Hace unos días el titular del gobierno estatal queretano difundió que se había reunido con altos ejecutivos del gigante chino de las telecomunicaciones Huawei Technologies Corporation. Aunque el breve comunicado, dado principalmente a través de las redes sociales, no abundó en el objetivo ni acuerdos alcanzados en la reunión, sí mencionó que en esta se exploraron algunos proyectos para el impulso de la entidad que, se entiende, serían desarrollados por la compañía oriental.
Sin embargo, lo que en primera instancia habría sido considerada como una excelente oportunidad para captar inversión del líder chino del sector de las tecnologías de la información y las telecomunicaciones para el estado de Querétaro, bien podría convertirse en realidad en un elemento que obstaculice la atracción de la misma. Se debe recordar que la empresa Huawei ha sido blanco de numerosas sanciones por parte de la administración federal estadounidense anterior y, aunque desde la llegada del presidente Biden a la Casa Blanca la confrontación sino-americana ha disminuido su intensidad mediática, tras bambalinas la competencia por liderar en el ámbito tecnológico sigue álgida. Basta mencionar que, entre las primeras acciones tras su llegada al número 1600 de la avenida Pensilvania, Biden ordenó que se revisaran las cadenas de proveeduría que son estratégicas para mantener la supremacía sobre el resto del mundo.
El gobierno de los Estados Unidos de América tampoco ha retirado a Huawei de la lista negra en la que la incluyó desde hace algunos años, tras la acusación de utilizar su tecnología para la quinta generación de telecomunicaciones (5G) con la finalidad de espiar a gobiernos, empresas y sociedades de Occidente, y recopilar clandestinamente información de cientos de millones de usuarios, que luego podría utilizar indiscriminadamente para fines probablemente ilícitos.
En este contexto, la posibilidad de que el gobierno de Querétaro contrate a la compañía Huawei –digamos, para renovar los sistemas informáticos, administrar las bases de datos de los queretanos, etc.– más bien representa un alto riesgo. No únicamente por lo ya mencionado, en el sentido de un eventual uso ilegal de la información que pudiera sustraerse y proveerse a Pekín sin conocimiento ni autorización por parte de los dueños, como se ha especulado desde Washington, sino también porque esta recopilación de información podría impactar a algunos procesos de la gestión gubernamental en los que participa la industria asentada en el territorio queretano.
En este segundo aspecto, las compañías de capital extranjero, principalmente las provenientes de países occidentales o aliados tecnológicos del vecino del norte, podrían encontrar altamente negativo el que eventualmente debieran alimentar directa o indirectamente a sistemas informáticos cuya secrecía e inviolabilidad estarían en entredicho. Sobre todo si tenemos en mente que el estado de Querétaro alberga a sectores de muy alto contenido tecnológico, como el automotriz o el aeroespacial; este último especialmente regulado por las áreas de defensa e inteligencia de la Unión Americana.
En un escenario como tal, las necesidades de compatibilidad con la tecnología que pudiera proveer Huawei acarrearían necesariamente un incremento en la vigilancia del flujo y almacenamiento de la información, lo que en sí mismo representará un gasto hasta este momento innecesario para la planta productiva. Pero al mismo tiempo, el recelo contra la expansión de la tecnología desarrollada por Huawei, manifestado consistentemente por las autoridades estadounidenses mediante las presiones ejercidas a las compañías propias y extranjeras que comercian con la mayor economía del mundo, muy probablemente trasladaría tales restricciones hacia las importaciones de insumos y contra las exportaciones de los productos que son manufacturados en Querétaro. De esta forma, la reunión con los directivos de Huawei termina siendo incómoda para la administración estatal y seguramente habrá sido observada con nerviosismo entre la industria que opera en la entidad.
Lo anterior, dicho sin aberraciones.