El sistema de transporte público queretano en la zona conurbada de la entidad (Corregidora, El Marqués y Querétaro) ha sido y es el principal “dolor de cabeza” del gobierno estatal.
Y no solamente de la actual administración. Incluyo a las dos anteriores, la de 2009-2015 y a la de 2015-2021, que lo anunciaron, lo intentaron, pero no pudieron desatar el nudo gordiano que significaba modernizar y mejorar el transporte público.
El mal servicio es, quizá, junto con la inseguridad, el tema que más críticas recibe de la ciudadanía, al menos en las redes sociales.
Y sí. Las quejas son de tal dimensión que hace menos de un mes forzaron a la administración estatal a cambiar al titular del Instituto Queretano del Transporte y a amenazar a las empresas concesionarias de que, en caso de no mejorar el servicio, serían cambiadas.
La inseguridad que enfrentan los choferes frente a la delincuencia, así como las malas condiciones laborales en las que se desempeñan, la baja cantidad de unidades de transporte con relación a la alta demanda del servicio, su deficiente sistema de cobro electrónico (tarjeta), la antigüedad promedio de las unidades y la contaminación que causan, además del incumplimiento de los lugares para bajar y recoger pasaje, son sólo algunos de los problemas del sistema.
Mal inicio
Comenzar a solucionar esta problemática no radica solamente en cambiar o no a los concesionarios o en colocar frente al Instituto a un político por encima de un técnico. La solución viene a partir de comprender lo que representa el transporte público: el eje vertebral sobre el que se estructura la movilidad en las ciudades.
Organismos gubernamentales y no gubernamentales como el Banco Interamericano de Desarrollo, el Laboratorio para la Ciudad, la Asociación de Técnicos en Movilidad Urbana Sostenible o The Transportation Research Board de Estados Unidos –por sólo mencionar algunos– confluyen en varias opciones para que los gobiernos hagan de su transporte público un servicio eficiente, eficaz y seguro para la ciudadanía.
Apunto aquí algunos elementos que estas organizaciones sugieren.
La ruta adecuada
1.- El transporte público debe ser la forma más eficiente, segura y menos contaminante que exista para moverse de un punto a otro de una ciudad.
2.- Los cuatro principales problemas técnicos que regularmente tienen estos sistemas, y que deben solucionarse de inicio, son: la planificación incorrecta o la ausencia de planificación, la falta de control de los operadores, el enmascaramiento del mal funcionamiento e incidencias y la desatención al usuario.
3.- Para agilizar el abordaje de los pasajeros, las “paradas de camión” deben estar colocadas de manera estratégica en avenidas principales y en puntos cercanos a las intersecciones y semáforos.
4.- Las rutas deben ser lineales, es decir, deben tener la menor cantidad de desviaciones, y eliminar los trayectos duplicados entre rutas.
5.- Operar un sistema tecnológico de prioridad ante señales de tránsito, mediante el cual los vehículos de transporte público permanezcan menos tiempo en espera ante un semáforo (incluye la sincronización de semáforos).
6.- Tener un sistema 100 por ciento de prepago, pues un autobús pasa menos tiempo detenido en una parada si cuenta con él.
7.- Contar con carriles confinados exclusivos del transporte público, además de rutas que recorran largas distancias con un número limitado de paradas autorizadas. Esta medida incrementa la velocidad de traslado entre 10 y 15 por ciento.
Una salida
Estas y otras sugerencias han funcionado en varios países del mundo cuyos gobiernos apostaron por un Plan de Movilidad Sostenible.
Si la administración estatal realmente quiere resolver el problema, debe alejar la política como mecanismo de solución y abrir la puerta a técnicos y expertos en el tema que realmente resuelvan, sin necesidad de que su director recorra las rutas del transporte para conocerlas.