustentables de cualquier origen, y también hemos aplaudido los aciertos de gobiernos y empresas, cuando se trata de programas o proyectos que nos parece que verdaderamente contribuyen a la sustentabilidad.

Argumentos como los que exponemos aquí respecto del Tren Maya han sido planteados por muchos de quienes firmamos este documento a lo largo de nuestra trayectoria y compromiso contra la depredación ecológica, la militarización y la colonización. Lo que cuestionamos es el criterio de desarrollo y progreso que ya no es acorde con las condiciones de sustentabilidad del planeta, con los principios de una verdadera democracia y de los derechos existenciales de los pueblos. Reiteramos que no buscamos la confrontación, sino un diálogo constructivo que permita encontrar alternativas sustentables, respetuosas con las condiciones ecológicas, con la cultura y con la realidad social de los pueblos y las comunidades, que garantice un futuro digno y sustentable para las siguientes generaciones.

Atentamente

Ana Esther Ceceña, Instituto de Investigaciones Económicas, UNAM.

Luis Zambrano, Instituto de Biología, UNAM.

Luisa Falcón, Instituto de Ecología, UNAM Campus Mérida.

Enrique Leff, Instituto de Investigaciones Sociales, UNAM.

Rodrigo Medellín, Instituto de Ecología, UNAM.

Cristina Barros, Investigadora independiente.

Ángel Sulub, Centro Comunitario U kúuchil k Ch’i’ibalo’on.

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Hasta aquí la carta que, como indiqué anteriormente, amplía y actualiza la que entregamos al entonces recientemente electo presidente de México, en noviembre de 2018.

Le reitero que nos encontramos en una emergencia climática en la que su voz nos ha hecho mucha falta. No tendrían que ser los “famosos” los que abordasen el tema ambiental y los académicos esperaríamos que nuestro gobierno, y la secretaría responsable en particular, estuviese monitoreando nuestros trabajos para realizar acciones comprometidas con el cuidado del medio ambiente de todos.

Le corresponde a usted, secretaria de Medio Ambiente, decir claramente al presidente de México cuando un proyecto puede dañar nuestro patrimonio natural. El nuevo trazo del Tren Maya está pasando no sólo por encima de la voluntad de las comunidades que ya han visto desbrozar sus selvas por los grandes hoteles y que sufren de la agroindustria de los menonitas. Ahora son ecosistemas prístinos los que se fragmentarán, así como el muy frágil sistema de ríos subterráneos, túneles, cuevas y cenotes de la región.

La afectación que dejará el Tren Maya es simplemente inconmensurable. Usted lo sabe. Usted es nuestra secretaria de Medio Ambiente. Le corresponde ser nuestra voz y detener el enorme daño a la nación que tal proyecto acarrearía. Le agradezco su atención a esta misiva.

Cuernavaca, Morelos, 21 de abril de 2022.

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Last modified: 26 abril, 2022
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