Una constante de la humanidad es su movilidad. Gracias a ella, podemos decir que se ha poblado el planeta entero. Que las personas se trasladen a buscar nuevos espacios ha permitido que se funden nuevos Estados, naciones, que se haya globalizado el mundo y se lograra una interconexión casi total. En el mejor de los escenarios, esta movilidad es producto de una decisión consciente y planeada. Pero, ¿qué pasa en los casos de la movilidad forzada?
Comunidades enteras en México han sido desplazadas de su lugar de origen, obligadas para salvar sus vidas. Organizaciones como Médicos sin Fronteras han ampliado la visibilización de este problema del que no se habla tanto en México, pero que ahí está, como otra consecuencia más de la violencia en regiones del país.
Hay casos en los cuales el desplazamiento no es comunitario, sino identitario, racial, político, entre otros: en el país recientemente creado del Sudán del Sur, se calcula que aproximadamente 3.7 millones de personas han dejado sus hogares por la guerra interna que sufren. En Venezuela, millones de personas han sido obligadas a salir a buscar otra calidad de vida. También en Afganistán, como producto del restablecimiento del poder talibán, y recientemente en Ucrania, como resultado de la invasión ilegal y ataque unilateral de Rusia.
¿Cuáles de estos desplazamientos reciben atención mediática y cuáles no? Todas las víctimas, sin distinción, merecen ser visibilizadas, entendidas y, sobre todo, ayudadas. Pero parece que fuese mejor visto en redes sociales y medios masivos enfocarse en algunas de ellas. En Sudán del Sur, los especialistas calculan que 7 millones de personas están en peligro inminente de hambruna. De los desplazados, un 60 % son niños y niñas. Esto es una verdadera tragedia humanitaria.
Cabe entonces la pregunta: ¿Cuántos rostros hemos visto de estas víctimas sursudanesas? ¿Cuántas personas han puesto en su perfil de Instagram la bandera de Sudán del Sur? ¿En qué ceremonia de los Grammys hablaron del conflicto? ¿Cuántos y cuáles legisladores han hecho una videollamada con el presidente de ese país? ¿Qué artistas han elegido ir a una gala con sus colores?
Esta pieza no trata de sugerir que dejemos de visibilizar a unas víctimas para favorecer a otras. Es todo lo contrario. Pido comenzar a tener una visión crítica de las representaciones en los medios y las redes sociales, y empezar a cuestionar si no es que hay una comunidad que está a menos kilómetros de ti y que requiere también ser visibilizada, analizada, comprendida y, sobre todo, defendida. Veamos nuestras redes sociales y decidamos por dónde comenzar. Personas necesitando ayuda, y quizás muy cercanas, hay muchas.
Julieta Díaz Barrón es directora del Departamento Regional de Medios y Cultura Digital Región Centro Sur del Tec de Monterrey
