Meses atrás me leyeron mi carta astral y, en algún punto de las coordenadas, los astros han señalado que lo mío es viajar. ¿Si te gusta viajar?, preguntó la chica que me explicaba lo asignado para mí, según mi fecha y hora de nacimiento. Sí, respondí, pero de inmediato aclaré que no soporto los tiempos de espera en el aeropuerto. A lo que contestó al instante: No tienes que tomar un avión, realiza pequeños viajes, por ejemplo, a la Sierra. Algo cerca.
Como no quería extender más la explicación del porque sí me gusta viajar, pero… Le dije que atendería la recomendación de los astros. Y pasamos al siguiente punto.
La verdad, sí me gusta conocer lugares distintos, comer platillos extraños, entrar a lugares históricos, o sitios que sólo he visto por foto. Me entusiasma la idea de las casualidades en una ciudad que no es mi ciudad, como encontrarme con amigos, o gente que es del mismo lugar donde nací. Lo que no soporto, repito, es la larga espera en los aviones, además de los tiempos invertidos en los traslados.
Días atrás me descubrí pensando en qué hacer durante un viaje largo. Podría llevar un libro de sopa de letras, algunas libretas para escribir, mirar una película, hacer alguna meditación.
Casi sin darme cuenta he comenzado mi preparación mental para viajar, y cumplir lo que dice mi destino. Porque además, tengo una lista de diversas ciudades y países a los que quiero ir, sobre todo para comprar libros, lo detallé aquí mismo, en otra columna.
Me encanta viajar en autobús y en auto, me gusta ir viendo por la ventana el paisaje. Soy como esos canes que van con la nariz pegada a la ventanilla, o si el vidrio está abajo, sacando la cabeza y la lengua. Aunque es obvio que yo no voy con la cabeza ni la lengua de fuera. Sólo me imagino así.
A la persona que me explicó mi carta astral, no le quise detallar que en los viajes a la Sierra Gorda siempre termino con el estómago en la boca y la cabeza expandida, dándome vueltas por varias horas.
Pero me encanta la comida, la música, ir a los mercados, platicar con la gente, admirar los paisajes, las grandes montañas, recoger hojas y flores, y guardar como recuerdo piedras de extraña figura.
Me fascinan las misiones, y el recuerdo más bellos que tengo, es el poder de la naturaleza y su inmensidad, vista desde el mirador de Cuatro Palos. Con la hermosura de esa postal se pagan todos los estragos que provoca el curvado camino.
La compañía Los Focos, a cargo de Jessica Íñiguez, continúa su gira de presentación de la obra Donde una vez tus ojos ahora crecen orquídeas, y me compartieron fotografías de la función que dieron a alumnos del Campus Concá, Arroyo Seco, de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ).
Jessica, junto al director y dramaturgo, Ernesto Galán, hicieron una adaptación del poemario que comencé a escribir en 2017, y han coordinado funciones en diversos campus de la UAQ.
Su presentación en el Campus de Concá se realizó al aire libre, frente a las grandes montañas de la Sierra Gorda, coronadas por nubes. Es el escenario más hermoso para presentar una obra de teatro.
Y aunque yo no viajo físicamente con ellos, mi trabajo sí, y con eso creo que, de alguna manera, ya estoy cumpliendo lo que han dictado los astros para mí.
Toda mi gratitud para Jessica y Ernesto.
Que siga con éxito la gira, que sigan viajando, porque a donde lleven Donde una vez tus ojos, ahí también voy.
AQUÍ PUEDES LEER TODAS LAS ENTREGAS DE “ZONA DE LA VISIÓN PERPETUA”, LA COLUMNA DE CHÍO BENÍTEZ PARA LALUPA.MX
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